Alberto Núñez Feijóo

Seguramente no es el mejor candidato de su partido, pero no hay otro. Sus rivales políticos, o sea el PSOE, han dicho de él casi todo, con los peores calificativos, hasta llamarle tonto. Incompetente, han dicho.

La mayor virtud de Alberto Núñez Feijóo es la templanza, el llevar con estoicismo todo tipo de insultos. Por lo demás, no es un magnífico orador, con una prosa espesa y administrativa, que contrasta con la desenvoltura de Pedro Sánchez y con la facilidad de labia y de improvisación de este último.

Feijóo, además, tiene cierta propensión a enredarse con los conceptos y a utilizar los datos con imprecisión. Claro que a diferencia de su rival socialista él no miente, pero estamos tan acostumbrados a las mentiras y contradicciones del Presidente de Gobierno que ni nos inmutamos. Hay, sin embargo, dos afirmaciones del líder del PP que han sembrado la inquietud en su propio partido. La primera ha sido la de rebajar las expectativas de los populares el 28-M, diciendo que la confrontación de verdad será en los siguientes comicios, los del Parlamento.

¿Se puede ir a unas elecciones sin lanzar las campanas al vuelo y minimizar los resultados del contrario? La otra insinuación, más que afirmación, es la de dejar la jefatura del partido en caso de no triunfar en las elecciones generales.

¿Es un reconocimiento implícito de la derrota? ¿Indicaría eso una endeblez política oscurecida por la modosidad de las formas del candidato? En todo caso, y pese a las limitaciones del líder de la oposición, él y su partido son los favoritos de los dos próximos comicios. Eso revela lo hartos que estamos los ciudadanos del Gobierno de Sánchez y de su verborrea.

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