Reus-Atlètic Lleida, dos colosos sin colmillo (0-0)
Se reparten el botín en un partido igualado y con opciones en las dos áreas, pero sin acierto

Hubo pan para todos, metralla para destruir cualquier muro, pero Reus y Atlètic Lleida mojaron la pólvora, se olvidaron de lo más crucial en el fútbol; el gol. Fue un empate antinatural, alejado de la identidad que exponen dos de los equipos más poderosos de la Tercera División. Un empate forzado, ninguno lo quiso.
Para poner un ejemplo claro de lo que prometía la tarde, al primer minuto, Aitor Serrano tiró un movimiento profundo a la espalda de los centrales ilerdenses. Se quedó solo ante Pau Torres, el arquero visitante. Tiró cruzado, pero los reflejos del guardameta evitaron el éxtasis del Estadi, más poblado que nunca. 2.100 almas inundaron el cemento. Buenísima noticia. Que la gente se suba al barco.
El vértigo inaugural se completó con una imprudencia de Pol Fernández, titular en el centro de la zaga del Reus. El bote del balón sobrepasó su rostro y ofreció ventaja a Sidibe, que conquistó el área. Inteligente, cuando sintió el contacto, besó el suelo. Penalti. No se habían consumido ni diez minutos de envite. El gentío se encomendó al milagro de Pepo Campanera, de nuevo en la formación inicial. El portero rojinegró adivinó la malicia de Boris Garros, ejecutor del penal, y alivió de sufrimiento a todo quisqui.
En realidad, el primer capítulo encumbró a un Atlètic Lleida más meticuloso con la pelota, más dominador. El Reus le respondió con arrebatos contundentes, vio que su rival le plantaba la defensa en el centro del campo y le atacó con tres pases. Actitud vertical. Logró sumar ocasiones clarísimas. La mejor, en las botas de Xavi Jaime, que se topó con los pies de Pau Torres cuando el Estadi murmuraba el gol.
Al rival rojinegro se le intuyó un progreso absoluto con respecto al proyecto de equipo que desprendía hace unos meses. Cuenta con más poso, sus resultados así lo indican. Solo ha perdido uno de sus últimos 12 compromisos. Pisa play off, muy acorde con el nivel del presupuesto que exhibe. De lo más ambicioso de la Tercera División.
Máxima igualdad
Antes del descanso, los ilerdenses amenazaron con un par de acercamientos sin obligar a Pepo, siempre muy firme en esa convicción que maneja cada día que le toca actuar.
Ni Boris ni ninguno de sus compañeros del frente de ataque conectaron remates francos, aunque el aroma que transmitía el Atlètic Lleida significaba peligro. Susto seguro.
Marc Carrasco ajustó al equipo con una modificación en el intermedio. Sacrificó a Pol Fernández y ofreció chance a Hugo Moreno, que se instaló como pivote. Andy Alarcón regresó a su hábitat natural; el centro de la zaga.
El equipo dio un paso al frente, se convirtió en el protagonista del juego, mostró un punto más de compromiso con la valentía. De hecho, impidió que su enemigo volviera a visitar el área. No se recuerdan ocasiones visitantes en el desenlace.
Xavi Jaime, de nuevo titán sobre el césped, ejecutó un libre directo que obligó a otra mano decisiva de Pau Torres, totalmente diferencial en la tarde. El Reus, como acostumbra, no se dejó llevar por el manicomio. Esperó momentos y los tuvo para sentenciar a su favor, pero careció de acierto, en la última decisión, sobre todo. Lo intentó hasta el segundo definitivo, pero esta vez no se convirtió en el rey del ocaso. El empate se confirmó después de dos centros sin rematador en el área del Atlètic Lleida, en ese aliento definitivo.
La sensación que dejó ese intervalo es que a los ilerdenses les contentaba algo más el botín que al Reus, al que no le sirve nunca dejarse puntos en el salón de su casa y menos su el rival directo por la primera plaza sí ha cumplido. Habrá que remar mucho hasta el final.