Las librerías de barrio alejadas del centro de Reus sobreviven «a duras penas»

Los negocios más pequeños languidecen al no poder competir con otros con mayor infraestructura y especialización

Las librerías de barrio alejadas del centro y «de toda la vida», a las que «ibas a comprar los libros de texto para comenzar el curso», languidecen en la ciudad. Las que siguen subiendo la persiana sobreviven «a duras penas». Ya en marzo, por ejemplo, la Llibreria Araceli anunciaba que cerraba por jubilación, en el barrio del Carme, pero más allá de la falta de relevo generacional, hay múltiples factores por los cuales estos negocios observan un futuro «con dificultades e incertidumbre».

Los vecinos de la ciudad comentan que «en estas librerías se ofrecía un trato muy cercano, casi familiar». La presidenta de la asociación de vecinos (AV) de La Pastoreta, Puri Flores, apunta, incluso: «Cuando tus hijos tenían un trabajo para clase, muchas familias nos dirigíamos a la chica que estaba al frente de la última librería de toda la vida que tuvimos en el barrio, para conseguir rápidamente cartulinas o el material que pudiéramos necesitar, y siempre te salvaba». La representante vecinal recuerda que, en el barrio, «llegamos a tener dos librerías».

El modelo que recuerdan los vecinos, aun así, «está desapareciendo, ahora las familias que lo precisan se desplazan a grandes superficies a hacer la lista de los libros de texto o, en cuestión de papelería a negocios especializados» y de más envergadura. Y, como en La Pastoreta, hay varios barrios que han ido quedándose sin una librería de referencia. La batalla con las grandes superficies «ha existido siempre», pero las librerías que no han podido resistir los últimos años han acabado por cesar la actividad, incluso con algún ejemplo en el que no han llegadoni al año.

Una trayectoria extensa

Coia Figueras, de la segunda generación al frente de la Llibreria La Luna, en el barrio Mare Molas, explica que «nosotros estamos algo tocados, sorteamos la pandemia como pudimos, pero ya antes estábamos viviendo unos tiempos complicados, sobrevivimos a duras penas». Tiempo atrás, la campaña escolar les funcionaba de maravilla, pero –y entre otras causas– «desde que las aulas han incorporado más ordenadores, las asociaciones de padres y madres y las propias escuelas venden libros e incluso los alquilan, a nosotros la venta se nos ha complicado mucho; por no hablar de que no podemos competir con las grandes superficies; somos un negocio pequeño y de proximidad».

Actualmente, «no vendemos ni la cuarta parte en libros de texto que solíamos tener asegurada hace entre 10 y 15 años atrás». «Teníamos ilusiones puestas en los vales escolares de la Generalitat para la compra de material escolar, pero no nos han beneficiado como pensábamos». En la librería hacían lista de comuniones, algo que «funcionaba muy bien», o complementaban una compra de libros «con neceseres, mochilas, estuches y demás, pero nada de esto se compra aquí ya, desde la pandemia no vendo mochilas». «Ahora mismo, no tenemos ningún producto estrella. Contamos, incluso, con libros de literatura juvenil, que tampoco tienen mucha salida», informa Figueras.

Desde la Llibreria La Lluna, abierta al público desde finales de los ochenta (entre 1986 y 1987), auguran un futuro «en el que no sabemos cómo encajaremos, ni cuánto tiempo nos queda por delante; nos hemos planteado cerrar alguna vez, pero todo se andará». Con el tiempo, aun así, han ido reinventándose. Por ejemplo, y según van anunciando desde sus redes sociales, montan talleres dos veces por semana este julio para los más pequeños.

En el barrio de la Mare de Déu de Misericòrdia se encuentra, por otro lado, la Papereria Llibreria Passeig de Misericòrdia, con Mar Virgili Bosch, que cuenta que «el negocio lleva abierto en el barrio desde hace 28 años, aunque ha ido cambiando de dueños y yo lo cogí en 2021». Virgili cuenta que, a pesar de no ser de su especialidad, «empecé muy ilusionada, es algo duro de llevar en los tiempos que corren, pero me esfuerzo e ideo actividades alternativas, como tardes de juegos para niños o encuentros entre autores por Sant Jordi; si hay algo de tiempo, intentamos montar cosas». Tuvo web, también, pero al no acabar de arrancar la cerró al año.

La librería también vende lotería, participa en la feria medieval que se organiza en el barrio anualmente y se vale de las redes sociales para difundir actividades y artículos que oferta, como mochilas y estuches, entre otros. «En la pandemia, todo el mundo aprendió a comprar por internet, eso nos ha afectado; nuestro objetivo, a día de hoy, es que la gente entre a la tienda», resume.

En cuanto a la venta de libros de texto, Virgili funciona por encargo. A decir verdad, «de momento y por lo que respecta al ejercicio 2022, no obtuve beneficios, tengo clientes fijos que compran libros de texto, pero material escolar, no; además, muchas familias optan por el alquiler de libros o los venden los propios centros educativos», detalla la librera, quien destaca, en otro orden de cosas, la importancia de tener una estabilidad en los horarios y en que la vecindad, y la ciudadanía en general, «apueste por comprar en las tiendas pequeñas y de proximidad, porque al final no quedará ninguna y le dan identidad a un barrio».

En el barrio Gaudí se encuentra otra librería, la longeva Llibreria Anna, que lleva en el lugar desde hace algo más de 40 años. Mariana Cabello lleva al frente de la misma alrededor de 16 y compatibiliza su actividad con la gestión del bar Cordobés, en el mismo barrio Gaudí. Desde la asociación vecinal del área, Antonio Montoya, secretario de la entidad, corrobora que es de los negocios de la zona que resiste los años.

Cabello misma expresa al Diari que «la supervivencia se explica, tan solo, conformándose, van pasando los años y vas siguiendo adelante». Aún vende libros de texto y con clientela fija, aunque «hemos notado que cada vez se vende menos», ya sea porque se opta por usar los ordenadores en las aulas o porque «los jóvenes se hacen mayores». «Ahora todo está bastante parado por vacaciones», añade Cabello.

La digitalización en las aulas y el alquiler de libros en escuelas

El uso de plataformas digitales en el aula se ha generalizado en los últimos años y dar una segunda vida a los libros de texto mediante el alquiler han sido dos factores que han afectado en menor o mayor medida a las librerías en general. En el caso de las más pequeñas y de barrio más alejadas del centro de la ciudad, la afectación es notoria, así lo confirman las consultadas por este rotativo. Vecinos de la ciudad, por su parte, hacen una lectura positiva sobre reutilizar los libros, algo que se ha «hecho siempre». «Y es algo que ayuda a las familias con menos recursos, puesto que la compra de libros siempre ha supuesto una inversión anual», comenta la presidenta de la AV del barrio de La Pastoreta, Puri Flores.

La pandemia, aún sigue siendo otro factor que –aunque ha sido harto mencionado– sigue dejando huella, especialmente durante la remontada de muchos negocios, y el caso de las librerías no iba a ser menos.

«No sabemos qué panorama nos quedará con el tiempo, puesto que a mí, particularmente, me gusta ir a comprar presencialmente, tocar las cosas, y estando al frente de la librería, prefiero que el cliente me diga qué es lo que prefiere y, si algo que le gusta no lo tenemos en la tienda, lo encargo; es decir, echo en falta trabajar una compra», reconoce Coia Figueras, de la Llibreria La Lluna, negocio situado en el barrio Mare Molas.

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