Siete de cada diez noches en Tarragona son tropicales

Las madrugadas de más de 20ºC se duplican este verano por el calentamiento. Incluso ya hay valores catalogados de tórridos. El agua del Mediterráneo bate récords y dispara el bochorno

Hay veces en que nada sirve. Ni el aire acondicionado, ni el ventilador, ni esa ventana abierta para que entre algo de aire. Usted da vueltas y vueltas en la cama, no puede dormir o pega ojo un rato y al poco se despierta empapado el sudor. Más todavía si está en algún municipio del Montsià, el Baix Ebre o en la misma Tarragona capital. La pesadilla tiene nombre, se llama noche tropical, un fenómeno climatológico para aquellas jornadas en las que la temperatura mínima registrada es igual o superior a los 20ºC.

Porque si algo ha marcado este mes de julio plagado de olas es esa canícula intensa de madrugada. «Se han batido récords de temperaturas máximas pero lo cierto es que hemos tenido bastantes noches tropicales e incluso tórridas. Estas noches siempre han existido pero de media ahora tenemos en Tarragona unas 35 noches tropicales más que a mediados del siglo XX», relata Javier Sigró, profesor e investigador del Center for Climate Change (C3) de la URV.

Los datos del Servei Meteorològic de Catalunya indican que en todas las estaciones meteorológicas de la provincia, excepto en la de Prades, ha habido al menos una noche tropical en lo que va de verano, aunque hay emplazamientos en los que este tipo de condiciones son ya mayoría.

De Amposta a Torredembarrra

En Tarragona capital, se han registrado 35, en el periodo del 1 de junio al 26 de julio, un plazo que abarca 56 días. Por tanto, el tarraconense ha dormido en una noche tropical en seis de cada diez ocasiones en lo que va de verano. Son siete de cada diez en julio.

Y no se escapan de esas proporciones los vecinos de otros lugares especialmente azotados. Amposta, Mont-roig del Camp, El Perelló, Torredembarra o Riudecanyes son algunos de los enclaves donde las noches han sido más asfixiantes. «En realidad, son datos vinculados al aumento del número de días en condiciones de verano, que en los últimos 70 años han crecido en 45 jornadas», cuenta Sigró. Es decir, el verano se alarga ahora mes y medio más en relación a mediados del siglo XX.

¿Y qué ocurrió en los años previos? En 2021, Tarragona capital alcanzó las 61 noches tropicales si se recuenta todo el verano, del 1 de junio al 31 de agosto. Ahí la proporción es mayor y roza casi el 70%, es decir, siete de cada diez.

Las reiteradas y prolongadas olas de calor vividas en julio marcan la estadística, que a su vez está determinada por el ineludible efecto del calentamiento global. «Las olas de calor son típicas de cualquier época del año, también en invierno, pero es ahora cuando dan más problemas. Se han incrementado mucho, en frecuencia y en duración», aporta Sigró, desde la URV, que de los registros de julio se queda con estos factores: «Me sorprende lo temprano que han empezado las olas y lo persistentes que son en el tiempo. Se intensifican por el cambio climático. El hecho de tener tantas y tan persistentes va ligado al aumento de temperatura y a los cambios en la circulación atmosférica».

Los balances de la Agencia Estatal de Meteorología (AEMET) en la provincia van en línea similar. En la estación de Tarragona, se registraron este mes de junio 14 noches tropicales, más del doble que los valores de referencia del periodo 1981-2010, que fueron seis.

«Hay más asfalto y más cemento»

En julio, ha habido 23 de esas noches (un 74% del total), superando en dos la media histórica de ese intervalo (21) de tres décadas que sirve para establecer tendencias y comparaciones. Así lo explica Ramón Pascual, jefe del Grupo de Predicción y Vigilancia de la AEMET en Barcelona: «La tendencia es de un aumento de noches tropicales, debido a que la temperatura en conjunto aumenta y las áreas metropolitanas también van creciendo, hay más cemento, más asfalto y más circulación».

Ramón Pascual indica que «en mayo ya se alcanzaron valores muy anómalos, aunque no eran olas de calor». Igual que Javier Sigró, sostiene que estas oleadas son «más tempranas, intensas, persistentes y duraderas».

A ello contribuye un elemento como la cercanía del océano. «Se están registrando temperaturas extraordinarias en la temperatura del mar. La superficie pasa de los 30ºC antes de entrar en el mes de agosto. Si tienes un mar muy cálido, que baje la temperatura por la noche es muy difícil, así que acabas teniendo valores muy altos, y además con mucha humedad. Afecta a toda la fachada marítima. Se genera ese ambiente de bochorno», explica Sigró desde la URV. «El mar suaviza las temperaturas respecto al interior, pero las mínimas pueden bajar más ahí que en la costa, porque la temperatura del agua del mar aumenta y esto dificulta que las mínimas nocturnas desciendan», añade Ramón Pascual, que pone un ejemplo de esta pasada semana en Tarragona: «En la Costa Daurada el mar estaba a 29,5ºC. Así la temperatura del aire cercano no puede bajar nunca».

Más de 25ºC en el Priorat

Los datos del Servei Meteorològic de Catalunya muestran cómo la costa de Tarragona sufre especialmente, y sin remontarse mucho atrás. Entre 2019 y 2021, las noches tropicales subieron un 19%, al pasar de 51 a 61, considerando todo el verano. Otros lugares que padecen las madrugadas de sudor y desvelos son puntos cercanos al agua: la Illa de Buda, en el Delta, registra un 94% de noches tropicales en lo que va de verano y Els Alfacs un 89%. Otras localizaciones como Margalef (Priorat), Vinebre (Ribera d’Ebre) o L’Aldea (Baix Ebre) han experimentado en julio incluso noches tórridas, aquellas en las que el mercurio pasa del umbral de los 25ºC.

En el otro extremo, el privilegio de una velada más fresca se halla en algunos pueblos del interior ebrense y también del Camp: Horta de Sant Joan, Gandesa, L’Espluga de Francolí o el Masroig se salvan un poco más de esos agobios que están marcando el estío.

Y, todo ello, cuando justo acaba de empezar agosto, y las previsiones van en la línea de que va a haber poca tregua, para disgusto del sufrido vecino. «Agosto no tiene por qué ser peor que julio, de hecho, julio es nuestro mes más cálido, pero sí que hay ciertos indicadores que muestran que tendremos más episodios de temperaturas elevadas. Es fácil que se repitan, sobre todo en la primera quincena», dice Sigró.

De hecho, se están cumpliendo más o menos los pronósticos, como reconoce la AEMET. «La predicción estacional ya daba que el conjunto del verano sería más cálido de lo normal. Quizás agosto compense un poco, está por ver, pero yo no descartaría que hubiera alguna ola más durante este mes», concluye Ramón Pascual.

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