El mundo bajo el mar Mediterráneo

Diversidad. La actividad Observatori Blau muestra las curiosidades del mar y de la pesca tarraconense. La iniciativa está organizada por el Museu del Port

La visita a la Llotja del Peix es una actividad por la que muchos alumnos de las escuelas tarraconenses han pasado. Una maravillosa forma de conocer de cerca cómo funciona el mundo de la pesca, desde la salida a la mar hasta la subasta del pescado.

Pero en esta ocasión los alumnos no son niños, sino adultos. Una quincena de personas participan en la actividad Observatori Blau, organizada por el Museu del Port. La iniciativa, que se celebra periódicamente desde hace seis años, consiste en ‘bucear’ hasta el fondo del mar para conocer qué especies viven en nuestro mar Mediterráneo.

Solamente al entrar en la estancia principal del evento, los asistentes son recibidos por un sutil olor a mar y un diorama de 30 especies marítimas a escala real. La monitora de la actividad, Agnès Olivé, comienza su explicación. «Nuestro mar es muy rico en especies, y estas son algunas de las que se pescan a diario en Tarragona».

Olivé apunta que el congrio, el pulpo de roca, el gallo, el pez espada o la maira son solo algunos tipos de pescado que más se compran en nuestra ciudad.

Un atún de metro y medio preside la escena en la parte superior derecha de la pared. Olivé se sitúa justo debajo y empieza a tres zancadas. Al terminar, asegura que «en el Mediterráneo se pueden encontrar atunes de hasta cuatro metros de largo», ante la incredulidad de algunos asistentes.

Durante la primera parte de la actividad, la monitora explica algunas curiosidades sobre las especies de la costa tarraconense, pero en la segunda parte narra lo que pasa tras la pesca. Al otro lado de la pared se escuchan voces y un pitido electrónico que se repite constantemente. Es la subasta.

Una cinta transporta cajas verdes con el pescado del día. De ahí viene el olor a mar. Hay rape, calamares y gambas, entre otras especies. Olivé explica el funcionamiento de la subasta. «Las cajas llegan hasta el punto de venta y en ese momento empieza la puja inversa». Eso quiere decir que hay un precio marcado y de ahí va bajando hasta al mejor postor. Una caja de 4,44 kg de merluza se vende a 3,60 euros. Hay un silencio entre los asistentes a la actividad cuando vieron que la máquina marcaba 155 euros. Era el turno de las gambas. «Qué cara está», suspira Sonia. La puja terminó en 92,50 euros.

Concluye la visita con un vídeo en el que se muestra la importancia de mantener la biodiversidad de nuestro mar. Los asistentes aplauden. Algunos aseguran que no vinieron con la escuela en su momento.

Entre ellas dos señoras que en su día fueron pescaderas salen de la actividad sonriendo. «Tenemos un auténtico tesoro a pocos metros de casa», dicen, casi emocionadas.