Oriol Grau: «Ser cantante de orquesta es el Vietnam del artista»
Estrena en la Sala Trono de Tarragona ‘La mare, el dimoni i jo’, un monólogo en el que desvelará qué oscuro hecho aconteció en su ‘ascenso a la fama y posterior caída’

Todo el mundo tiene una parte oscura. En su pasado, en su vida personal, en la trayectoria profesional... El actor, guionista y director de teatro y televisión Oriol Grau no es una excepción. Consciente de ello, ha decidido explorar esta oscuridad en su nueva obra, La mare, el dimoni i jo, que se estrenará el día 16 y que tendrá funciones los días 17, 18, 23, 24, 25, 30 y 31 de mayo y 1 de junio en la Sala Trono de Tarragona. En ella se revelará el secreto de su ascenso a la fama y su posterior caída. ¿Qué sucedió? Un monólogo en el que Grau hace de todos los personajes «en el que hablo de mi vida de una manera divertida y, a veces, misteriosa», comenta.
¿El demonio es importante en lo que ocurre?
Sí. Tenía la idea de hacer algo con el demonio y Joan Negrié me encargó una autoficción, que ahora se lleva mucho.
Ni biografía ni ficción.
Exactamente. La gente que me conoce deberá decidir qué es real y qué no.
¿Qué particularidad tiene este demonio?
Es el demonio Kobal, que se encarga de los teatros del infierno y es patrón de los comediantes. Ellos pidieron al cielo un patrón y les dio esta figura... Lo encontré en el costumari del Joan Amades. Me baso en tradiciones.
De la obra sabemos que tiene éxito y después ocurre una desgracia, digámoslo así...
Podríamos decirlo así. Es una explicación a tanta gente que me ha dicho, «escucha tú, que estabas en Barcelona en el candelero, ¿por qué de repente te vas a Tarragona?». Y pensé que daría una explicación fantástica. A ver si la gente se la cree o no.
Antes de empezar la entrevista comentaba que un monólogo es muy duro.
Sí porque estás solo. Tengo la suerte de contar con Roger Conesa, que es músico y actor. Repartimos un poco el juego, aunque el 90% del peso lo llevo yo. Es un punto agotador.
La memoria, ¿cómo la lleva?
Nunca he tenido problemas de memoria. Y mira que era un mal estudiante, pero, en cambio, me aprendo bien los textos. Si están escritos por mí, aún es más fácil.
¿Y qué hace aquí?
Pues acabamos de terminar Sogra i Nora. Cuando aún estábamos celebrándolo, ya estaba estudiando esta. Quiero decir, tengo trabajo en Tarragona, como actor y como director. Estoy encantado. Aunque a veces cobro y otras no, pero eso es lo de menos. Me gusta lo que hago y eso es lo importante.
¿Con quién se queda? Madre, demonio...
La madre tiene rasgos de mi madre, pero no es ella porque mi madre era tan buena persona que no da juego teatral. Hay poca dramaturgia. He tenido que hacer una madre un poco más restrictiva, controladora. Mi madre no lo era en absoluto, era madre de siete hijos, con lo cual no podía controlar.
¿Es determinante el demonio para que la cosa no vaya bien?
Es determinante para que vaya bien y para que no vaya bien, también. La tradición popular dice que los pactos con el demonio siempre acaban mal.
¿Usted haría uno?
Si creyera, sí, para conseguir lo que quisiera sin hacer excesivo daño a nadie. Sí que lo haría.
Volviendo a la obra...
Hablo bastante de mi infancia y adolescencia. Con las dificultades que encontré en aquel momento en una Tarragona que no estaba muy acostumbrada a esto del mundo del teatro.
¿Cuándo llegó?
Tenía cinco años. Llevo toda la vida aquí. Hablo de la Escola de Teatre, en el Camp de Mart. Entonces tenía 16 años.
En perspectiva, ¿ha ido bien?
Sí. He hecho bastante lo que he querido en la vida. Dentro de este mundo, también me doy cuenta de que Tarragona tiene posibilidades. Es decir, te puedes desarrollar como actor aquí, aunque de tanto en tanto tienes que salir. Hay una productora potente, la Trono Serveis Culturals, que no solo produce, sino que exhibe, cosa que es bastante inaudita. Es la única de estas características en la provincia.
Actualmente, si alguien quiere estudiar teatro, ¿qué debe hacer?
Cursar el grado en Tarragona. Pero hay un problema. Antes, con la Escola de Teatre, podían asistir adultos y jóvenes. Yo fui con 16 años, por ejemplo. Pero ahora la gente mayor no puede hacer teatro aquí. O los demasiado jóvenes. La Escola de Teatre permitió que surgieran grupos como Trono Villegas u otros. Se creó un ambientillo que, de repente, cuando cerró, se perdió.
Entonces, hemos ido a peor.
En este aspecto, creo que sí. Y quisiera reivindicar que la Diputació, que tiene Escola d’Art y el Conservatori, estaría muy bien que también tuviera una Escola de Teatre i Dansa. Como en Barcelona, donde el Institut del Teatre depende de la Diputació. Hago un llamamiento para que cree una Escola de Teatre en el territorio. A mí me paran por la calle y me preguntan si pueden entrar en Dames i Vells.
Oh, ¿y se puede?
No. Ya hay lista de espera.
¿Cuánto tiempo hace que existen?
Este año hará 44 años. Sí que es cierto que, por otra parte, se ha profesionalizado. Es decir, cuando era joven no había profesionales en Tarragona y en cambio ahora sí. Viven aquí, van a trabajar a Barcelona y vuelven. Fermí Fernández, por ejemplo.
¿Cómo ha sido la dirección con Roberto G. Alonso?
Fantástica porque él también es actor y bailarín. Ahora, por ejemplo, ha estado en Canadá con Jo, travesti. Tiene una visión mucho más cabaretera, que yo no le había dado a esta obra. Él la ha transformado, la ha enriquecido.
Pues mire que usted...
Sí, tengo un punto cabaretero, pero en esta obra no. Y eso que hablo de mis años en La Gramola de la iaia. Yo fui cantante de orquesta durante ocho años y también le hacemos homenaje. Iba por las fiestas mayores.
Eso curte...
Sí. Fue donde cogí tablas. En verbenas donde la gente no paga entrada y a la que no le importa lo que ve. O le tira la lata al cantante. Latas y huevos. Tener que esquivar huevos. Ser cantante de orquesta es el Vietnam del artista. Pero aprendí mucho. En la obra hablo de todo ello, de antes de la tele, de qué supuso decidir que quería hacer teatro y cómo caminé por esta selva extraña.
¿Lo llamó Buenafuente?
Me lo presentó Fermí Fernández. Ahora explicaré intimidades... Tenía una novia que estudiaba en la Escola de Teatre y que iba a la promoción del Fermí. Ves, la Escola también convocó a gente de El Terrat. Buenafuente la iba a buscar, se conocieron con Fermí y un día me lo presentaron.
¿Sabe que aún se le recuerda como Palomino?
También hablo de Palomino. El año pasado aún me llamaron para hacer un pregón de fiesta mayor como Palomino. Imagínate. No lo he hecho nunca.