Joan XXIII y la no atención primaria

El hospital Joan XXIII encara agosto con las habitaciones están llenas y el servicio de Urgencias saturado. Tanto es así que, en algunos casos, se ha optado por derivar alguno a otro hospital de la ciudad. La situación es tal que la dirección ha decidido suspender el cierre de la octava planta de hospitalización previsto en verano, para llevar a cabo la renovación del sistema de climatización.

Las razones son múltiples. Los casos derivados de la ola de calor, también de la Covid pero una de las más preocupantes que arguyen los profesionales es que la ciudadanía ya no confía en ser atendido presencialmente en un centro de atención primaria (CAP). Entonces, cansados de llamar, deciden ir directamente a urgencias del hospital. La solución más rápida. Además, según relatan la mayoría de los pacientes que llegan sufre un cuadro médico complejo, consecuencia también o bien de que no han querido ir al CAP o de que no se les está haciendo un seguimiento como correspondería desde la atención primaria, lo que implica que el ingreso es de larga duración.

De confirmarse tales hipótesis estamos hablando de una situación grave, porque precisamente la atención primaria, como puerta de entrada al servicio sanitario que es, debería ser tratada, como la joya de la corona. Y, sin embargo, acumula años de deterioro por la falta de recursos, lo que ha propiciado en muchos casos una fuga de talento hacia otros territorios donde los sanitarios son mejor remunerados y trabajan en mejores condiciones, al tiempo que ha hecho que la especialidad de médico de familia resulte poco atractiva para muchos profesionales. La Covid nos ha abierto los ojos sobre su importancia, lo que debería traducirse en un importante incremento de los recursos que dignifique una labor tan digna y, a la vez, tan trascendental como la que se lleva a cabo en los CAP. Sin más demoras.

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