Más rentabilidad para los ahorros

Cuando el Banco Central Europeo comenzó a subir los tipos de interés –lo hizo por primera vez en julio, como vehículo para tratar de aplacar la galopante inflación– todos los analistas esperaban, en buena lógica, que esa política de encarecimiento del dinero –su precio se ha incrementado en un 4,7%– se tradujera en unos préstamos más caros y, al mismo tiempo, en un ahorro mejor remunerado. Sin embargo, si bien es cierto que la repercusión en el euríbor ha sido prácticamente inmediata y ha encarecido sensiblemente las hipotecas, no ha sucedido lo mismo con el interés de las cuentas de ahorro de los ciudadanos. O sea, que la mayoría de la banca no está trasladando la subida de tipos a los depósitos y cuentas de sus clientes, mientras sí lo hace a los préstamos.

Según datos de Eurostat, la banca española está ofreciendo hasta un 70% menos de rentabilidad a sus depositantes que la media de la zona euro. Se da la circunstancia, además, de que las entidades sí han comenzado a trasladar las subidas de los tipos al dinero de las empresas, lo que hace más doloso, por el agravio comparativo, el trato que dispensa a los ahorradores particulares. En efecto, el sector bancario ha ido ajustando al alza la cifra con la que remunera a las empresas, que hoy se sitúa en el 1,199%, lo que evidencia que la traslación de las subidas de los tipos de interés a los depósitos está siendo aquí mucho más rápida que para los particulares. En concreto, los tipos actuales para las empresas prácticamente triplican el 0,41% aplicado por las entidades a los hogares. Esta situación explica que muchos ahorradores se hayan volcado en la deuda pública. La banca comercial debe hacer frente al compromiso con sus clientes de incrementar la escasa rentabilidad de sus ahorros, para que el aumento del valor del dinero no suponga para los ciudadanos de a pie solo un incremento de los gastos. Parece de justicia.

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