Ellas reescribirán la historia

Durante muchos años las mujeres han sido relegadas al olvido. Ya es tiempo de salir del ostracismo

La Historia la han escrito los vencedores y también los hombres. Como consecuencia, muchas son las mujeres que han sido obviadas a lo largo de los siglos. Políticas, milicianas, pintoras, escritoras, científicas y aviadoras eliminadas de los libros de texto por su condición de mujeres. Un legado suprimido de un plumazo, que en los últimos tiempos se trabaja para reparar.

Es el caso de Aïda Sánchez Martínez, historiadora y doctoranda de la Universitat Rovira i Virgili (URV) en historia de las mujeres y antropología. «Considero que es muy importante para visibilizarnos, crear referentes y hacer una historia más justa. Porque esta ha sido hecha y relatada desde el heteropatriarcado, olvidando más de la mitad de la población. Esta construcción ha provocado que nunca hemos sido protagonistas y se han creado muchos tópicos con un peso imperante en nuestra sociedad», manifiesta Sánchez.

Sus investigaciones siempre se han centrado en la historia de las mujeres. «Empecé con la biografía de la aviadora Dolors Vives Rodon, la cual ha recibido varios reconocimientos gracias a visibilizar su figura y su tarea. Actualmente, continúo haciendo historia de las mujeres basándome en las comunidades pescadoras, un tema que se ha convertido en el de la tesis doctoral en la cual todavía estoy trabajando», cuenta. En cuanto a la vallense Dolors Vives, también conocida como Lolita, se enroló en la aviación durante la Segunda República y tras el estallido de la guerra fue movilizada.

Pioneras

También la historiadora Pilar Vives se ha adentrado en el pasado, concretamente en el de Maria Felipa Español Coll, de Valls, quien fuera bibliotecaria teniente del Servicio de Bibliotecas del Frente de la Generalitat de Catalunya durante la Guerra Civil y abogada laboralista antifranquista. Una vez finalizada la contienda, Maria Felipa se dedicó a estudiar filosofía y letras, trabajó como visitadora social psiquiátrica y tradujo dos novelas del ruso, además de destacar en el atletismo.

Por su parte, Xavier Salat es el biógrafo de la también vallense Maria Murtra, que estudió farmacia y química. De ella, Salat destaca, entre otras cosas, que «a pesar de ser mujer nacida en los inicios del siglo XX, con unos aires nada favorables para la integración de la mujer en la universidad, supo aprovechar el momento y los recursos para desarrollar una formación universitaria en un ámbito, todavía, de más difícil presencia femenina».


Como ellas, muchas más decidieron luchar por lo que soñaban, a pesar de las dificultades del momento. Este artículo pretende ser un pequeño homenaje a todas las mujeres que rompieron con los cánones de su tiempo.

Foto: Familia de Manresa. Cedida por Aïda Sánchez Martínez

La vallense Dolors Vives (1908-2007) fue una pionera en la aviación del país, una de las primeras en conseguir el título de piloto, que se enroló en la aviación durante la Segunda República española. Con el estallido de la Guerra Civil, fue movilizada como alférez por decreto, en 1936.

Vives conoció a Pepa Colomer, otra pionera de la aviación, durante un curso promovido por la Generalitat de Catalunya para los pilotos civiles que habían sido movilizados en la Escuela de Pilotos Aviadores Militares. De aquellos días nació una gran amistad, que duraría toda la vida. Dolors Vives fue profesora de piano, instrumento que siempre tocó, así como el violonchelo.

Rosalind Franklin (Londres 1920-1958) fue una química y cristalógrafa británica que jugó un papel clave en la comprensión de la estructura del ADN, aunque su contribución quedó a la sombra de sus colegas masculinos Watson y Crick. A causa de ello, ha sido calificada como «heroína agraviada».


Hasta hace un año, Franklin no ocupó el lugar que le correspondía en la historia, cuando científicos, basados en nuevas pruebas, concluyeron que había contribuido de la misma forma que sus compañeros en el proceso de descubrimiento del ADN. Franklin es también conocida por su trabajo sobre las imágenes de difracción de rayos X del ADN.

Matemática y escritora británica, Ada Lovelace (1815-1852) fue la primera programadora de ordenadores, célebre por su trabajo acerca de la computadora mecánica de Charles Babbage, la llamada máquina analítica. Ada publicó lo que se reconoce hoy como el primer algoritmo para ser procesado por una máquina.

Lovelace fue la única hija legítima del poeta Lord Byron y Anna Isabella Noel Byron. Ada Byron se refería a sí misma como una científica poetisa y como analista (y metafísica). Su posición social la llevó a conocer a científicos importantes como Andrew Crosse, sir David Brewster, Charles Wheatstone, Michael Faraday y al novelista Charles Dickens.

Foto: Cedida por Xavier Salat Brunel

Maria Murtra (1911-1947) fue una científica vallense que se licenció en farmacia por la Universidad de Barcelona con calificación de excelente en 1932. Se sabe, asimismo, que se doctoró en la Universidad de la Sorbona con una tesis doctoral sobre los efectos del benzopireno como carcinógeno en tejidos animales.

Durante 1930 fue becada por la Real Academia de Ciencias y Artes de Barcelona. En el tercer curso de los estudios de Química conoció a Rodolfo Low, de origen prusiano, con quien se casó en septiembre de 1936, ya en plena Guerra civil, y se trasladaron a vivir a Portbou y de allí a Colombia. El marco internacional interrumpió su trayectoria.

Autora británica (1819-1880), más conocida por su seudónimo George Eliot. Evans fue una novelista, poetisa, periodista y traductora, así como una de las principales escritoras de la época victoriana. Escribió siete novelas, entre las que destacan El Radical, Middlemarch y Daniel Deronda.


Middlemarch fue descrita por la escritora Virginia Woolf como «una de las pocas novelas inglesas escritas para adultos». Gran lectora, su padre condescendió con sus «rarezas» y le dio una educación que no era frecuente entre las mujeres de su tiempo. Sus obras son conocidas por su realismo y sus intuiciones psicológicas.

Élisabeth Louise Vigée Le Brun (1755-1842) fue una de las pintoras más brillantes e ignoradas de las últimas décadas prerrevolucionarias en Francia. Pintó los retratos de muchos miembros de la nobleza y conforme avanzaba su carrera, con 23 años, fue invitada a Versalles para pintar a la reina María Antonieta.


El 31 de mayo de 1783 fue aceptada como miembro de la Academia Real de Pintura y Escultura como pintora de alegorías históricas. Tras la detención de la familia real durante la Revolución Francesa en octubre de 1789 Vigée Lebrun, identificada como monárquica, huyó de Francia con su hija Brunette, de 9 años, iniciando doce años de exilio.

Elisabetta Sirani (1638–1665) fue una destacada pintora barroca boloñesa que dirigió el primer taller para mujeres contraviniendo las opiniones de la época, de que este arte, como otras muchas disciplinas, quedaba reservado para los hombres. Siguiendo esta línea, incluso su padre le prohibió formarse.

Su especialidad fueron las pinturas religiosas, que producía velozmente pero con un buen acabado. De hecho, antes de su muerte, a los 27 años, había creado más de 200 obras. Se cuestionó que pudiesen no ser suyas, se dudaba de que una mujer pudiese pintar tan bien, pero ella no tuvo ningún problema de hacer demostraciones en público.

Foto: Cedida por Pilar Vives

La vallense Maria Felipa Español (1910-1995) fue bibliotecaria teniente del Servicio de Bibliotecas del Frente de la Generalitat de Catalunya durante la Guerra Civil, así como abogada laboralista antifranquista. Cuando estalló la contienda, trabajaba de bibliotecaria en el traslado de libros a la Biblioteca de Catalunya.

Al crearse el Servicio de Bibliotecas en el Frente, Ma. Felipa, con 27 años, se presentó voluntaria en la Biblioteca de Sarinyena en el Frente de Aragón, donde debía crear una sala de lectura para los soldados de retaguardia, llevar la biblioteca a los hospitales para los heridos y enviar libros a los que combatían en primera línea.

Escritora de L’Escala (1869-1966). A pesar de su talento, publicó bajo el seudónimo de Víctor Català, para que su obra fuera tratada de forma seria en el mundo literario de su época. Solitud, su novela más conocida, explora la complejidad de la condición humana y la lucha de la mujer por su identidad y su libertad.

Se dio a conocer con su verdadero nombre de Caterina Albert en los Juegos Florales de Olot el 1898, donde le dieron el premio al mejor poema El llibre nou y un monólogo titulado La Infanticida. Este último causó escándalo por la temática y el tono con que estaba escrito, y el escándalo aumentó cuando el jurado supo que lo había escrito una mujer.

La autora tarraconense (1811-1887) es una de las tres únicas mujeres incluidas en la sala de los tarraconenses ilustres del Ayuntamiento de la ciudad. Maria Josepa Massanés fue la primera mujer no religiosa que se atrevió a publicar un libro de poemas en el Estado español (Poesía, 1941).

Massanés acompañó la publicación con un «Discurso preliminar» en el que defendía el derecho de la mujer a la escritura. Decía: «Se niega a esta preciosa mitad del género humano la aptitud para los trabajos intelectuales y, en caso de concedérselo, se la amenaza con el desprecio si intenta aprovecharse de tan estimable don.

Foto: Institut català de les dones

Republicana y activista, Angelina Sans, conocida como la Muixa, fue una rapitense (1901-1991), que presidió la Mútua Femenina de la Ràpita dels Alfacs, entidad que se encargaba de funcionar como una seguridad social: se pagaban los gastos de las defunciones o enfermedades de mujeres sin recursos, entre otras cosas.

Durante la Guerra Civil apoyó a los soldados en el frente con ayuda humanitaria. Posteriormente, fue juzgada por incitación a la rebelión y condenada a 30 años y un día de prisión, convirtiéndose en una de las primeras presas políticas rapitenses. La Muixa también ejercía el oficio de pescadora, que aprendió para cuando su marido fuera al frente.

Las hermanas Brontë optaron por seudónimos masculinos con el objetivo de salir ilesas de los prejuicios de género del mundo editorial victoriano. Esta estrategia les permitió que las tomaran en serio como escritoras y obtener éxito con obras como Jane Eyre (Charlotte), Cumbres borrascosas (Emily) y Agnes Grey (Anne).

Con la idea de reunir algo de dinero, lo primero que decidieron publicar fue un poemario conjunto, usando seudónimos masculinos: Currer, Ellis y Acton Bell. Su hogar, la casa parroquial de Haworth, se ha transformado en un museo convertido en un lugar de peregrinación, que acoge cada año cientos de miles de visitantes de todo el mundo.

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