El hombre de las murallas

Bernardo Ríos fue conocido sobre todo por una canción, pero su trayectoria es mucho más intensa y ‘fundó’ una saga de músicos

Si hay canciones que evocan a un artista o viceversa, este es el caso de Bernardo Ríos y ‘Murallas de Tarragona’. A Ríos se le ocurrió que el símbolo por excelencia de la ciudad merecía una canción, el poeta tarraconense Joan Casanova escribió la letra y el músico de La Secuita Josep Maria Tost compuso la melodía. Fue un bombazo en su época. Años más tarde, otro tarraconense, el showman Oriol Grau, la reinterpretó y la puso de nuevo en el candelero. Pero Ríos hizo mucho más que popularizar una canción.

Nacido en la calle del Mar el 10 de noviembre de 1926, su familia se trasladó pronto a la otra punta de la ciudad, la Part Alta. Allí se enamoró de las ruinas y monumentos romanos. Su hija Montserrat recuerda que «mi padre conocía de memoria las piedras de Tarragona y el casco antiguo. Era genial pasear con él por la Part Alta. Te explicaba mil detalles. Tenía una memoria increíble. Lástima que no lo hubiéramos grabado».

Ríos llevaba el talento para cantar en los genes. «Mi madre, Joaquina, cantaba muy bien. Tenía una voz maravillosa y la gente se paraba para escucharla cuando la oían cantar mientras hacía los trabajos domésticos», recuerda Bernardo, recoge su nieta Elisabeth Borne, en su trabajo de investigación de Bachillerato.

El padre de Bernardo, también Bernardo de nombre, era capitán de Carabineros, un cuerpo militar que permaneció fiel al Gobierno republicano después del golpe de Estado franquista. En enero de 1939, cuando la contienda estaba a punto de finalizar, la familia decidió exiliarse en Francia. Se marcharon su esposa, Joaquina; los tres hijos del matrimonio, Bernardo, Rosita y Joaquín, y la abuela paterna, Rosa. Bernardo padre se quedó. Durante la guerra no había tenido que combatir porque se encargaba de la vigilancia de la frontera.

Bernardo, en el centro, con la orquesta ‘Lamoga’, que creó en 1958. Actuaba en ‘Les Palmeres’. FOTO: FAMILIA RÍOS HEVIA

La familia fue a parar a un campo de refugiados del Partido Comunista francés. El trato, recuerda Bernardo, fue correcto. Sin embargo, falleció Rosa. El día antes de que Joaquina y su tres hijos tomasen un barco a México, un país que acogió a cientos de refugiados republicanos, recibieron una carta del padre. Aseguraba que Franco se había comprometido a no tomar represalias contra aquellos que no hubieran cometido delitos de sangre.

En el caso de Bernardo aquella promesa fue verdad. A medias. El excarabinero (Franco disolvió el cuerpo) no fue a la cárcel, pero nadie le contrataba «por desafecto al régimen». Incluso el dueño del piso donde la familia había vivido de alquiler antes y durante la Guerra Civil no quiso que lo ocuparan de nuevo. Bernardo padre podía haber entrado en la Guardia Civil, pero prefirió no hacerlo. No hubo represalias políticas o judiciales, pero sí económicas. Otro tipo de castigo para los que no se habían saltado la legalidad.

La situación de la familia era de extrema necesidad. Bernardo hijo, de 14 años, tuvo que dejar los estudios y ponerse a trabajar de ayudante de paleta. Eran otros tiempos. El trabajo infantil era habitual. Bernardo se lo tomó con filosofía. Y música. «Mientras trabajaba en la calle, me ponía a cantar. Cuando acababa, las mujeres salían a las ventanas y me pedían que cantara otra canción», explicaba.

Que le pidieran bises a Bernardo ya era casi una ‘tradición’ pese a su corta edad. En plena Guerra Civil muchas familias iban a dormir a las afueras, por ejemplo a las masías del Pont del Diable, por miedo a los bombardeos franquistas. Cuando Bernardo caminaba con sus compañeros de clase, éstos le pedían una y otra vez «Ríos, cántanos una canción».

En 1942, padre e hijo entraron a trabajar en Ocaso. El hijo, de 16 años, empezó como aprendiz de agente de seguros y llegó a ser el máximo responsable en Tarragona tras 51 años en la misma empresa. Consiguió que la delegación tarraconense fuese la más rentable de España.

Fue como tantos otros hombres de aquel tiempo que se hicieron a si mismos. Sin apenas estudios escalaron posiciones a base de esfuerzo y entrega. De trabajo y más trabajo. A las mujeres, por desgracia, les tocaba ‘solo’ ser amas de casa.

Paralelamente a su labor en Ocaso, Bernardo desarrolló su carrera musical. Ambas profesiones le servían para mantener a su extensa familia ya que Bernardo y su esposa, Guiomar Hevia, tenían cinco hijos: Montserrat, Berna, Rosa, Javier y Guiomar.

No era nada fácil destacar en el mundo de la música en esa época. Bernardo se presentaba a concurso musical tras concurso. Eran los ‘Operación Triunfo’ de la época. También se integró en diversas orquestas: ‘Creación’, ‘Continental’, ‘Windsor’, ‘Melodía’, ‘Sensación’, ‘Bristol’s’, ‘Meravella’...

Ríos actuaba en la sala de fiestas Bola-va, el frontón del Club Gimnàstic, el Tennis Tarragona, el Nàutic, el Casino...

«Mi padre era una persona muy social, abierta y activa. Y muy, pero que muy tarragoní. Su vida de cantante hizo que estuviera muy presente en toda la ciudad, sobre todo en una época en que había muchas salas de fiestas. No había ni coche ni motos entonces. La diversión era salir a pasear y bailar», rememora Montserrat.

De pie, Elisabeth Borne Ríos (nieta de Bernardo) y Rosa (hija). Sentadas, Montse (hija) y Guiomar Hevia (esposa).

«Era muy simpático. Explicaba muchos chistes. Tenía mucha memoria. Amenizaba las reuniones. Era muy alegre y llevaba la música dentro, pero no pudo dedicarse profesionalmente por la situación de la época», continúa Montserrat.

Esa hiperactividad tenía una contrapartida. Montserrat: «Apenas veíamos a mi padre. Le veíamos cada día, sí, pero muy poco tiempo. Trabajaba muchas horas en la oficina. Llegaba siempre muy tarde. Y luego ensayos, actuaciones...».

Con el tiempo, Bernardo se cansó de tanto ajetreo. En 1958, decidió crear su propia orquesta, la ‘Lamoga’. Con ella actuó durante tres años en Torredembarra y luego otros nueve como ‘conjunto titular’ en el restaurante y sala de fiestas ‘Las Palmeras’, un local al que acudía a cenar y bailar la crème de la crème pelacanyes. Allí coincidió con estrellas invitadas como el showman, actor, cantante y presentador italiano Torrebruno o la titiritera, marionetista y bailarina austriaca Herta Frankel.

Bernardo Ríos, durante una de sus actuaciones. FOTO: FAMILIA RÍOS HEVIA

‘Las Palmeras’ estaba ubicado en el mismo lugar que ahora ocupa el bingo del vial J. Bryant, junto al Circ.

Fue en 1965 cuando surgió la idea de la canción ‘Murallas de Tarragona’. Bernardo le propuso al pianista del grupo, Josep Maria Tost, que compusiese la melodía. Ríos escribió una letra pero no le gustaba. Joan Casanova intervino y dio en el clavo. Presentaron la canción al Festival de Benidorm, pero no fue seleccionada. Una compañía discográfica editó, eso sí, un sencillo con cuatro canciones que resultó un éxito en Tarragona.

Años más tarde, cuando surgieron las discotecas, la costumbre de salir a bailar en salas de fiesta amenizadas por orquestas melódicas ya no tenía razón de ser. Los conjuntos de música suave, baladas y cha cha cha desaparecieron.

Ríos no se rindió. Junto a otros músicos que habían quedado ‘huérfanos’ de grupo creó Mon Camp Tarragoní. El grupo de viejas glorias amenizó numerosas fiestas de Sant Magí y Santa Tecla en la Plaça de la Font. También las verbenas nostálgicas de pueblos de la demarcación.

«Alguna vez pensé ¿por qué no deja de cantar mi padre a sus 80 años? Pero luego entendí que él y el resto de componentes de_Mon Camp no podían parar de cantar, que era su vida y la de sus compañeros. Y además tenían un público que les iba a ver», dice Montserrat.

Para Guiomar, Bernardo fue «un buen marido y un buen padre. No era casero porque siempre andaba de un lado a otro. Hacía los seguros, comía, se iba a jugar al ajedrez, volvía al trabajo, iba a ensayar o actuar... Yo me quedaba en casa a cuidar de mis cinco hijos».

El bagaje musical de tantos años hizo que tres de sus cinco hijos, Teresa, Rosa y Berna, se dedicasen a la música. Las dos primeras, en un ámbito clásico y docente. Berna fue el vocalista de Mi-tel’, un grupo de rock.

Montserrat ha sido profesora durante 30 años y dirige actualmente tres corales: la de la URV, la Concordie (del Col·legi de Farmacèutics) y el Cor de Cambra de la Federació Catalana d’Entitats Corals.

Rosa ha enseñado durante 39 años música en escuelas de Primaria. Cantó en una orquesta como su padre. Era ‘La gramola de la iaia’, en la que también estuvo Oriol Grau. Luego participó en ‘La flor del tabaco’. Rosa interpretaba boleros y bossa nova. Ahora canta en las corales que dirige Montserrat (URV y Concordie) y dirige la Coral de Dones de la Casa del Mar.

«Tenía mucho carácter. Explicaba muchos chistes. Y siempre, siempre, muchas veces hablaba él», señala Rosa, mientras su madre, Guiomar, ríe. «Esperábamos con muchas ganar que volviese a casa. Sobre todo para bailar con él. Él cantaba y yo me subía encima de sus zapatillas».

Berna explica que «el hecho de vivir la farándula en casa desde pequeño hace que te tomes el mundo musical con cierta naturalidad. Con un grupo de amigos decidimos hacer nuestra visión de la música que nos gustaba. Mi padre cantaba muy bien y yo bastante regular. Con Mi-tel’s no teníamos ninguna pretensión».

Pese a lo que dice Berna, Mi-tels’s fue uno de los grupos destacados del fenómeno del rock catalán. Eso sí, a su padre no le convencía demasiado: «Nosotros hacíamos garaje-pop y el canción melódica y boleros. Le gustaban un par de canciones nuestras, pero las otras le parecían ruido, demasiada distorsión».

Bernardo se conocía al dedillo la Part Alta y los monumentos romanos de Tarragona. FOTO: TXEMA MORERA/DT

La música estaba siempre presente en la familia Ríos-Hevia. «Mi padre siempre nos animó a estudiar música. Íbamos a Prades y cantábamos los siete en el coche. Creo que en esa época se cantaba más. No había móviles. Hoy te pones la canción que quieres», recuerda Montserrat.

Elisabeth Borne Ríos, hija de Montserrat, es la tercera generación de músicos. Es una de los nueve nietos de Bernardo y Guiomar. Recuerda que su abuelo le decía cada vez que la veía: «Eres la nieta más guapa, tan guapa como tu abuelo».

Estudió música moderna en Los Angeles (EEUU). Interpreta pop y rhythm and blues. Canta en inglés, francés, italiano, castellano y catalán. «Hago un poco lo mismo que el abuelo: shows y bolos con canciones populares, covers desde los años 60 hasta ahora», dice. También escribe su propia música. Acaba de firmar un contrato con la discográfica Blanco y Negro.

Se la puede ver y oír en sus redes: https://youtube.com/@ElisabethBorneMusic y www.instagram.com/elisabethborne

Ríos falleció el 17 de febrero de 2014, a los 87 años. Once años antes había recibido el Diploma als Serveis Distingits del Ayuntamiento de Tarragona.

Los romanos transmitieron su huella en la ciudad en forma de murallas y otros monumentos. Bernardo dejó un doble legado: dos generaciones de músicos y unas cuantas historias de amor. Aún hoy en día, hay personas que comentan a la esposa o hijos de Ríos que conocieron a sus parejas en aquellos bailes de Les Palmeres con la voz de Bernardo de fondo.