Cuestión de pelos

Trabajar al lado de tres institutos –el Diari está entre el Martí i Franquès, el Vidal i Barraquer y el Tarragona– supone asistir a un enriquecedor ejercicio de diversidad protagonizado por adolescentes que expresan su personalidad y sus gustos a través de vestidos y peinados de lo más variopintos. Es genial.

Me alegro de que estos estudiantes no vivan en Tailandia, donde la decisión de la ministra de Educación de dejar en manos de las escuelas las directrices sobre el corte de pelo que los alumnos deben llevar ha suscitado una gran preocupación entre los jóvenes.

Y eso que el reglamento del Ministerio de Educación sobre los peinados de los estudiantes era drástico: determinaba que las niñas deberían llevar cortes cortos o cabello largo debidamente atado y, los niños, cortes de pelo cerrados con los lados rapados. A los alumnos se les prohibía teñirse el cabello o hacerse una permanente, así como tener barbas o bigotes.

Bien, pues al parecer la cosa puede empeorar. Así lo cree el influyente grupo activista Bad Students (‘Estudiantes Malos’), que apunta que «la ministra ha dejado que el infierno se desate sobre las cabezas de los niños, pues los colegios pueden manipular el peinado de los estudiantes tailandeses de forma aún más violenta». Dios mío.

Quizá deberíamos preocuparnos menos por cómo llevan la cabeza por fuera nuestros jóvenes y preocuparnos más por amueblar su interior con conocimientos y valores que hagan de ellos los protagonistas de un mundo mejor.

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