Donald Trump ¿Está capacitado para volver a ser presidente de EEUU?

Su estilo. El expresidente recurre con frecuencia al desprecio, manifiesta una constante deslealtad con los demócratas y con sus colegas del partido republicano, incita a la violencia y normaliza el insulto

En Estados Unidos, que el expresidente Donald Trump no se lleva bien con quien fue líder de la mayoría en el Senado durante su presidencia y hoy está al frente de la minoría, Mitch McConnell, es público y notorio. Su relación pasó de no conocerse personalmente, a apoyarse mutuamente por interés político, a ignorarse o despreciarse

La relación de conveniencia se remonta a la campaña electoral de 2016, cuando McConnell se acercó a Trump –entonces candidato en las primarias republicanas–, para decirle que le apoyaría si, en caso de ganar y llegar luego a la Casa Blanca, aceptaba nominar a magistrados para la Corte Suprema que él le daría en su momento. Trump ni lo dudó, y ese acuerdo –con las victorias de Trump– acabó con las confirmaciones de tres de los jueves más conservadores que hoy tiene el Alto Tribunal estadounidense.

Durante los momentos más difíciles de la presidencia de Trump, McConnell fue un aliado del presidente, en muchos casos con sus silencios frente a los escándalos o salidas de tono que marcaron esos cuatro años... hasta el asalto al Capitolio en 2021.

La gravedad de esos hechos y el apoyo de Trump a la turba violenta llevó a McConnell a no solo condenar el intento por la fuerza de cambiar el resultado electoral, sino a condenar el papel de Donald Trump, a quien le quedaban poco más de dos semanas en la Casa Blanca. Esa condena, Trump nunca se la perdonó, y si tenían coincidencias o intereses comunes, esos nunca volvieron a ser más importantes que el enojo, por no decir odio, que Trump tiene hoy todavía por McConnell.

En los últimos días, el expresidente ha llevado a un nuevo nivel ese enojo contra McConnell, a quien –por negociar y apoyar algunas iniciativas legislativas demócratas en las últimas semanas–, Trump se ha referido a él como un senador que tienen «deseo de muerte» ( «he has a DEATH WISH», ha escrito en inglés en sus redes sociales). Y por si esto no fuera poco, ha insultado a su esposa, de origen taiwanés, Elaine Chao, quien fue secretaria de Transporte (ministra de Transporte) con Trump en la Casa Blanca. El expresidente se refirió a ella como la «esposa amante de China, Coco Chow» («China loving wife, Coco Chow»).

En política, entra dentro de lo posible compartir partido y diferir en ideas o propuestas. Está claro que Trump y McConnell no se llevan bien en lo personal, y que ambos políticos difieren en su concepción de lo que es hacer política. Trump está instalado en la oposición ciega al gobierno o a cualquier iniciativa legislativa de sus rivales demócratas, aunque éstas coincidan con sus ideas o beneficien a todos los ciudadanos, incluidos sus votantes. McConnell entiende, hoy desde su liderazgo de la minoría en el Senado, que su papel es negociar lo posible para conseguir lo improbable, y lograr acuerdos. Pero aún desde esa diferencia en la concepción política, la reacción de Trump, con los insultos, es inaceptable; más viniendo de un expresidente.

Trump es desleal con sus colegas de partido que deben ejercer el rol de oposición, negociar y pactar leyes, y defender desde el Congreso su visión de país. Es desleal también con quien fue su secretaria de Transporte, Elaine Chao, cuyo pecado para Trump es simplemente ser la esposa de McConnell. Y por eso la insulta.

Trump es irresponsable por incitar a la violencia, al hablar de «deseo de muerte» contra McConnell.

Y Trump demuestra su ignorancia y su racismo al referirse a Chao en esos términos. La exsecretaria de Transporte es de origen taiwanés, y el partido de Trump defiende la soberanía de Taiwán frente a una China expansionista y dictatorial. Llamar a un taiwanés «chino», es alinearse con la narrativa de Pekín.

Con estos insultos, el exmandatario –que se espera que antes de final de año anuncie su intención de volver a ser candidato para las elecciones de 2024– vuelve a sembrar la duda de si está preparado y capacitado para volver a ser presidente y, desde el cargo, unir al país y trabajar para todos los ciudadanos.

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