Cuando dos documentos falsificados resultan reveladores

Justicia. El juicio a Laura Borràs depara una sorpresa para un escritor reusense. En el caso Cipriano Martos, el hallazgo de los restos certifica su infame entierro

En uno de los célebres e-mails en que se basa la acusación del caso Laura Borras, la entonces directora de la Institució de les Lletres Catalanes (ILC) le sugiere al informático Isaías Herrero la presentación de presupuestos comparsa, que «els podríem fer amb l’empresa de l’Aleix», entre otros nombres. El pasado martes el aludido declaró como testigo en el juicio contra Borràs. Se trata del escritor reusense Aleix Cort, que comprobó con estupor como hasta ocho presupuestos hechos a su nombre o el de su empresa fueron utilizados para simular la concurrencia de otros competidores en las adjudicaciones de Borràs a su amigo Herrero.

Cort contempló como sus datos fiscales figuraban en ofertas presentadas para trabajos técnicos de diseño y creación de webs, cuando él se dedica a la enseñanza y la literatura. Aseguró tajantemente no saber nada de tales presupuestos y que la utilización de su nombre y su empresa se había realizado sin su consentimiento.

De hecho, el acusado Isaías Herrero había reconocido en la sesión anterior que Laura Borràs le explicó en los citados correos cómo hacer los presupuestos y cuáles serían los adjudicados. Según su versión, él mismo los realizó todos a nombre de diferentes identidades y fue la propia directora de la ILC quien le facilitó los nombres de las empresas para confeccionar las ofertas falsas destinadas a ser descartadas.

Una de las hipótesis de los investigadores es que Borràs i/o Herrero tenían acceso a los datos de Aleix Cort gracias a que los tres participaban en el grupo de investigación literario Hermeneia, vinculado al ámbito universitario. Sea como fuere, el juicio por el presunto fraccionamiento de contratos en la ILC va de mal en peor para Borràs, aunque todo lo que se va conociendo sobre Herrero tampoco es que beneficie su credibilidad, incluida su autoinculpación para obtener una rebaja de condena.

Para los reusenses interesados en el mundo de las letras no es ninguna sorpresa la estrecha relación académica de Aleix Cort con la expresidenta del Parlament y actual presidenta de Junts. Cuando Laura Borràs pronunció una conferencia en el Centre de Lectura sobre la literatura en la era digital en el marco del centenario del I Congrès d’Ateneus de Catalunya, fue presentada por Cort, que también fue su introductor en las Jornades de Literatura Digital celebradas en la Biblioteca Xavier Amorós, en las que Borràs disertó sobre ciberliteratura.

Identificación

Otro documento con una firma apócrifa, datado en 1973, ha cobrado relevancia esta semana en el panorama informativo reusense. Se trata del expediente de sepultura del militante antifranquista Cipriano Martos en el cementerio de Reus, que cita a su padre, José Martos Soldado, como responsable de los trámites. El problema es que el señor Martos no pudo viajar a Reus al ser informado de la muerte de su hijo debido a su precaria salud y por lo tanto el procedimiento de inhumación fue falseado.

Sabemos que la Guardia Civil impidió que la madre y los dos hermanos llegados desde Granada viesen el cadáver en el depósito del hospital Sant Joan, pese a que la madre lo suplicó de rodillas, y que cuando posteriormente los familiares acudieron al cementerio, se les informó que ya había sido enterrado en una fosa de beneficencia.

Las urgencias de la Guardia Civil por ocultar las evidencias de tortura que presentaba el cuerpo explican tan inhumano comportamiento y la maniobra para sepultarlo a escondidas de la familia. Estas circunstancias habían alimentado las dudas sobre si realmente Cipriano Martos había sido enterrado en la fosa de beneficencia o el cadáver había ido a parar a algún lugar de donde no pudiera ser recuperado.

Recordemos que Martos murió a consecuencia de la ingesta de ácido cáustico durante los interrogatorios a los que fue sometido tras ser detenido por repartir propaganda contra el régimen de Franco. El ácido, que podía ser utilizado para fabricar cócteles Molotov, había sido encontrado durante el registro de su casa y no está claro si el militante del FRAP se lo bebió en un intento de suicidio –como aseguraron los guardias civiles involucrados– o fue obligado a ingerirlo. La víctima agonizó durante 21 días en el hospital Sant Joan.

Lo que sí sabemos gracias a los testimonios de los otros detenidos en la misma redada es que tanto Martos como el resto de arrestados fueron sometidos a brutales torturas por el entonces teniente Braulio Ramo Ferreruela –que en aquellos días comandaba la casa cuartel de Reus– y sus subordinados.

La entrega de los restos de Cipriano Martos a su familia y el traslado hasta el cementerio de Húetor-Tájar (Granada), para ser enterrado junto a sus padres, depende ahora de las diligencias abiertas por el Juzgado de Instrucción número uno de Reus, que ha pedido un estudio toxicológico de los restos.