Jordi Arce: «Piensan que eres un ordenador conectado a internet»

Los mitos y falsas creencias rodean a los alumnos con altas capacidades. La escuela comienza a dar respuestas

Jordi Arce tiene doce años y es un conversador entusiasta. La parte más divertida de la charla que tenemos con él, no obstante, llega al final, cuando le preguntamos por sus aficiones y nos habla de las gallinas que cría junto con su abuela. «Son como perros con plumas, muy cariñosas», cuenta. Lo suyo, aclara, nada tiene que ver con la reciente afición de famosos como Julia Roberts, Jennifer Aniston o el príncipe Harry y Meghan Markle por estos animales. Una vez aclarado este punto, en un instante nos ilustra sobre el carácter de los miembros de su gallinero, pero también sobre la raza de cada uno o, incluso, sobre la longevidad de un gallo que «no está modificado genéticamente».

La afición de Jordi por las gallinas ayuda a hacerse una idea de su forma de aproximarse a la vida y al conocimiento. Al año y medio ya escribía su nombre y a los dos su dominio del lenguaje dejaba a los adultos alucinados. Justo al cumplir los seis, un psicólogo especialista (privado) le realizó las pruebas que mostraron que tenía altas capacidades, pese a que el momento en que habitualmente se hace la detección es a partir de 3º de primaria. Su padre, Enrique, recuerda que «no sabían si felicitarnos o darnos el pésame».

En la Escola Mas Clariana de Cambrils, donde fue muy a gusto, los alumnos de dos cursos van juntos. Así, cuando comenzó en primero le fue bien, pero en segundo lo pasó «muy mal». En tercero decidieron ‘acelerarlo’, es decir, que en vez de a cuarto pasó a quinto curso.

Hasta aquí todo dentro del guión de lo que, no sin esfuerzo, suelen conseguir algunas familias de niños con altas capacidades. En el caso de Jordi, la diferencia es que lo volvieron a acelerar, esta vez en la ESO. De primero pasó a tercero, donde está ahora, después de un proceso con mucha burocracia.

Jordi admite que se sigue aburriendo en clase. A sus compañeros no les habló de entrada de su condición, pero lo descubrieron por una redacción en la que había que poner el año de nacimiento y el suyo «no cuadraba». Estudia en el Col·legi Cardenal Vidal i Barraquer y se siente bien en la clase. Le votaron como subdelegado y tiene un grupo de amigas muy majo que le regaló dos patos en su cumpleaños.

Le preguntamos qué le interesa realmente y contesta que «la geopolítica, la geoestrategia, la economía...». El día que quedamos sus compañeros de clase estaban pendientes de a quién convocaría Luis Enrique al Mundial de fútbol de Qatar. A él lo único que le interesaba eran las implicaciones del colapso del puente de Jersón en Ucrania y el repliegue del ejército Ruso.

Cuando lo explica su madre reconoce su gran preocupación: «Que tu hijo viva en un mundo donde no lo entienden, donde no pueda compartir con otros sus comidas de tarro». Sin contar con su intensidad, «porque se podría estar hablando de lo mismo de aquí a Portugal sin parar».

Jordi cuenta que cuando se sabe que tiene altas capacidades le piden que haga cálculos de números grandes, «lo de que crean que eres una calculadora es muy típico», cuenta. O le piden que escupa todo tipo de datos. «Se piensan que soy como un ordenador conectado a internet, como si tuviera todas las respuestas». En lo que no reparan, dice, es que pese a sus capacidades esos conocimientos y habilidades no llegaron allí por ósmosis, tuvo que aprender.

Encontrarse reconforta

Jordi es miembro de Athena, Associació per les Altes Capacitats de Tarragona i Terres de l’Ebre, una entidad que reúne a 115 familias. En sus inicios en 2016 cuando se juntaron para ponerla en marcha solo eran cinco.

Su presidenta es Mónica Casellas, quien además es doctora en educación, profesora asociada de la URV, pedagoga y logopeda. Explica que casos como el de Jordi, de doble aceleración, son poco habituales. De hecho, el suyo es el único que tienen en la entidad.

Recuerda, eso sí, que si en las altas capacidades hay grandes matices (hay alumnos donde la aptitud es solo en un área del conocimiento) además hay que tener en cuenta que cada alumno es un mundo. Si, por ejemplo, al alumno o alumna no le ven maduro desde el punto social no se aconseja.

También hay que contar con los intereses del niño o adolescente. Hay algunos que deciden no pasar de clase por permanecer con su grupo. «Ellos quieren tener amigos, como todo el mundo, aunque en algunos momentos se aíslen o los aíslen por sus intereses». De hecho, en la entidad organizan talleres de temas que les motivan y se reúnen muy a gusto. El viernes, sin ir más lejos, tuvieron uno de electromagnetismo.

Estos alumnos entran en el grupo de estudiantes con Necesidades Específicas de Apoyo Educativo (NESE), por lo que tienen derecho a un plan individualizado. No se trata de algo sencillo en un sistema con tantos alumnos. En algunos casos, si solo se opta por darles más trabajo, «solo conseguimos que los niños sientan que es un castigo».

No obstante, hay escuelas donde dan soluciones que además benefician a toda la clase. Pone el ejemplo de una escuela donde a estos alumnos les permiten hacer proyectos multidisciplinares sobre temas de su interés a los que se pueden ir sumando otros alumnos.

Casellas reconoce que en poco tiempo la sensibilidad de docentes y centros educativos ha cambiado mucho para bien y cada vez se acercan más a pedirles información. Además, los futuros maestros están muy interesados en formarse. La asociación, de hecho, organiza charlas gratuitas para ellos. La familia de Jordi lo confirma: «Continuamente respondemos encuestas de estudiantes», señalan.

Los procesos, no obstante, para evaluar a estos niños siguen siendo largos. Por una parte, la mayoría de las familias termina recurriendo a los psicólogos privados para la detección, «las familias buscan respuestas donde sea». Por otra parte, las escuelas suelen esperar a ver cómo evolucionan las cosas y la ‘aceleración’ es una medida que suele tardar dos o tres años en resolverse. El riesgo es que, paradójicamente, «y ese es otro mito», aunque se trate de alumnos con una gran capacidad terminen en fracaso escolar o abandono, advierte.

l ¿Qué son las Altas Capacidades Intelectuales? Son personas que presentan características intelectuales cuantitativa y cualitativamente superiores de manera significativa respecto a la mayor parte de la población en una, varias o todas las áreas de aptitud, cualquiera que sea su edad.

l ¿Cómo los suele detectar la familia? Normalmente la familia es la primera que identifica que su hijo o hija puede ser diferente y puede tener una capacidad avanzada o más desarrollada en los primeros años de vida y a medida que se hace mayor. Porque manifiesta mucha curiosidad, aprende rápido a hablar, leer e incluso escribir. Tiene muy buena memoria y manifiesta interés por temas y cosas poco comunes para su edad.

l ¿Superdotación es lo mismo que talento? Superdotación y talentos, ambas tipologías son considerados AC. Las altas capacidades intelectuales abarcan un gran abanico de categorías, entre ellas: niños superdotados, niños talentosos (talentos simples y talentos complejos) y niños precoces. Fuente: Associació Athena