Josep González: «Se está desaprovechando a los mayores de 45 años por una cuestión de moda»

Es presidente de la Fundació Pimec y presidente de honor de Pimec

Tras dar el relevo en la presidencia ejecutiva de Pimec a Antoni Cañete, usted se ha volcado ahora en la Fundació Pimec. ¿Qué persigue esta fundación?

La Fundació Pimec nace hace 15 años fruto de la voluntad de querer ordenar un poco todas las actividades sociales que llevaba a cabo la patronal. Constituimos una fundación social y pusimos en valor la RSC (Responsabilidad Social Corporativa) del empresariado. Y tomamos la decisión de que nuestra actividad sería enteramente relacionada con el entorno empresarial.

¿Por ejemplo?

Una de nuestras primeras acciones fue el programa ‘Emppersona’, que coge fuerza con la famosa crisis de 2007-2008. Se trata de una crisis que tuvo connotaciones diferentes a las de todas las anteriores, porque en esta ocasión las entidades financieras se quedaron sin dinero. En un país donde las empresas estaban muy apalancadas, la retirada de fondos que hubo comportó una mortalidad de empresas como ninguna crisis había provocado. Nuestra tarea fue ayudar a aquellos empresarios que se quedaban hundidos, porque las circunstancias eran muy duras.

¿Era un apoyo material o emocional?

Más bien emocional, sobre el estado anímico en el que quedaban esos empresarios, porque llegaban a situaciones duras. Hacíamos un trabajo muy variado a favor de la persona, pero no enfocado a salvar empresas que ya eran insalvables. Y, gracias a ese programa de apoyo, eso nos llevó a descubrir una cosa muy interesante.

¿De qué se trata?

Que aquí era muy difícil tener una segunda oportunidad. Yo siempre había pensado que el empresario americano era más emprendedor que el nuestro, porque seguía montando empresas después de dos fracasos empresariales, mientras que aquí no lo hacían. Pero, gracias al programa Emppersona, me di cuenta de que nuestros empresarios eran tan emprendedores como los americanos, solo que entre ambos variaban las condiciones para emprender. Allí, cuando un empresario fracasa y se ha comportado correctamente, se le ayuda para que vuelva a intentarlo, para que vuelva a crear riqueza y empleo. Aquí, no.

Aquí, las deudas te perseguirán hasta la tumba, y quizás también a tus sucesores...

En efecto. Pudimos observar que aquella persona que estaba hundida seguía teniendo espíritu emprendedor, pero para ella una segunda oportunidad era algo muy difícil de lograr. Por eso es tan importante intentar cambiar las condiciones. Porque, como usted señala, si aprovechando esa segunda oportunidad, ese emprendedor pone en marcha una segunda empresa, el dinero que tenga en el banco se lo pueden quitar para pagar su primera aventura.

Lo cual es un poderoso desincentivo a emprender, ¿no?

Por eso es tan importante analizar si ese empresario se ha portado bien anteriormente y, si es así, ayudarle, tal y como hacen en los EEUU con sus empresarios. Y no le niego que a veces hay suspensiones de pagos que son especulativas, pero son la excepción.

Hay otra barrera aquí para emprender. Parece que, pasada cierta edad, ‘ya no toca’. ¿Tenemos un problema con el edadismo?

La edad es la tercera razón de discriminación en el mundo, solo por detrás de la raza y el sexo. Desde la Fundació Pimec estamos muy activos en la lucha contra el edadismo, intentando sensibilizar a la sociedad de que la gente de más de 45 años es una oportunidad magnífica para las empresas. Es una incongruencia que la gente cada vez viva más años y la jubilen más joven.

Y hay sesgos de edad en procesos de selección, que ningún reclutador reconocerá públicamente. ¿Hasta qué punto el curriculum vitae ‘ciego’ puede ser una solución?

Nosotros defendemos el ‘curriculum ciego’ [donde no se muestren datos que puedan inducir al sesgo], para sensibilizar de que no haya una selección por edad. Es un drama humano: una persona de 45 años no tiene edad para jubilarse, pero al mismo tiempo sí que tiene edad para no encontrar empleo. Eso es un drama, porque esa persona tiene una serenidad y una ilusión de volver a tener una oportunidad que otros no tendrían. Persiste la concepción errónea de que una persona joven es más capaz de adaptarse, pero olvidamos el caudal de conocimiento que tiene alguien de más de 45 años.

Las soft skills o ‘habilidades blandas’ que en muchos casos proporciona la experiencia. ¿Es eso?

Así es. Esa persona tendrá una experticia en relaciones humanas que no se debe ignorar. Las cosas deberían ser más equilibradas, y lo más importante aquí es llamar la atención sobre el hecho de que es un problema que se excluya de responsabilidades a estas personas. Se está desaprovechando a los mayores de 45 años por una razón de moda, pero sin una lógica, porque con esa edad se está en plenitud de forma física, y con aquella serenidad que dan los años.

¿La Covid-19 y la adopción del teletrabajo de forma masiva en muchos sectores demostró que esa supuesta menor adaptabilidad en estas franjas de edad era un estereotipo?

Es algo que se ha demostrado, efectivamente. Con la Covid-19, el teletrabajo ha tenido un gran impulso y ha habido capacidad de adaptación. Y no sabría encontrar una relación entre la edad y esa capacidad de adaptación, porque ha sido algo que no ha tenido distinción de edades. Pero, a propósito de la Covid-19, hay otra cosa que nos preocupa mucho.

¿De qué se trata?

Sea por la Covid-19 o por la crisis que estamos teniendo, detectamos que hay un incremento en la alteración de la estabilidad laboral, con muchos más problemas de salud mental. Desde la Fundació Pimec estamos buscando desarrollar una línea de ayuda para esas empresas que tienen problemas de salud mental.

Antes ha usado el término RSC (Responsabilidad Social Corporativa). Lleva puesto un pin con los ODS (Objetivos de Desarrollo Sostenible) de la ONU. Ahora, la RSC son criterios ESG (Ambientales, Sociales y de Gobernanza). ¿Hasta qué punto se los creen las empresas o es puro marketing?

Siempre ha habido empresas en las que estos discursos han sido más teoría que realidad, pero no hay duda de que, en términos generales, ha habido una mejora en cuidar el factor humano en la empresa. Es algo que defendemos y hemos defendido, como cuando hace tres años desde Pimec reclamamos subir el salario mínimo, porque era algo que socialmente convenía, y no le veíamos riesgos importantes que lo impidiesen.

¿Pero hay ‘social washing’, ‘impact washing’, ‘people washing’ o como le quiera llamar?

Puede haber un poco de acciones de cara a la galería, pero la obligación de los ODS que viene de la Agenda 2030 será inevitable para el entorno de las empresas. En el caso de las micro, pequeñas y medianas empresas, ser emprendedor no significa saber de todo, y el mundo va teniendo cambios culturales que hay que aprender. Nosotros queremos ayudar a ello. Ya sucedió por ejemplo en la década de los años setenta, cuando una de las grandes estrategias de la industria de automoción japonesa era el ‘defecto cero’. Aquí, lo veían como un coste. Hoy, dicen que si no lo hacen se arruinarían.

Hoy, el coste es tolerar esos defectos.

Porque entró en la empresa la cultura de la calidad, igual que entró después la cultura de la seguridad. Lo que quiero decir con esto es que el emprendimiento siempre es el mismo, pero lo has de acompañar con culturas diferentes, que luego, con el tiempo, no tienen marcha atrás. Ahora estamos en la cultura de la sostenibilidad y, sí o sí, la empresa debe entrar en ella.