El programa de Podemos en Andalucía

No es un programa rupturista, ni revolucionario, ni antisistema

Tras el programa preparado por Podemos para las elecciones europeas del pasado mes de mayo, que ubicaba al nuevo partido en una posición de izquierda radical, la organización encabezada por Pablo Iglesias ha ido evolucionando ideológicamente a través de declaraciones de sus líderes, que se han ubicado en una posición ‘centrista’ y han señalado como referente a la socialdemocracia del Norte de Europa. Las ‘nuevas ideas’ generales de Podemos no se han plasmado todavía documentalmente, e incluso ha parecido en algún momento que la ambigüedad era una táctica premeditada que perseguía el objetivo consciente de mantener el efecto de arrastre sin tener que fijar premisas ideológicas, que siempre podían suscitar algún rechazo. Por ello, algunos esperábamos con curiosidad los programas electorales de la organización para salir de dudas.

Con vistas a las elecciones andaluzas del día 22, Podemos ha publicado un bien elaborado programa titulado El cambio empieza en Andalucía. El momento es ahora, de 125 páginas, compendiado en 30 propuestas, sometidas todas ellas en su momento a votación de la asamblea. Se estructura en cinco bloques: 1. Recuperemos las instituciones. Construyamos las administraciones para el cambio. 2. Comienza el cambio: la economía al servicio de la mayoría. 3. Un modelo territorial. 4. Por el bienestar social de las y los andaluces –la sintaxis de género brilla en todo su esplendor–. Y 5.Regeneración social a través de la cultura y la sociedad del conocimiento.

En el bloque 1, destaca la declaración de Procedimiento de Emergencia Ciudadana a las situaciones de grave carencia que afecte a la dignidad de las personas. Entre las medidas anticorrupción, se propone la dotación de más medios y recursos a los juzgados y la generación de «instrumentos independientes de investigación y control de los cargos políticos». Además, se pretende implantar la figura del referéndum revocatorio, se pondrán en marcha herramientas digitales de participación y se auditará toda la gestión pública.

En el bloque 2, la propuesta más llamativa es la de fomento de la acción cooperativa y de la economía social. Todo lo demás –impulso a políticas de emprendimiento socialmente responsables, pacto por la revitalización del sector agrario andaluz, priorización de los productos agroalimentarios locales en el consumo institucional, etc.–, es bastante obvio y parece perseguir los objetivos tradicionales.

En el bloque 3, se hace gran énfasis en el derecho a la vivienda –con suspensión temporal de todos los desahucios, plan ciudadano de rescate habitacional, garantía a la ciudadanía de los suministros básicos, etc.–, difícilmente objetable, aunque las propuestas llegan cuando lo peor de la crisis ha pasado y el problema, que fue gravísimo, se ha paliado en buena parte. En el bloque 4, se opta por la gestión pública directa de los servicios sanitarios, el fin de los recortes en la educación pública y la universalidad y gratuidad de la escuela infantil desde los cero años, además de por la reactivación y desarrollo integral de la Ley de Dependencia y por la lucha contra la malnutrición infantil. Y en el bloque 5, se alude a la «recuperación de la memoria histórica», a la necesidad de una ley de Mecenazgo, a alcanzar la media europea en I+D+i, y a impulsar Servicios de Comunicación Comunitarios (privados sin ánimo de lucro) fortaleciendo el tercer sector como garantía democrática.

Evidentemente, no es un programa rupturista, ni revolucionario, ni antisistema: está planteado en el marco del actual terreno de juego constitucional y podría ser asumido por una parte significativa del abanico de partidos. Tampoco es muy innovador –suena a déja vu en muchas de sus partes– aunque el lenguaje sí lo sea. En definitiva, el programa de Podemos facilita los pactos y, por ende, la gobernabilidad. Es tranquilizador saberlo.

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