‘Irati’, una historia épica, ecologista y mágica que ocurre en pleno siglo VIII

El director, Paul Urkijo, crea un mundo de fantasía, aventuras, brujas, guerreros y mucho amor por la Tierra

El cineasta alavés Paul Urkijo vuelve a la mitología vasca para crear un mundo de fantasía, aventuras, brujas, guerreros y mucho amor por la Tierra en su segundo largometraje, Irati, una película histórica, épica, ecologista y mágica que ocurre en el siglo VIII, pero que se puede leer en clave totalmente actual.

«Vivimos en un mundo en el que las grandes corporaciones absorben absolutamente todo y las formas de pensar creativas se diluyen en esa fuerza mercantilista. Por eso, Irati es un canto a la libertad creativa y al respeto a lo diferente y lo raro», afirma Urkijo en una entrevista en Madrid con motivo del estreno de la cinta mañana en las salas españolas.

Desde crío, cuenta el director, fue mucho al monte con sus padres y con la ikastola. «Y allá me solían contar: en este bosque hay basajaun, esta montaña es una de las casas sagradas de Mari, sus cuevas, las lamías de los ríos...».

Luego leyó el cómic El ciclo de Irati, de Juan Luis Landa y Jon Muñoz donde aparecen los personajes de Irati y Eneko, «un cómic muy juvenil, parecido a Asterix», apunta, y lo usó de apoyo para contar su historia. Consiguió los derechos y cambió y añadió cosas, como la batalla de Roncesvalles o las relaciones entre las familias musulmanas de Tudela y el protorreino de Pamplona.

Y metió personajes mitológicos. Irati, dice, «está repleta de símbolos que han representado los sueños y miedos de los seres humanos y que se mantienen vigentes».

Rodada en euskera antiguo, Irati lleva al espectador al siglo VIII; el cristianismo se extiende y las creencias paganas están mal vistas, asustan, las esconden. Pero el ejército de Carlomagno va a atravesar los Pirineos y el líder del valle busca a una diosa ancestral que le ayuda a cambiar su vida. Antes de morir hace prometer a su hijo Eneko que liderará a su pueblo en la nueva era.

Tras una sangrienta batalla, la película salta a un Eneko adulto (Eneko Sagardoy) ferviente católico que debe afrontar la promesa del padre y recuperar su cuerpo, enterrado junto al tesoro de Carlomagno. Para ello, necesitará a Irati (Edurne Azkárate), una de las «hijas» de Mari (Itziar Ituño).

«Irati toma referencias locales y utiliza la mitología y la historia vasca navarra para contar una película medieval, pero que es útil para hablar de temas de hoy», como las dicotomías «ley humana o ley divina, lo masculino y lo femenino, la política o las disidencias, y todo esto en un caldo de cultivo que puedes ir deshilando en distintas lecturas», dice Azkárate.

Sagardoy confiesa que le «encantaría» que la gente que no ve el riesgo en el maltrato a la tierra se diera cuenta viendo ‘Irati’ y «dieran una oportunidad a la ciencia y al activismo».

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