Muere Pedro Solbes, el ministro calmado que guardó la caja con González y Zapatero

El también comisario europeo, riguroso en el control del gasto público, dimitió en 2009 después de fricciones por la gestión de la crisis

Pedro Solbes, exvicepresidente del Gobierno con José Luis Rodríguez Zapatero, murió este sábado a los 80 años víctima de un cáncer de hígado. Su fallecimiento sobrecogió a la familia socialista -aunque no llegó a militar en el partido-, y suscitó un reconocimiento general a la valía personal y profesional como servidor público de quien desarrolló un parte esencial de su carrera en Europa en la delicada responsabilidad de comisario de Asuntos Económicos.

Nacido en Pinoso (Alicante) en 1942, casado con una funcionaria y padre de tres hijos, Solbes era licenciado en Políticas y Derecho y técnico comercial del Estado desde 1968. Lo fue prácticamente todo en la administración de la economía española.

Adquirió temple negociador durante el proceso de adhesión de España a la Comunidad Europea y preparó con eficacia la primera presidencia comunitaria. El presidente Felipe González le premió con la cartera de Agricultura, de la que saltó a Economía y Hacienda tras resolver con éxito las movilizaciones de los agricultores españoles, descontentos con la reconversión que acarreó la aplicación de la política agrícola común.

Sustituto de Solchaga

Medios financieros internacionales acogieron con recelo su nombramiento como sustituto de Carlos Solchaga al frente del departamento -en Agricultura había defendido los intereses de la aceitera Elosúa frente a la ofensiva del grupo italiano Ferruzzi- pero consiguió hacerles cambiar de opinión con una política económica orientada a la reducción de la inflación y un paulatino descenso del déficit público.

Defensor a ultranza de la estabilidad presupuestaria, Solbes trató de enderezar las cuentas públicas en unos años en los que la crisis había pasado factura, y puso los mimbres para su posterior control. También consiguió que España diera los primeros pasos para pasar el examen de la entrada en el euro. Un antiguo compañero suyo en el PSOE le dibujó este sábado, tras conocerse su fallecimiento, como la encarnación del «liberalismo social tranquilo».

Cuando salió del Ministerio de Economía tras la victoria del PP en las generales de 1996, la situación había mejorado notablemente.

La presidencia de la Comisión Mixta del Parlamento español para la Unión Europea y, sobre todo, el prestigio alcanzado en Europa, catapultaron a Solbes en 1999 al puesto de Comisario de Asuntos Económicos y Monetarios. Se volcó entonces en la introducción del euro y la coordinación de las políticas económicas de los países concernidos. Pero no llegó a completar su mandato. Convocado por Rodríguez Zapatero para dirigir la economía en el primer Gobierno de la nueva etapa socialista, abandonó Bruselas en abril de 2004.

El vicepresidente se encontró con un contrapoder, ya que el jefe de la oficina económica del Gobierno, Miguel Sebastián, defendió planes y adoptó iniciativas en abierta contradicción con sus posiciones. Aunque las tesis de Solbes se impusieron en casi todas las ocasiones -ni se aplicó el tipo fiscal único, ni progresó la ofensiva de Sacyr contra Francisco González, presidente de BBVA-, el desgaste personal fue importante. Apeado Sebastián del cargo, Pedro Solbes recuperó influencia. Después, la crisis le hizo imprescindible.

Reconoció sus errores

El 7 de abril de 2009, con la crisis financiera que acabaría arrastrando a la derrota a Rodríguez Zapatero, fue relevado por Elena Salgado. La ortodoxia de Solbes, poco dado a solazarse en las políticas expansivas de gasto público, había mantenido fricciones con su jefe en el Ejecutivo.

Ya en 2018, el exministro reconoció los «claros errores» que cometió el Gobierno de Zapatero a la hora de afrontar los inicios de la crisis económica a partir del año 2008 al explicar que la vicepresidencia económica del Ejecutivo que él ostentaba «no fue capaz de detectar la fuerte recesión» que llegaría en 2009, justo cuando abandonó el cargo. En abril de ese año pensaban que la economía cerraría el año creciendo y finalmente se contrajo un 2%. «Nos equivocamos totalmente», asumió Solbes en una comparecencia ante la comisión del Congreso que investigó la crisis.

Conversador brillante y perfeccionista en el razonamiento, en las negociaciones hizo gala de una paciencia infinita y atesoró la virtud, cuentan sus interlocutores, de saber asumir los puntos de vista de la otra parte para, más tarde, conciliarlos con las posibilidades que ofrece la coyuntura real. Los periodistas especializados en información económica admiraron su capacidad para desmenuzar a las tres de la madrugada, con la mejor de sus sonrisas, las repercusiones de una devaluación monetaria.