El duelo del divorcio

La mediadora de familia Mon Tur publica ‘Divorcis amb amor’, para encarar una ruptura de pareja con conciencia

Divorcio y amor no parece que congenien. Más bien se repelen. Dos sustantivos antagónicos que se dan la espalda. «Depende de lo que se entienda por amor. Si pensamos en el de pareja, en el romántico, es evidente que cuando hay un divorcio prácticamente lo que se suele acabar es este tipo de amor. Pero el amor son muchas otras cosas. Por ejemplo, el amor hacia uno mismo, que en los divorcios a veces hace falta. O hacia la otra persona, aunque con respeto, tolerancia y generosidad, que también hace falta. Y, sobre todo, un divorcio con amor hacia los hijos porque cuando hay una ruptura, si hay hijos, aquella relación no se acaba». Son palabras de Mon Tur, abogada colaborativa, coach y mediadora, experta en la resolución consensuada de conflictos familiares, así como autora del ensayo Divorcis amb amor. Com encarar amb consciència una ruptura de parella (Rosa dels Vents. Penguin Random House).

Mon Tur defiende que todas las relaciones tienen fecha de caducidad y que aquellas personas que se conocieron un día no son las mismas pasados unos años. «Hay quien pretende estar inmóvil, en el mismo lugar y que su pareja sea siempre la misma, lo que provoca que, en realidad, ni se hablen ni se vean. Esto es lo que se agota. Las parejas tienen que ir creando nuevos pactos, que deben evolucionar con nosotros. Las hay que llevan muchos años juntas y han ido cambiando de la mano, encajando y desencajándose en cada momento. Y otras, no han encontrado el punto de encuentro y la relación se ha agotado. Cuando se van a buscar ya no se encuentran porque prácticamente son dos desconocidos», manifiesta Tur.

En Divorcis amb amor, la mediadora familiar hace hincapié en los casos en los que hay menores de por medio. «La psicología infantil detalla que perjudica a los niños, les hace daño», señala, aunque puntualizando. «Existe la cancioncilla de que ser hijo de padres divorciados es sinónimo de estar traumatizado. Y no es así, ya que si la mitad de la población casada está divorciada, tendríamos la mitad de niños traumatizados. La realidad es que los menores sufren cuando los padres tienen un conflicto abierto, estén casados o divorciados. Entonces, aquí entra la responsabilidad. En el hecho de evitar este conflicto abierto por el amor a los hijos. Esto quiere decir que tienes que hacer muchas cosas y no es fácil», apunta la especialista.

De hecho, es difícil. Para unas personas más que para otras. Hasta el punto de que hay quien se lo plantea durante años, antes de dar el paso. «Divorciarse no es algo que se haga de un día para otro y menos con todo el bagaje cultural que tenemos, sobre lo que supone estar casado. A veces parece que lo bueno de estar casado es cuántos años se dura. Y cuanto más tiempo, mejor. Pero si son treinta años en los que no se ha convivido bien, no sé si podemos decir que ha sido algo bueno». En cualquier caso, cuesta romper una relación de este tipo y Mon Tur habla de «pasar por un duelo» con sus distintas fases.

Las etapas

Seis son las fases del duelo del divorcio, equiparables al de otras situaciones de la vida. El proceso empieza con la negación, «como mecanismo de defensa inconsciente»; después aparece la rabia, «cuando te das cuenta de que la situación es seria y no está a tu alcance cambiar lo que está pasando; a esta le sigue la negociación, «momento en que se dicen frases como Dame otra oportunidad. También se pueden producir aquí muchos chantajes emocionales e incluso he visto surgir problemas de salud que han impedido que el otro se sienta bien tirando adelante su decisión», resalta Mon Tur. Tras la negociación se entra en la depresión, «al no conseguir influir sobre la voluntad del otro. Aunque aquí la palabra depresión no se debe entender desde la vertiente de la psicología clínica, sino como una respuesta normal, una parte del proceso de duelo». Finalmente, la aceptación y la construcción de una nueva vida.

Negación. Es la fase de «esto no me puede pasar». Puede haber tristeza, pero sobre todo confusión.
Rabia. Siempre aparece, aunque no suele ser al principio. «En las mujeres está más castrada».
Negociación. Quien no quiere el divorcio hace lo imposible por recuperar el amor de su pareja.
Depresión. Se puede traducir también en agotamiento mental y físico y en sensación de impotencia.
Aceptación. Cada uno hace las paces con la situación y empieza a orientarse hacia el futuro.
Nueva vida. Se da valor a todo lo vivido, desde el inicio de la relación hasta el divorcio.

Algunos mitos

Más que de relatos o mitos, Mon Tur prefiere hablar de fakes, esas noticias falsas que envuelven el proceso de divorcio. La primera que destaca es el dicho El amor verdadero dura para siempre. Y en contraposición, apunta El amor es eterno mientras dura, frase de García Márquez en Solo vine a hablar por teléfono, relato dentro de Doce cuentos peregrinos. Asimismo, otro mito es relacionar el divorcio con un fracaso. En este sentido Tur se pregunta el significado de fracaso. «¿Fracaso porque no se ha vivido hasta la muerte?, ¿es un fracaso del yo de hace veinte años o del de ahora?, ¿el yo, está fracasando o cambiando? Todo lo que se ha vivido juntos, los hijos, las experiencias compartidas, las risas, los días y las noches... No son un fracaso, están en sus vidas».

«Lo que sucede es que como sociedad nos damos poco permiso para pasar tristezas por desamor. Y una relación que se ha terminado es una pérdida y se tiene que poder llorar con tranquilidad porque es una manera que tiene el cuerpo y la mente de decir adiós», concluye.

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