María Magdalena, de pecadora a Apóstol de los Apóstoles

La más incomprendida de la Biblia: ‘prostituta’, poseedora de siete demonios. La historia de una distorsión que ahora literatura y cine reescriben

«Ella, a quien Lucas llama la mujer pecadora, a quien Juan llama María, nosotros creemos que es María, de la cual Marcos dice que fueron expulsados siete demonios». Esta cita del Papa Gregorio I (Gregorio Magno), tomada de su Homilía 33 sobre los Evangelios, pronunciada en el año 591 d.C., es la fuente principal de la identificación errónea de María Magdalena como prostituta y de la imagen distorsionada. «Y ¿qué representan estos siete demonios, sino todos los vicios? –continúa– Es evidente, hermanos, que la mujer antes se había entregado a los placeres del cuerpo. Pero al ver los pecados en los que había caído, se volvió completamente hacia la penitencia».

A posteriori se ha analizado que Gregorio I fusiona en esta cita lapidaria sobre María Magdalena a tres mujeres diferentes: La mujer pecadora sin nombre que unge los pies de Jesús (Evangelio de Lucas); María de Betania (hermana de Lázaro) y María Magdalena. El Papa interpreta los siete demonios como símbolo de todos los vicios, especialmente sexuales y concluye que María Magdalena era una pecadora pública, probablemente una prostituta, aunque los evangelios no lo recogen. Siglos de tradición cristiana arrastraron esta imagen sesgada que, con el tiempo, diferentes fuentes han intentado modificar.

Fiel seguidora

María Magdalena fue una discípula cercana a Jesús de Nazaret, reconocida por su presencia constante y fiel hasta después de su muerte. Su apellido, ‘Magdalena’, indicaría su origen en la ciudad de Magdala, situada a orillas del mar de Galilea. Los textos conocidos que recogen su persona proceden en gran parte de los Evangelios canónicos –oficiales, aceptados por la Iglesia– atribuidos a Mateo, Marcos, Lucas y Juan. La identifican como parte del círculo de Jesús, presente en su crucifixión y como alguien que fue a su tumba para ungir su cuerpo en la mañana de Pascua. De hecho, fue la primera en llevar el mensaje de Cristo resucitado a los demás discípulos. Si bien no siempre coinciden en los detalles, aparece más veces que la mayoría de los apóstoles varones, lo que indica su importancia histórica en la primera comunidad cristiana.

Mujer en el primer cristianismo

Es relevante resaltar que el cristianismo primigenio fue un espacio de profunda transformación para muchas mujeres. Brindó nuevas oportunidades de igualdad y dignidad que contrastaban con las normas sociales y culturales que prevalecían en sociedades profundamente patriarcales de la época.

Uno de los aspectos más radicales era la igualdad espiritual de hombres y mujeres ante Dios. Se le atribuía a la mujer dignidad propia, no únicamente como un ser subordinado; además, Jesús se pronunció contra el divorcio fácil y defendió a las mujeres de abusos en sus relaciones (Evangelio según Mateo). Finalmente, el cristianismo enfatizó el perdón, de gran importancia para las mujeres vistas como «pecadoras» por la sociedad. María Magdalena simboliza ese protagonismo: una mujer que no solo siguió a Jesús, sino que también enseñó, lideró y transmitió su mensaje más importante.

Sin embargo, es en los evangelios apócrifos donde su figura cobra mayor protagonismo. En textos gnósticos como el Evangelio de María, el Evangelio de Felipe y la Pistis Sophia se la presenta como la discípula más cercana a Jesús, portadora de enseñanzas secretas y guía espiritual del grupo. Muestran a una María sabia, valiente y en conflicto con algunos apóstoles varones, especialmente Pedro, quien pone en duda su autoridad.

A pesar de que en los últimos tiempos han llegado informaciones sobre una posible relación amorosa o matrimonial entre Jesús y María Magdalena, ningún texto lo dice. Ni los canónicos ni los apócrifos. No obstante, algunos, como los gnósticos citados, dan lugar a interpretaciones que han llevado a esa posibilidad, especialmente desde el enfoque simbólico, espiritual o incluso esotérico.

La literatura contemporánea, novelas y ensayos, así como el cine se han basado en estos últimos documentos para restituir la figura de María Magdalena. Además de que son escritos por mujeres, tienen en común que separan mito e historia y presentan su figura como testigo, discípula, maestra y no solo como símbolo de redención.

Es el caso de Karen L. King, profesora de Historia Eclesiástica en la Escuela de Divinidad en Harvard, quien en El Evangelio de María de Magdala resalta que se la muestra como líder de los discípulos. Pone de manifiesto de qué manera la historia oficial del cristianismo borró o minimizó el papel femenino.

En Los evangelios gnósticos, la profesora Elaine Pagels explica cómo los primeros cristianos tenían múltiples visiones de Jesús, muchas con figuras femeninas clave. Mientras, En memoria de ella, la teóloga Elisabeth Schüssler Fiorenza reconstruye la historia de las mujeres en los primeros movimientos cristianos y examina cómo fueron excluidas del relato oficial.

El actual Papa Francisco, en 2016, decidió elevar la festividad de Santa María Magdalena al rango de fiesta litúrgica, lo que la coloca al mismo nivel que los apóstoles. Este cambio significativo, anunciado por el Vaticano, la reconoció oficialmente como «Apóstol de los Apóstoles», un título que destaca su papel crucial en la resurrección de Jesús. Con este gesto, el Papa quiso también resaltar la importancia del testimonio femenino en la Iglesia, así como promover una mayor valorización del papel de las mujeres en el cristianismo.

En el cine

Rooney Mara y Joaquin Phoenix

Redimida de un pecado que nunca cometió y apóstol de los apóstoles, esa es la imagen de María Magdalena que defendió la actriz Rooney Mara junto a Joaquin Phoenix en la película, Mary Magdalene, dirigida por Garth Davis. Narra su historia en el año que se dedicó a seguir los pasos de Cristo antes de su crucifixión, en una adaptación cinematográfica del denominado «Evangelio de María», un texto del siglo II cuyo origen se atribuye a ella. Para mantenerse fieles a la realidad de la época y a los textos bíblicos, la producción contó con la ayuda de numerosos expertos aunque, según describió la guionista, Philippa Goslett, «lo único en lo que estaban de acuerdo era en que María debería considerarse como discípula y apóstol de Cristo»