Marta Portero, Doctora en Neurociencias: «Cuanto más aprendemos, más memoria formamos»

La también profesora e investigadora participó en la conferencia ‘Seguir uns hàbits de vida saludables és clau per cuidar la salut cerebral’ en el Teatre Fortuny de Reus

Marta Portero es doctora en Neurociencias y profesora del Departamento de Psicobiología de la Universitat Autònoma de Barcelona, además de investigadora en el Institut de Neurociències, el cual colabora con la Fundació Rosa Maria Vivar de Reus. Así, la semana pasada participó, en el Teatre Fortuny, en la conferencia Seguir uns hàbits de vida saludables és clau per cuidar la salut cerebral, organizada por la Fundació Pasqual Maragall y la Fundació Rosa Maria Vivar.

¿Qué es la memoria?

La memoria es una función cognitiva formada por distintos sistemas, ya que tenemos muchos tipos de memoria. Su función principal es poder codificar y almacenar la información que recibimos del entorno (conocimientos, experiencias, situaciones, ideas, personas, vivencias, etc.), y que esta información la podamos recuperar, y, por lo tanto, recordar a posteriori. Un error habitual es pensar que la memoria es una sola y que es como un músculo que podemos entrenar y mejorar.

¿Cómo se forma?

Se forma conectando la nueva información con aquella que ya tenemos almacenada. Por lo tanto, cuantos más recuerdos tenemos sobre un tema, más rápido podemos aprender sobre aquella cuestión. Esto es lo que puede diferenciar a un experto de un novel en cualquier área. Pero podemos ser expertos en un tema y noveles en otro, es decir, tener una buena memoria para una cosa y mala memoria para otra.

¿Qué tipologías existen?

En primer lugar, podemos diferenciar la memoria sensorial, que es la puerta de entrada a la mente de los estímulos externos que captamos con nuestros sentidos; la memoria de trabajo, donde podemos retener y manipular la información durante segundos y minutos; y la memoria a largo plazo, donde podemos almacenar la información durante horas, meses y toda una vida.

¿Qué factores la protegen?

Son muchos los factores protectores para el desarrollo cerebral y para preservar las funciones cognitivas, por ejemplo tener un vínculo afectivo estable durante la infancia, la estimulación cognitiva, las relaciones sociales, el ejercicio físico aeróbico regular y evitar una alimentación hipercalórica.

¿Qué otros hábitos ayudan a mejorar la memoria?

Evitar una vida sedentaria; la alimentación, como la dieta mediterránea, que incluya alimentos ricos con polifenoles antioxidantes, omega 3 y 6 y ácidos grasos insaturados; evitar grasas saturadas y grasas trans y el consumo regular de alimentos azucarados; tener relaciones sociales y evitar la soledad; procurar planificar propósitos y objetivos que queramos alcanzar y que nos hagan sentir útiles (planificar un viaje, hacer un álbum de fotos, estudiar...); evitar sentirnos de manera regular estresados y preocupados, por ello es importante hacer actividades relajantes -el contacto regular con la naturaleza tiene efectos protectores para nuestra salud cerebral-; compartir nuestras preocupaciones con personas de nuestro alrededor; y, por último, la estimulación cognitiva, aprender y hacer actividades que impliquen aprender conocimientos o habilidades.

¿Por qué la memoria es importante para nuestra salud y bienestar?

Los diferentes sistemas de memoria nos permiten poder ser eficientes en todas las conductas de nuestro día a día: comprar, caminar, conducir, mantener una conversación, planificar, tomar decisiones, resolver problemas, etc. Sin memoria se altera nuestra calidad de vida y la capacidad de adaptarnos al entorno.

Aquello de que la memoria se puede entrar, ¿es un mito?

La memoria no se puede entrenar como un músculo, es un mito muy extendido. Tenemos diferentes sistemas de memoria y que están vinculados a nuestra capacidad de aprendizaje. Cuanto más aprendemos, más memoria formamos. Podríamos decir que es cuando aprendemos conocimientos y habilidades que, poco a poco, vamos formando memorias específicas vinculadas a aquello que hemos aprendido y, por lo tanto, fortalecemos aquel sistema de memoria concreto.

Por otro lado, ¿qué papel juega la genética en que algunas personas tengan más o menos memoria?

La genética puede darnos mayor predisposición para la adquisición de ciertos aprendizajes, así como la velocidad en la que procesamos una información. Pero la memoria que tengamos en un área o habilidad, dependerá específicamente de nuestra práctica, entrenamiento y dedicación a ese conocimiento o habilidad.

¿Podemos manipularla?, ¿Crear falsos recuerdos?

La memoria no funciona como una grabadora de la realidad, sino que a medida que se va formando va ‘manipulando’ y reinterpretando la realidad y, por lo tanto, una vez se almacena, ya lleva la información que hemos creado nosotros y lo que ha significado esa experiencia. De hecho, los recuerdos son como una síntesis o esencia de lo que hemos vivido y, en consecuencia, diferentes a la experiencia exacta.

¿Qué papel tienen las emociones?

Las emociones son un factor que puede influenciar en la formación de algunas tipologías de memoria. Por ejemplo, la memoria que almacena vivencias y experiencias que hemos vivido, la que solemos llamar memoria autobiográfica y que tiene el nombre de memoria episódica. Aquellas vivencias que más nos han emocionado pueden ser fácilmente recordadas en un futuro. Pero si tenemos mucha ansiedad o estrés, eso puede hacer que algunos sistemas de memoria no funcionen tan bien, como la memoria de trabajo, lo que nos dificulta los aprendizajes.

El cerebro sustenta todo lo que somos, pero ¿en qué aspectos todavía es un desconocido?

Falta mucho por descubrir. Cuanto más sabemos, más nos damos cuenta de su complejidad y de todo lo que nos falta por saber, tal y como decía Sócrates. Sobre todo, las bases biológicas de la consciencia, como de la actividad eléctrica cerebral, pasamos a un estado subjetivo de la mente. O bien la causa de la mayoría de enfermedades del cerebro, ya sean enfermedades neurodegenerativas o enfermedades asociadas a trastornos mentales. Todas ellas tienen su origen en un funcionamiento alterado del cerebro.