Y ahora, también sube el euríbor

No corren buenos tiempos para las economías de las familias, cuyos bolsillos acaban pagando todos los platos rotos. El encarecimiento de la electricidad y de los combustibles a causa de la guerra en Ucrania ha disparado los precios de todos los productos, incluido el de una cesta de la compra que ya está por las nubes. En este contexto, llega otra mala noticia: el abrupto repunte del euríbor, que ha pasado en apenas cuatro meses de marcar su mínimo histórico a situarse en valores positivos que son los más altos registrados en los últimos seis años. Se trata de un fenómeno que se corresponde con los mensajes del Banco Central Europeo sobre una próxima subida de los tipos de interés a fin de enfriar la calentura inflacionista. El incremento del indicador que define la gran mayoría de las hipotecas constituye un motivo de inevitable inquietud para la ciudadanía que paga un préstamo por su vivienda, en un contexto de apreturas por la escalada de los precios en bienes esenciales. Es la paradoja de la medida que va telegrafiando el BCE –el incremento del coste del dinero– para responder a su objetivo fundacional de controlar la inflación: que en tanto no se alcance ese propósito, los hogares soportarán el embate, por una parte, de la carestía de la energía y de la cesta de la compra y, por otra, de hipotecas más gravosas; es decir, que la iniciativa que se anuncia para contener la inflación redunda, de entrada, en un repunte de los costes hipotecarios que puede someter, al menos durante un tiempo, a mayores estrecheces a las familias. Y es que los cálculos hablan de que una hipoteca media sufrirá un incremento que superará los 30 euros al mes, una cifra que no sería muy grave si no fuera porque se suma al aumento de todos los demás precios, lo que ha reducido en gran medida el poder adquisitivo de una clase media cada vez más empobrecida. Y esto supone un enorme riesgo económico y social.

Temas: