ChatGPT para columnistas

El exministro Castells es un faro que nos alumbra a todos los perezosos. A mí me cuesta mucho escribir estas columnitas, así que agradecería tener un negro para que en los días malos me las redactara. Si no lo hago es porque no puedo pagármelo y porque me da mucho miedo que se me rebele, como le pasó a Ana Rosa, y sufra un golpe reputacional que ni don Juan Carlos con el elefante.

El exministro ha descubierto que podemos utilizar la inteligencia artificial para que nos haga la labor y encima es gratis y no te puede chantajear. Lo malo es que él ha tenido la cortesía de indicarnos que su último artículo en La Vanguardia se lo había escrito ChatGPT y a partir de ahora todo van a ser sospechas. Yo, por si acaso, le ordené a la maquinita que me redactara una columna «al estilo de Pío García» y la cabrona me largó un pestiño indecente que me hizo replantearme qué imagen de mí tiene la inteligencia artificial.

Al final del engrudo firmaba «Pío García» y eso acabó de sumirme en la melancolía. Al exministro Castells, sin embargo, el experimento pareció salirle bien, lo que en el fondo resulta más inquietante. Tenga usted cinco doctorados, siete cátedras y veinte libros escritos para que un aparatito remede su estilo hasta hacerlo intercambiable. No obstante, yo le aconsejaría a don Manuel que no confíe en exceso en ChatGPT.

Sigue habiendo errores. Fíjense que, jugueteando, le pedí que me diera una solución para la guerra de Ucrania aplicando las teorías geopolíticas esbozadas por las ganadoras del certamen de Miss Mundo en el momento de su coronación... ¡y me salió Ione Belarra!

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