La historia (no contada) de una foto icónica de Allende

La niña que aparece en la instantánea en los brazos del político chileno es Paula Varas González, exconcejal de Tarragona. «Fue en la Navidad de 1972, la última con él»

Hay historias conocidas, pero no por ello dejan, todo el tiempo, de revelar sabrosos y novedosos detalles cada vez que son interrogadas. Se trata de esas pequeñas cosas que muchas veces marcan los grandes acontecimientos y este es el caso de una de las más, por no decir derechamente la más, icónica fotografía del presidente Salvador Allende en su permanente contacto con los más pequeños.

Algo que, por lo demás, ilustra nítidamente la opción por los más desprotegidos y vulnerables del gobierno de la Unidad Popular (UP) que él lideró.

En la foto se advierte, en un primer plano, su figura impoluta y (siempre) elegante con un impecable traje oscuro y camisa blanca (seguramente con corbata y colleras, cuestión que no se alcanza a advertir) rodeado de un grupo de pequeños niños sonrientes y expectantes, mientras sostiene a una feliz nena rubia, de no más de 6 años, en sus brazos. La imagen parece captar, más precisamente, el instante justo en que el presidente Allende comienza a bajarla.

Hace un tiempo, en Chile, se especuló mucho sobre la foto (como el Luchín de Víctor Jara). No ha faltado quien se ha atribuido ser esa niña, como una serie de interrogantes respecto de quién era, en verdad, y qué habría sido de ella después de la tragedia... Por la cercanía con que nos toca, nos vemos obligados a echarnos a la tarea de revelar algunos de los sabrosos aspectos de ese acontecimiento.

Y la conmemoración de los cincuenta años del sangriento golpe cívico-militar perpetrado en Chile el 11 de septiembre de 1973 parece ser un buen momento para abordar algunos detalles (hasta ahora) desconocidos de la historia de esta icónica fotografía y las circunstancias que la hicieron posible.

La niña que aparece en la foto en los brazos de Allende es Paula Varas González (asistente social, antropóloga y metodóloga), quien fuera hasta el mandato municipal pasado teniente de alcalde de Tarragona y consellera de Nueva Ciudadanía –la primera extranjera en ostentar ese cargo– y una de las personas encargadas de coordinar, junto con de la asociación que lleva el nombre del presidente chileno, el hermoso acto con que la ciudad de Tarragona todos los años, cada 11 de septiembre, lo convoca.

Ella recuerda muy especialmente aquel día: «Fue en la Navidad de 1972, la última Navidad que celebramos con Allende y en Chile. Era muy pequeña, pero sí recuerdo vívidamente el ambiente de felicidad que se vivía por esos días. Mi madre trabajaba en el Palacio Presidencial de La Moneda, como periodista del entonces Canal 9 de TV. Ella cubría al gobierno y mi padrastro era subdirector de comunicaciones del gobierno».

Un encuentro

Ambos, activos militantes y jóvenes comprometidos con la revolución chilena. Recuerda que correspondió a la tradicional celebración navideña de la presidencia con los hijos de periodistas y funcionarios de gobierno (1972) y a ella y sus hermanos les tocaba por partida doble, señala.

«Allende antes de tomarme en brazos había cargado a mi hermano René porque se había perdido, y lo levantó para que alguien lo identificara; por eso el presidente aparece rodeado de mi hermana Claudia, mi tía Paloma, algunos amigos y mi abuela, porque todos nos acercamos a recogerlo... Recuerdo claramente que el hecho de que él me tomara en brazos no fue por mero azar, ni mucho menos algo planificado por asesores o protocolo, sino que más bien se debió a una insistencia de mi parte, del estilo «si tomaste a mi hermano. ¡Yo también quiero! ¡Jajaja...! De hecho, yo creo que la foto en donde sale mi hermano en sus brazos es mucho más hermosa que esta y es prácticamente desconocida», agrega.

«Yo había estado llorando y estaba bastante moquillenta y al tomarme me colgué del cuello del presidente... y cuando me bajó me dijo»:

- ¡Pórtate bien y suénate!

A lo que yo le respondí:

- ¡Shiii! ¡Pórtate bien tú mejor! ¡Jajaja...!

«Tengo entendido que ese pintoresco diálogo y, en concreto mi irreverente respuesta, fue ampliamente recogida, no por decir aprovechada, al otro día, por más de algún medio de comunicación de la época», concluye.

Era el comienzo del fin de la era Allende, de toda una época (convulsa) de alegría y cambio social, pues la conspiración que acabó con su vida y su sorprendente gobierno ya estaba en marcha desde hacía rato.

De la foto no se supo nada hasta bastantes años después. Cuando Paula y su familia habían retornado a Chile, luego de un largo exilio en México, apareció en una publicación en la Feria del Libro de Buenos Aires en los noventa que la masificó. Una de las originales (pues existía una secuencia) se pudo recuperar, también, mucho tiempo después, pero correspondía a otro ángulo. Hoy está en poder de su madre en Santiago de Chile.

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