«Se está normalizando que los hombres cuiden a familiares, no es una cosa solo de mujeres»

El número de hombres cuidadores no profesionales en España se ha duplicado entre 2008
y 2020, de los 53.000 a los 97.000. La presencia masculina sigue siendo baja a nivel laboral

Francisco José Navarro es un vecino de Montferri, de 72 años, que cuida a su madre, de 98. Fue profesor y desde que se jubiló, hace unos 10 años, se dedica a atenderla. «Soy soltero y vivíamos juntos en casa, con lo que decidí ocuparme yo mismo», comenta Navarro. Se encarga de levantarla por la mañana, darle el desayuno, la comida y la cena, vestirla, darle la medicación, limpiarla, sacarla a pasear y, en definitiva, asistirla en sus necesidades.

Quizás hace unos años no era tan habitual, pero cada vez son más los hombres que se dedican a cuidar de personas dependientes de forma no profesional. Según los datos del Instituto Nacional de Estadística, este perfil de cuidador prácticamente se ha duplicado en España entre el año 2008 y el 2020, pasando de los 53.000 a los 97.000. Y ha crecido más que el número total de cuidadores –contando ambos sexos–, que ha pasado de los 301.600 a los 306.700 en esos 12 años.

Cada vez habrá más personas, y también más hombres, que deberán dedicarse al cuidado de personas dependientes, tanto a nivel familiar como laboral. Según cuenta Dolors Comas, catedrática de Antropologia Social i Cultural por la Universitat Rovira i Virgili, e investigadora principal del proyecto Homes Cuidadors: reptes i oportunitats per reduir les desigualtats de gènere i afrontar les noves necessitats de la cura, será así por varias cuestiones. Por un lado, «hacemos pocos hijos, hemos ido de la pareja al hijo único, y cuando estos padres llegan a mayores solo tiene un hijo o una hija, con lo que disminuyen las familias grandes y, con ello, la posibilidad de que haya varias hermanas que se puedan encargar de esta atención a los padres», señala Comas. Asimismo, otro de los factores que provoca que cada vez haya más hombres cuidadores no profesionales es que las enfermedades neurológicas tienen una mayor incidencia en la población femenina, con lo que más hombres se pueden ver obligados a cuidar de su mujer.

A todo esto, Comas destaca que la sociedad está cambiando y la mujer, a diferencia de antes, ya no es la ama de casa. Ahora esta ocupa puestos de trabajo, con lo que tiene menos disponibilidad. «Antes, que un hombre fuera cuidador era excepcional, pero ahora cada vez se va normalizando más y se demuestra que lo de cuidar no es una cosa de mujeres y se puede aprender», comenta Comas.

Además de todos estos motivos que responden a una mayor presencia de hombres cuidadores, Comas habla de la cuestión demográfica. «La esperanza de vida incrementa cada vez más, la población está más envejecida y, por lo tanto, aunque vivamos más años en salud, cada vez hay más personas con probabilidad de llegar a una situación de dependencia», comenta Comas, que por ello dice que «cada vez serán necesarias más personas que se dediquen a cuidar, tanto a nivel laboral como familiar, y por eso los hombres se ven y se verán cada vez más implicados en estas tareas». Añade a esto que las curas serán cada vez más intensas y complejas, ya que al vivir más años es más probable que se sumen varios problemas de salud en lugar de tener una sola patología.

Con todo, Navarro explica que «llega el final del día y estás contento, pero es un sacrificio y estoy agotado. Cuido a mi madre porque es familia y la quiero, pero no me dedicaría a ser cuidador profesionalmente». Del mismo modo, sostiene que es duro también a nivel psicológico: «Te das cuenta de lo que es la vida, ves como la persona a la que quieres se va deteriorando». Al principio solo él cuidaba de su madre, pero desde hace unos años se encarga una semana él y otra su hermana. «Yo también me estoy haciendo mayor», recuerda.

Navarro participa en un grupo de apoyo a cuidadores no profesionales que la Creu Roja organiza en Valls. «Esto me ayuda porque nos juntamos varias personas que cuidamos de familiares e intercambiamos experiencias», cuenta el hombre, que asegura también que «participamos en cursos y formaciones para mejorar la manera de llevar a cabo los cuidados y de tratar y comportarte con la gente mayor».

Sara Suárez, fundadora y presidenta de Cuidando de Ti. Asociación de Cuidadores, también asegura que cada vez son más los hombres que cuidan de familiares. Habla de los mismos motivos que expone Comas, y comenta casos de hombres con los que trabaja la asociación que muestran que este perfil no se reduce a hombres jubilados. «Hay una pareja joven en la que el hombre ha dejado de trabajar para cuidar a su mujer, que se encuentra en una situación de dependencia; también hay un chico que cuida de su madre y de su hermano, que tiene un trastorno mental; y otro joven que desde los 17 años cuida a su abuela con alzheimer», cuenta Suárez.

Todavía no en el ámbito laboral

Dicho crecimiento de los hombres cuidadores no profesionales no ocurre de la misma manera en el ámbito laboral de los cuidados. Según datos de la Encuesta de Población Activa (EPA), en el sector ocupacional de servicios de cura –residencias, atención domiciliaria, etc.–, el porcentaje de hombres es de tan solo un 10%. Y es mucho menor cuando se trata de empleados directamente en los hogares para cuidar, con solo un 1,7% de cuidadores hombres.

Esta menor presencia masculina en el ámbito profesional la confirma también Sofía Ramos, coordinadora del Servei d’Atenció a Domicili (SAD) de la Xarxa Santa Tecla. «Cada vez hay más servicios específicos en los que se necesita tener mucha fuerza y en los que a veces requerimos de cuidadores hombres, pero sigue siendo un ámbito en el que predominan las mujeres», dice Ramos, que asegura también que «antes nos encontrábamos mucho que la persona dependiente no quería que fuera un hombre a cuidarla, y esto está cambiando en los últimos años». La coordinadora del servicio dice que de los 190 trabajadores, una decena son hombres.

La investigadora y catedrática de la URV, Dolors Comas, comenta también que hubo un número importante de hombres que empezaron a trabajar como cuidadores profesionales tras la crisis del 2008, cuando muchos perdieron el trabajo en la construcción y otros sectores, pero que cuando encontraron otro empleo se fueron. De hecho, es el caso de José Núñez, trabajador familiar del SAD de la Xarxa Santa Tecla. Trabajó de camarero, pintor, constructor y empresario, hasta que con la crisis del 2008 le salió mal un negocio y decidió, a los 43 años, sacarse la ESO y estudiar para técnico de atención a la dependencia. Asegura, no obstante, que tenia mucha vocación para este oficio: «Siempre me ha gustado la gente mayor, cuando mi madre o alguna de sus amigas necesitaba algo ahí estaba el José», cuenta el trabajador familiar, que cuidó a su madre durante unos años, por lo que tuvo que dejar el trabajo que tenía ya en una residencia.

Recuerda que para ello le fue muy bien lo que aprendió en sus estudios, y asegura que es imprescindible la formación y tener conocimientos para llevar a cabo tareas de cuidado de personas. «Hay que estar preparado, sobre todo psicológicamente», comenta José. En este sentido, el SAD de la Xarxa Santa Tecla también realiza formaciones, tanto para las tareas de cuidado como para hacer tramitaciones y solicitudes.