El cambio climático quema

El mes de julio que acabamos de dejar atrás es uno de los más bochornosos que se recuerdan desde que hay registros. Y, según la predicción del Centro Europeo, es de esperar que en agosto se alcancen «temperaturas superiores a las normales» en casi toda España.

Es posible que en la primera quincena de agosto, y tal vez en la segunda, se superen de 3 a 6 grados los valores normales y que siga aumentando la temperatura del agua en Mediterráneo, donde ya es 5 grados superior a los valores normales. El calor está siendo asfixiante. En Tarragona, siete de cada diez noches son tropicales, un fenómeno climatológico para aquellas jornadas en las que la temperatura mínima registrada es igual o superior a los 20 grados. No es novedad, siempre han existido, pero ahora hay, de media, unas 35 noches tropicales más que a mediados del siglo XX, apunta Javier Sigró, profesor e investigador del Center for Climate Change (C3) de la URV.

El calentamiento global está intensificando las olas de calor, que ya empiezan a ser una constante cada verano. Incluso el mar las sufre. El agua se encuentra entre 28 y 30 grados, lo que hace temer por los hábitats marinos y por futuras tormentas torrenciales y una sucesión de gotas frías y altas presiones. El cambio climático se muestra inquebrantable. En 2018, la joven sueca Greta Thunberg encabezó una protesta de alcance mundial para lograr la reducción de las emisiones de carbono. La siguieron cientos de miles de jóvenes, pero, aun así, los mandatarios se han dormido en los laureles.

La ONU aprobó el jueves el reconocimiento como derecho humano universal del acceso a un medioambiente limpio, sano y sostenible. Se trata en palabras del secretario general, António Guterres, de que los países se unan contra la triple crisis planetaria: el cambio climático, la pérdida de la biodiversidad y la contaminación. La Tierra pide auxilio. Ojalá no lleguemos demasiado tarde.

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