Tarraco Viva, donde la locura por lo romano se retroalimenta

En el Camp de Mart se juntan artesanos que reviven técnicas ancestrales, jugadores de juegos de mesa, librerías... Es el microclima perfecto para los que viven fascinados por el mundo antiguo

Explica José Manuel Pastor Eixarc, artesano e investigador de Zaragoza, que lleva 25 años viniendo a Tarraco Viva y que, en este tiempo, ha visto cómo el público que acude al festival es cada vez más experto. «Antes teníamos que poner carteles explicando qué era cada pieza, y ahora es la gente la que viene a explicarnos lo que son; hay gente que sabe mucho», apunta.
Pastor está al frente de una de las paraditas que este fin de semana pueblan el Camp de Mart. La escena merece, eso sí, una aclaración: esta no es una feria al uso; es el lugar perfecto para quedarse escuchando explicaciones de artesanos que reviven técnicas antiguas, sentarse a jugar juegos de mesa, bucear entre libros o planear un viaje. Eso sí, todo con el hilo conductor del interés por el mundo romano.
La madre del artesano le anima a que nos enseñe la figurita, de unos 20 centímetros de alto, que tiene entre las manos. Es una especie de esqueleto articulado hecho en bronce. Madre e hijo están a la expectativa de ver quién es el primer paseante que adivina de qué se trata. A nosotros, no obstante, nos desvelan el misterio: es una larvae convivialis, que se colocaba en las mesas de los grandes banquetes. Había un punto de humor en ellas, pero su misión era recordar a los comensales que la vida es fugaz. Todo muy acorde con la expresión memento mori o «recuerda la muerte».
Pastor reconoce que una de las cosas que ha impulsado su negocio es el auge de la reconstrucción histórica, aunque también tiene otros encargos, hay cascos hechos por él en el Museo Nacional Arqueológico y en el mismísimo Coliseo de Roma.
A pocos metros, está Manuel Muñoz, quien se dedica a explicar con todo detalle cómo fabrica sus piezas de vidrio fenicio. Cada cuenta de un collar tiene un significado, así como un paciente trabajo detrás: para fabricar cada una necesita en torno a media hora.
Posteguillo y compañía
La feria la componen también varias librerías de la ciudad, con una variedad impresionante de libros relacionados con el mundo antiguo. Francesc, de la librería Adserà, coincide en que el público que viene al festival está cada vez más especializado y acude cada año buscando novedades.
En las mesas hay libros infantiles, juveniles, de historia, ensayo, filosofía, los clásicos... Pero, si algo no falta, son las novelas de Santiago Posteguillo.
Detenerse a jugar un juego de mesa es otra de las posibilidades, de la mano de TGN Juga. Jan Gonzalo, miembro de la entidad, cuenta que se acercan perfiles muy diversos, desde familias con niños —«que a muchos los hemos visto crecer año tras año»— hasta adultos a quienes han conseguido que les pique el gusanillo en un mundo donde parece que es imposible divertirse sin una pantalla. Les dejamos jugando a un juego que se llama Garum, porque el objetivo es preparar el plato del mismo nombre. Se trata de una salsa de pescado muy popular en la antigua Roma, elaborada a partir de vísceras de pescado fermentadas.
Pero, para los amantes de lo romano, el festival también da ideas de cómo ampliar la experiencia. En una misma carpa están reunidos museos, centros de interpretación, parques arqueológicos y publicaciones. Es un espacio para informarse sobre los lugares con legado romano, planificar actividades y viajes culturales. En fin, una manera de prolongar la experiencia.
Todo este peculiar ecosistema seguirá instalado en el Camp de Mart mañana sábado y el domingo, complementado con un buen número de talleres. Es solo cuestión de interesarse y preguntar; esta gente está deseosa de contagiar su locura. Dios los cría y Tarraco Viva los junta.

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