Cuando volver al trabajo provoca malestar

Síndrome postvacacional. La vuelta a la rutina no siempre es bien recibida y algunas pautas pueden ayudar a encararla

Maletas que se cierran, con cuidado de no olvidar nada; equipaje que transita por los aeropuertos en todas direcciones; caras largas y resignación; sueños cumplidos, a la espera de los que vendrán. Si bien los más afortunados todavía deben disfrutar de las vacaciones, estos últimos días de agosto muchos son los que finalizan las suyas para reincorporarse al trabajo, coincidiendo con el inicio de las clases. En muchos casos, con deportividad y naturalidad por la vuelta a la rutina. En otros, con cierto malestar, falta de sueño, irritabilidad e incluso ansiedad.

El síndrome postvacacional no está tipificado como un trastorno mental. Es una manera de definir un fenómeno que incluye un conjunto específico de características que desaparecen cuando el individuo se resitúa en la nueva normalidad. No obstante, si se alargan en el tiempo y se cronifican, es recomendable visitar a un especialista para indagar un origen que podría encontrarse más allá del periodo estival.

Dolors Liria, experta en psicología y vicedecana del Col·legi Oficial de Psicologia de Catalunya (COPC), explica en qué consiste y aporta algunas sugerencias para evitarlo, en la medida de lo posible.
Síntomas
Las causas son multifactoriales, dependen de cada persona y de su contexto e incluso de su estado emocional. En general, algunas de las señales del síndrome postvacacional podrían ser, a nivel psicológico, insomnio, no dormir bien las últimas noches pensando en el regreso o no poder disfrutar de los últimos días. Si el malestar es mayor, también se puede expresar a nivel corporal con alguna molestia gastrointestinal. Se podría ir de un abanico de más a menos. Es decir, de una cierta incomodidad como la que en ocasiones también se tiene los domingos pensando en el lunes, a otra que limita la vida cotidiana, en la que aparece sintomatología ansiosa y, en los casos más graves, depresiva. No obstante, estas situaciones extremas se deberían abordar, muchas veces con ayuda de un profesional.
La ambivalencia de la vuelta al cole
Los motivos son tantos como personas y no todos son negativos. Es decir, sencillamente se está tan bien en vacaciones que no se quiere volver. No obstante, en estos casos la resituación es más rápida. Es lo que ocurre con los niños y la vuelta al cole que, por un lado no quieren regresar y, por otro, están ansiosos por reencontrarse con sus compañeros. Esto también sucede en los trabajos. Al final, la satisfacción profesional, el estar contento con lo que se desempeña, también suscita deseos de volver.
Ansiedad
«Genera mucho dolor psicológico», apunta Dolors Liria, quien destaca que muchas veces se traslada a molestias corporales como dolor en el pecho, dificultad para respirar y pensamientos recurrentes pesimistas que impiden tirar adelante. Al contrario, bajar el nivel de ansiedad permite colocarse en una posición desde la que ver las cosas de una manera más constructiva.
Momento de aparición
Cuando se percibe que las vacaciones no han sido suficientemente reparadoras o largas como para poder volver al trabajo con ganas, suele haber una anticipación del malestar. Los últimos días antes de la reincorporación la mente ya se sitúa en la siguiente etapa.
Desconexión y relax
Es evidente que en los últimos tiempos ha habido un cambio en la manera de trabajar, que implica una conexión mucho más permanente a través de todos los medios tecnológicos de que disponemos. Esto provoca que a veces sea más difícil poner los límites, tanto en el periodo de trabajo, como en el vacacional. No obstante, la clave no está tanto en desconectar 100%, sino en saber dónde están los límites y en acotar muy bien los momentos de descanso.

En este punto, la especialista destaca que no todas las profesiones permiten la tan ansiada desconexión total como algunos profesionales sanitarios que se marchan con la inquietud por la salud de alguno de sus pacientes. En estos casos, si están disponibles en momentos puntuales, bien acotados, y el resto del día se vuelve al modo vacaciones, no tiene que haber ningún problema. Lo que no es saludable es estar una semana en un camping o en un crucero y constantemente recibir notificaciones.
Desescalada
Tanto en el momento de irse de vacaciones como en el de regresar de ellas es vital no pasar de cien a cero o al revés. Si bien a la llegada del viaje es recomendable tomarse un par de días para hacer gestiones y subir el ritmo progresivamente, lo mismo ocurre en sentido contrario. Así, es conveniente dejar un tiempo de desescalada del trabajo, incluso los últimos días ir bajando el ritmo, en la medida de lo posible, para poder hacer inmersión en las vacaciones. De lo contrario, se pueden generar problemas, especialmente a nivel físico.
Hábitos saludables
Como en cualquier otra situación de la vida, los hábitos saludables siempre ayudan. Intentar llevar una buena alimentación, huyendo de los alimentos procesados y de la comida rápida, dormir las horas necesarias y practicar deporte, así como actividades placenteras. Todo ello equilibrará el estado emocional.
La factura de la pandemia
En cualquier caso, Dolors Liria hace hincapié en que este no es un verano más, sino el primero tras la pandemia de la Covid-19. «Hay muchas personas que lo han pasado muy mal e incluso quien no ha podido hacer vacaciones en los dos últimos veranos o no como las hubiera deseado y este año ha sido el más normal. Sin embargo, esto no quiere decir que no llevemos la mochila de todo lo que hemos vivido. Por ello, también podemos pensar que este verano, que hemos podido vivirlas un poquito mejor, se nos están haciendo cortas porque teníamos mucha necesidad».

Recomendaciones:

Transición entre la llegada del viaje y el inicio laboral

Una de las recomendaciones de Dolors Liria es evitar, en la medida de lo posible, volver de viaje y al día siguiente empezar a trabajar. «Es aconsejable reservar un par de días para colocar las cosas, organizarse y situar la mente en el siguiente paso, empezar a subir el ritmo progresivamente, realizar alguna gestión. En definitiva, volver a la rutina un poco antes de arrancar», comenta.

Explicar la experiencia del viaje a los compañeros

Cuántos no han oído la frase de ‘ya no me acuerdo de las vacaciones’ a los dos días de llegar... En este sentido, la experta destaca que es importante compartir la experiencia con los compañeros. «Muchas veces se pasa directamente de las vacaciones al trabajo, como si no hubiera ocurrido nada y conviene que el tránsito de una etapa a otra tenga ese ritual de poder. Se explica, se recuerda y también sirve para vivir un poco de ese rédito que generaron todas las experiencias vividas. Por lo tanto, acordarse de las vacaciones es bueno».

Buscar un especialista si el malestar persiste

Si la desazón no finaliza y la persona no logra resituarse, lo importante es preguntarse la causa que la origina. «Valorar si nos limita mucho nuestro bienestar emocional». En estos casos es conveniente acudir a un profesional de la psicología. «A veces con unas cuantas sesiones se soluciona y si existe un problema más importante, mejor abordarlo que dejarlo crecer porque estos malestares tienen que ver con la ansiedad y si no se paran, van a más».