Trump vuelve a los tribunales

La citación, el 13 de junio, a Donald Trump en los tribunales por cargos relacionados con el hallazgo de documentos clasificados en su casa de Florida después de haber dejado la Casa Blanca abre un procedimiento sin precedentes contra un expresidente de Estados Unidos. Trump ha tenido numerosos escándalos y procesos judiciales, pero en esta ocasión se convertirá en el primer procesamiento por delitos federales, lo que significa que se enfrenta al propio país de Estados Unidos. La rocambolesca situación da un giro más al tratarse de un hombre que aspira a ser designado por el Partido Republicano para optar de nuevo a la Casa Blanca en las elecciones del próximo año. Los cargos tienen que ver con el descubrimiento en 2022 de cajas con documentos clasificados, algunos con etiquetas de «alto secreto», que se hallaron en un registro en Mar-a-Lago, la residencia de Trump en Palm Beach, y su resistencia a entregarlos. Como cabía esperar por su talante, Trump ha reaccionado presentándose como objetivo de una supuesta persecución urdida por los demócratas que, de esa manera, habrían atacado también al país, del que él sería un representante genuino.

Al actuar así, es indudable que el hombre que ha sido capaz de atenazar al Partido Republicano en la última década pretende seguir haciéndolo para mantener divididos a los estadounidenses en torno a su persona. Tras cuestionar el normal funcionamiento del sistema electoral hasta promover el asalto de huestes fanáticas al Capitolio, el anterior inquilino de la Casa Blanca está desafiando al sistema judicial. La sola perspectiva de que el proceso electoral de las presidenciales de 2024 sea acaparado por el afán victimista de Trump desestabiliza la vida pública de la primera potencia mundial, que se ve obligada de esta manera a demostrar, como si fuera una garantía para el resto del mundo, que sus instituciones funcionan. Incluso –sobre todo– con los más importantes.

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