Alcohol, la sustancia con más tratamientos por drogodependencia en Tarragona
La demanda en el CAS de Tarragona crece y los casos que tratan son más complejos. Han puesto en marcha sesiones de grupo para dar atención mientras se espera la primera visita

Recepción del CAS, ubicado detrás del Hospital Joan XXIII.
«Es legal, es barato, está por todas partes y tenemos una iniciación muy temprana entre los jóvenes», responde Blanca Carcolé, psicóloga clínica y coordinadora CAS (Centro de atención y seguimiento) de drogodependencias de Tarragona cuando le preguntamos por qué año tras año el alcohol es la sustancia por la que más personas necesitan tratamiento.
El año pasado, de hecho, el CAS recibió 1.143 peticiones de tratamiento de las cuales 626 (un 43%) eran de inicios. De esos inicios el 65% eran primeras visitas como tales y 34,5% eran recaídas; pacientes que ya habían estado en tratamiento en algún momento. Entre todos los nuevos tratamientos el 39% estaban motivados por el alcohol. Los casos, además, aumentaron un 4% respecto a 2021.
Las siguientes posiciones las ocupan la cocaína (25%), la heroína (14%) y el cannabis (11%), aunque explica Eva Sentís, enfermera del equipo, hay sustancias que preocupan por su crecimiento como los medicamentos opiaceos o el consumo de sustancias en contextos sexuales. Del fentanilo, que está causando alarma en EEUU, todavía han visto pocos casos.
Aunque tal vez el cambio más significativo que han visto el servicio en los últimos años no tenga que ver con las sustancias en sí (el alcohol está a la cabeza desde el año 2000) sino con las complejidad de los casos que se encuentran.
Cada vez en más ocasiones se trata de personas que tienen una patología dual en la que al problema de las adicciones se suman trastornos mentales. «Son pacientes más complejos, que necesitan más atención», explican. Es especialmente evidente en el caso de las mujeres que pese a ser menos (representan el 24% de las personas atendidas) en muchos casos tienen situaciones vitales más graves.
Un servicio abierto
El CAS es un centro público de atención ambulatoria que ofrece tratamiento especializado a personas con problemas por consumo de drogas y su familia. Una de sus peculiaridades es que se trata de un centro al que pueden acceder los usuarios directamente. De hecho la mayoría de los que comenzaron un tratamiento el año pasado (el 43,76%) llegaron por iniciativa propia o de sus familiares, seguidos de los que fueron derivados por médicos de cabecera y servicios sanitarios.
En el caso del CAS de Tarragona (Ubicado detrás del Hospital Joan XXIII) y gestionado por GiPPSS es el centro de referencia para todo el Tarragonès, el Baix Penedés y el Alt Camp, lo que supone una población de 421.428 personas según el padrón municipal de habitantes a enero del año pasado.
Esto supone que hay pacientes que tienen que recorrer grandes distancias para recibir tratamiento, teniendo en cuenta que además hay zonas donde el transporte público es deficitario. «Esta semana un usuario que vive en Bonastre y que tiene una situación económica complicada, nos explicaba que tenía que salir a las 6,30 de casa para estar en la visita a las 11 de la mañana porque solo pasan dos autobuses al día».
Pese a la demanda, reconoce Carcolé, el equipo es el mismo desde hace años. Se trata de un grupo multidisciplinario formado por tres psicólogas, dos médicos especializados en psiquiatría, un médico, una trabajadora social, tres enfermeras, una auxiliar de enfermería y una administrativa.
Actualmente la espera para una primera visita es de tres meses, por lo que han puesto en marcha sesiones grupales de acogida con las que dar una atención inicial. El año pasado estos grupos de acogida atendieron a 458 personas.
Además de los grupos de acogida el CAS tiene grupos de pacietes de alcohol y de alcohol y cocaína.
Los adolescentes y la pandemia
Justo antes de la pandemia el equipo decidió que era importantes contar con un recurso especializado para jóvenes y adolescentes, tal como explica Carme Casas, una de las dos psicólogas que les atienden.
El año pasado fueron atendidos en el programa 48 jóvenes. En estas edades la droga con más demanda de tratamiento es el cannabis (77%) seguida de la cocaína (10%) y el alcohol (8%), aunque también están llegando jóvenes con problemas por los psicofármacos.
Explica Casas que el confinamiento supuso un punto de inflexión porque al pasar más tiempo encerrados, las familias se dieron cuenta de que había un problema. En otros casos los jóvenes llegan después de una sanción administrativa.
Las especialistas señalan que para atenderles «faltan espacio y recursos». Además en el territorio no hay dispositivos como centros de día específicos para esta edad.
30 años del Centro de Dispensación de Metadona
La enfermera Eva Sentís todavía recuerda el momento en que entregó la primera dosis de metadona a un paciente. Corría 1993 y el Centro de Dispensación de Metadona acababa de abrir sus puertas.
La ciudad, igual que el conjunto del Estado, venía de la década trágica de los años ochenta. Sentís recuerda como los primeros en recibir tratamiento eran personas en situación de gran marginalidad, como los que vivían en el desaparecido Barrio de la Esperanza. A su lado, no obstante, Blanca Carcolé recuerda como la heroína se llevó también a muchos jóvenes de familias más estructuradas «algunos fueron mis compañeros de instituto», recuerda.
A la entrada del Centro de Dispensación de Metadona un pequeño cartel y dos globos recuerdan que están cumpliendo 30 años. De los usuarios de entonces todavía siguen viniendo algunos, otros murieron «y en algunos casos estamos atendiendo a sus hijos», apunta Sentís.
El primer año atendieron a 100 personas y en dos años el número se había duplicado. El crecimiento de personas que iniciaban el tratamiento fue exponencial.
Desde hace años hay una media de unas 400 personas en el programa de metadona, 300 de las cuales recogen el fármaco directamente en el centro. El resto se hacen llegar a las farmacias autorizadas más cerca de los pacientes, ya que el centro atiende a personas del Tarragonès, el Baix Penedès y el Baix Camp. Desde el inicio han atendido a unas 3.000 personas.
La heroína no se ha ido
Aunque ahora la situación no es, ni de lejos, como en los ochenta, lo cierto es que la heroína no ha desaparecido. De hecho en el CAS comenzaron tratamiento por esta sustancia el año pasado 87 persona: 70 hombres y 17 mujeres. La franja de edad mayoritaria fue e 31 a 50 años. Aunque también hay personas más jóvenes.
De las personas que están en tratamiento solo el 8% trabaja, mientras que el resto está en el paro o tiene una incapacidad.
Sentís explica que el programa no consiste solo en dispensar la medicación, sino en atender a la persona de manera integral los problemas relacionados con la adicción y tratar de reducir el daño asociado.
Explica que aunque son pocos, tienen casos, de pacientes que han conseguido dejar completamente cualquier tipo de sustancias, pero la realidad es que la adicción a los opiaceos es muy difícil de tratar.
De hecho la heroína es una droga altamente adictiva y su consumo provoca, rápidamente, un fenómeno de tolerancia. Es decir para conseguir el mismo efecto o evitar los síntomas de abstinencia, la persona adicta necesita cada vez dosis más altas.
Además de la metadona, el centro ha comenzado el tratamiento con otros dos tipos de fármacos para mejorar la dependencia.
Una paciente recibiendo su dosis de metadona.