La enérgica protesta

La etiología de la enfermedad está clara, pero es confuso su tratamiento

Todos los partidos a excepción de alguno que otro, comparten el diagnóstico del Rey, desde Podemos al PP, que no está seguro de poder aguantar más. La etiología de nuestra enfermedad está clara, pero lo que es confuso es su tratamiento. Felipe VI es el primero en pedir que se combata la corrupción, que está a la vista, y que se apoye el llamado estado del bienestar, que sólo han visto unos cuantos. Seríamos medio felices si se cumplieran la mitad de las promesas. Estamos deseando ser agradecidos, pero aún no tenemos motivos de gratitud, así que tenemos que conformarnos con los que hay, que es lo que no se ha llevado la jauría de los políticos que se han enriquecido durante todo el tiempo que les dejaba libre predicar la austeridad.

Las protestas enérgicas gustan mucho. Algunos las aplauden hasta con las orejas, ya que sólo las han oído en televisión, en el discurso navideño de nuestro joven y valiente Rey, pero ya en el Poema del Mío Cid se nos previene de la distancia que va de lo que deseamos que ocurra a lo que sucede. «Lengua sin manos, cómo osas hablar». La mejor noticia del año que se está muriendo en nuestros brazos es que hay pensiones de jubilación que subirán tres euros, pero contrasta con que la jubilación se retrasará hasta los 65 años y tres meses a partir del día 1 de enero.

Año nuevo, vida nueva, pero estirando más el dinero, que tiene muchas virtudes cuando se emplea bien, pero carece de elasticidad.

No sólo se nos pueden agotar los recursos a las personas mayores, sino la paciencia. Por lo pronto, los que han agotado los recursos judiciales son algunos de los ídolos de la afición, bruscamente apeados de sus pedestales. Además de la cupletista Pantoja, ha ingresado en la trena el exalcalde Pacheco; el expresidente del Sevilla, que no es real porque real es el Betis, Del Nido; y el torero y veloz conductor de coches, Ortega Cano.

Las cárceles están a tope, pero hay cola esperando entrar, mientras crecen las enérgicas repulsas. Mientras más enérgicas, mejor.

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