Los impagos de los rusos de la Costa Daurada se disparan

En pleno debate europeo por el racionamiento del gas, empresas de la provincia dejan de comprar petróleo ruso. Las alternativas encarecen los costes

Tarragona ha restringido al máximo los vínculos con Rusia en general y, en concreto, la conexión energética con el país del este de Europa, como lo demuestran las últimas estadísticas de importación y barómetros como la actividad del Port de Tarragona. Aunque Catalunya nunca ha dependido en exceso de Rusia, las compras a la nación que invade Ucrania se han ido reduciendo drásticamente desde marzo, firmando los principales batacazos en mayo y junio.

De enero a mayo, las empresas de la provincia han importado 139,4 millones de euros desde el país de Putin en productos energéticos, según las estadísticas de Comercio Exterior. Hay que tener en cuenta que a finales de febrero, justo cuando estalla la guerra, la cifra era de 133,8. Por tanto, un 96% de esas importaciones ya se habían hecho antes de que estallara el conflicto y se sucedieran los vetos y las sanciones sobre el país exsoviético.

Según ese informe, Rusia ha caído al puesto número ocho de importadores de petróleo y derivados en Tarragona, mientras que el año pasado estaba en la quinta plaza. Otros países han aparecido como alternativas, ya que no significa que la guerra haya repercutido en el volumen (aunque sí en los precios, claro está) de las importaciones y exportaciones. «El material está llegando, aunque lo hace a otros precios. De una forma u otra, los mercados se mueven», diagnostica Roberto Barros, director de internacional de la Cambra de Comerç de Tarragona.

En lo que va de 2022, Argelia, Nigeria y Estados Unidos han sido los principales países a los que el tejido industrial y comercial de la provincia ha adquirido productos energéticos. Especialmente llamativo es el caso norteamericano. El país estaba en 2021 en el puesto 13 de suministradores y hoy copa el tercer escalón de ese podio.

Todas estas turbulencias no se traducen en escasez, como demuestra, por ejemplo, que el Port de Tarragona haya movido 16,1 millones de toneladas de enero a junio, un millón más que en 2021, lo que supone un crecimiento del 6,5%, según ha informado la Autoritat Portuària. Sí que se da, sin embargo, un impacto en las tarifas y los costes. «Es como el agua cuando discurre, que si encuentra obstáculos acaba pasando por donde puede, pero siempre avanza. Eso siempre padece un encarecimiento, porque lo que compras acaba pasando por muchos intermediarios. Cuanto más caro es el transporte más se encarece el producto. No es lo mismo hacer llegar el petróleo por oleoductos que por barco», explica Barros desde la Cambra, que añade: «Pasan cosas curiosas. Rusia vende petróleo a la India, que lo refina y lo envía a Europa más caro. Lo que está claro es que el bloqueo afecta a todos los niveles y las empresas se buscan la vida para encontrar alternativas. Todo lo que sea poner obstáculos en una relación comercial encarece, porque son flujos comerciales contra natura».

Descensos muy marcados

Otras cifras las publica mensualmente el Port de Tarragona. De enero a junio, Rusia ha sido el tercer país extranjero en actividad (en 2021 fue el primero), pero se ha situado en la quinta posición en cuanto a líquidos a granel, un tipo de tráfico que representa el 60% del volumen total del Port y en el que se incluyen productos como el crudo o los hidrocarburos. Las 562.684 toneladas acumuladas hasta la fecha y compradas a los rusos son un 22% menos que el balance del año pasado a estas mismas alturas y un 70% inferior al dato previo a la pandemia, de 2019 (1.873.555).

Pero lo más sintomático es la evolución de los últimos meses. Esa mercancía de líquido a granel lleva sin aumentar desde abril, con un descenso muy notorio en marzo, el primer mes de la guerra, y con registros nulos en mayo y junio. ¿De dónde está llegando ese petróleo a las empresas de Tarragona? Uno de los países perfilados como alternativa es Estados Unidos. El líquido a granel importado desde allí al Port se ha duplicado en este primer semestre, al pasar de 457.399 a 1.183.654, y de asumir el 4,3% del total al 12,1%.

Más datos, esta vez de Comercio Exterior, confirman la pujanza yanqui: de 2021 a 2022 las importaciones de productos energéticos han pasado de 29 a 323 millones en Tarragona, 11 veces más, teniendo en cuenta el primer semestre.

Diversificar el mercado

Sí que llegan desde Rusia sólidos a granel. En ese sentido, el cereal de Ucrania es un producto que entra en su mayoría a la península por Tarragona. Su importación creció un 49% en el primer trimestre, pese a todo, por una de las claves a las que apunta el Port: «Los datos registrados en productos alimentarios demuestran la capacidad de adaptación del mercado diversificando los países de origen de estas mercancías ante situaciones complejas como la actual».

En cuanto a otro producto clave como el gas, en plena controversia europea por el racionamiento, el mercado ruso no es relevante para Tarragona. Entre enero y mayo, la provincia ha importado de Argelia el 85% del gas. EEUU es segundo, lo que confirma esa escasa dependencia con los rusos.

En toda esta crisis está parte de la explicación de la inflación. «Rusia es el principal exportador mundial de gas y de uranio y el segundo de petróleo. Las disrupciones en el sector energético han disparado los precios de los combustibles fósiles, del uranio y de la energía eléctrica, que alcanzan máximos históricos», diagnostica un informe del impacto económico de la guerra a cargo de la agencia Acció, de la Generalitat.

El bloqueo se vuelve contra empresas de aquí

Las sanciones a Rusia y el bloqueo económico y comercial impuesto también generan efectos contraproducentes en el tejido empresarial tarraconense. «Todo tiene repercusión, porque las cadenas de producción no se cortan. Tú puedes penalizar a Rusia, pero las relaciones van más allá, hay un efecto dominó hacia países y empresas de otros puntos del planeta», explica la catedrática Maria Llop, directora del Departament d’Economia de la URV. En los últimos meses, pedidos preparados y sin enviar o impagos han generado preocupación y confusión en cámaras de comercio y en compañías, que además se enfrentan al dilema moral de romper o no vínculos con el país invasor.

Tras cinco meses de guerra y sanciones, crecen las deudas de los ciudadanos rusos establecidos aquí por el bloqueo de transacciones

Los impagos que aparecieron con las primeras restricciones y sanciones a Rusia se han recrudecido hasta cronificarse, cuando han pasado ya cinco meses del inicio de la guerra. Con el turismo ruso desaparecido del mapa en esta campaña estival, donde sí impacta el bloqueo es en las economías de aquellos rusos que viven en la Costa Daurada o tienen aquí la segunda residencia.

«No les dan ninguna solución para poder pagar. Están teniendo dificultades para el agua, la luz, el gas o la comunidad de sus casas. Hablamos de gente muy integrada en estas zonas, de personas que han venido aquí desde siempre a gastar, incluso residentes que traen el dinero de Rusia y que están muy arraigados», explica David Janssen, mánager de Barnamar Inmobiliaria Salou.

El bloqueo de las tarjetas de crédito y la imposibilidad de realizar transferencias compromete la liquidez de los ciudadanos rusos que tienen propiedades en el litoral. Sobre el terreno, a veces depende de la entidad financiera que se pueda efectuar una transacción o no, si bien las dificultades son muchas. «Se dan situaciones injustas. Muchos periódicamente envían dinero de allí pero tienen las cuentas bloqueadas y no saben qué hacer, tampoco los bancos clarifican la situación y se crea una gran incertidumbre», desgrana Janssen.

Algunas de las familias han entrado en deuda y el banco, además, les penaliza con el cobro de comisiones. Todo ello, en general, complica la estancia de estos ciudadanos aquí. Despojarse de sus activos tampoco es sencillo. «Algunos se planteaban vender la propiedad que tienen aquí, porque no pueden pagar los gastos ordinarios, pero ni siquiera eso pueden hacer, si las transacciones están limitadas», apunta Janssen.

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