Planeta enfermo

Nuestro planeta empieza a mostrar los síntomas de una enfermedad que se cronificará si continuamos con la misma carrera hacia la destrucción. La Organización Meteorológica Mundial (OMM) advirtió que las temperaturas en todo el globo se elevarán «hasta límites desconocidos». Esta situación sería el resultado de la acción combinada del cambio climático con el fenómeno El Niño, que calienta varias zonas del océano Pacífico.

Los expertos de la OMM advierten que las repercusiones serán temibles para la salud, la alimentación, la gestión del agua y del medioambiente. ¿Qué habría que hacer? La receta es bien conocida, aunque algunos políticamente incorrectos intenten darle la vuelta a la chaqueta con una argumentación que no se sostiene cuando la receta es bien conocida: debe reducirse el efecto invernadero provocado por las emisiones de petróleo, gas y carbón, como señalan hace mucho tiempo los expertos de la ONU.

La Agencia Estatal de Meteorología (Aemet) también advierte de que este verano España sufrirá más calor de lo habitual. Anticipa como probable que el próximo estío se situará entre los más cálidos de los últimos treinta años. Quizás en otoño caiga agua para aliviar la sequía, pero ya se verá. Durante abril, la venta de aparatos de aire acondicionado se ha disparado un 80% en relación al año anterior.

En esta perspectiva, nos preparamos para sufrir lo menos posible porque en líneas generales somos unos privilegiados. Según la Agencia Internacional de la Energía, hace solo dos años, el 43% de los africanos no tenía siquiera acceso a la electricidad.

Una vez más, lo que ocurre en África es muy grave. La ONU ya ha advertido que en ese continente se vivirá un aumento de entre el 3% y el 10% de las zonas áridas e hiperáridas en las próximas dos décadas. Es decir, más sequías y menos lluvias, aunque con tormentas más intensas.

La carencia de agua y las inundaciones forman un combinado fatal para tantos ciudadanos que sufren y no saben cómo proteger ni a sus niños ni a sus ancianos. Unicef ha hecho público que, en diez países de ese continente, 190 millones de niños y niñas se encuentran amenazados por la precariedad en relación al agua, el saneamiento y la higiene.

El planeta, pues, está enfermo y los grandes protagonistas de su mal somos muchos de nosotros. Con esta abrumadora acumulación de datos, existen todavía negacionistas del cambio climático sin importarles ni poco ni mucho hacer el ridículo o ser proclamados los grandes egoístas de la humanidad. La codicia y la indiferencia nos pueden conducir al desastre.

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