Implicación ciudadana

El lunes llegó una nota de prensa a la redacción del Diari en la que el gobierno del Ayuntamiento de Tarragona mostraba su satisfacción por la «elevada implicación ciudadana que valida los aspectos clave del desarrollo urbanístico de Tarragona», en relación al proceso participativo del POUM.

Y a renglón seguido concretaba que había habido 16 talleres con 436 participantes. O sea, que teniendo en cuenta que en la ciudad vivimos 134.883 personas –son datos del Idescat de 2022–, esta «elevada implicación ciudadana» supone el 0,32% de la población.

Incluso suponiendo que algunas de estas personas representaran a entidades o asociaciones de vecinos –lo cual hay que poner en cuarentena, pues una cosa es que un dirigente o socio de una entidad acuda a título personal y otra que lo haga en representación de esa asociación, lo que requeriría la delegación por parte de sus integrantes–, la participación parece más bien pobre e invita a una reflexión.

Y es que, a diferencia de lo que ocurre en otras ciudades, la sociedad de Tarragona en general no es muy dada a implicarse –otra cosa es que critique en las redes sociales– en un tema tan importante como el diseño y rumbo de la ciudad en la que vive. Se trata de un problema –porque sí, es un problema– en el que todos tenemos una buena parte de responsabilidad, desde los dirigentes hasta los ciudadanos.

Sí, aquí nos cuesta salir a exigir y defender incluso los servicios y los derechos más básicos. Y así nos va.

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