Niñas

Más bellas. Más guapas. Más delgadas. Más felices. Más perfectas. Uno de los hallazgos más consistentes en la investigación correlacional sobre redes sociales y salud mental es que las niñas corren un riesgo desproporcionado de sufrir daños por el uso intensivo de las redes sociales en comparación con los niños. La gama de daños que afectan más a las niñas que a los niños, como la comparación social visual, el perfeccionismo, la agresión relacional, el contagio social y la depredación en línea, son reales. Niñas de diez años comprando productos de cuidado de la piel. Serum blanqueador, cremas antiarrugas. Con diez años. Maquillaje, corrector de ojeras. Niñas con diez años obsesionadas con su imagen, con su cuerpo, con su piel. Niñas de diez años comparándose las unas a las otras en Instagram. Instagram, la fábrica de pesadillas, de imagenes de perfección irreal. Hay compañías que detectan cuándo una usuaria empieza a borrar sus selfies. Es pura depredación de la psique porque han comprendido que esa mujer no está feliz con su apariencia y entonces empieza el acoso publicitario: clínicas estéticas, tratamientos milagro, dietas fulminantes, arrugas que desaparecen. Da igual la edad, no se esperan a los dieciocho años. El algoritmo ya sabe de nuestros miedos y nos ataca. Nadie es feliz a los diez años, no me mientan. Pero nadie debería ir al Sephora a esa edad.