El sueño reusense de llegar al espacio se reduce a cenizas

El Ball de Diables de Reus intenta, de nuevo, hacer despegar el cohete ‘Speteck’, pero el plan queda frustrado

29 diciembre 2019 15:27 | Actualizado a 07 enero 2020 09:26
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Los científicos de la Agències Reusenca de l’Espai (ARE) han vuelto a fracasar. El cohete Speteck –tripulado por Pedro Sánchez, Pablo Casado y Santiago Abascal– parecía que, esta vez sí, despegaría.  Tenían la misión de ampliar las fronteras del país y llegar al espacio. Luz, fuego, ruido, humo... pero nada. Aún no han dado con la fórmula, y el cohete acabó reducido en cenizas, devorado por las llamas. Reus seguirá un año más sin conquistar el espacio. «Pues a esperar», decían algunos reusenses que ayer a última hora de la tarde se congregaron en la plaza del Mercadal para ver este ya tradicional evento que anualmente se celebra en la capital del Baix Camp el 28 de diciembre, día de los Santos Inocentes, de la mano del Ball de Diables de Reus.

La comitiva se puso en marcha poco antes de las 19.30 horas desde el Campanaret y travesó las calles Llovera y Monterols hasta llegar a la plaza del Mercadal, donde ya esperaba otro gran personaje de la ciudad: el cantautor local Ariel Santamaria. «Quan s’enlaire l’Speteck, cap a Mart o cap al Sol...», empezaba cantando Santamaria. Y es que para la cita, se había preparado el himno del Speteck.

A bordo del cohete ‘viajaban’ distintos personajes del mundo político encabezados por Pedro Sánchez, Pablo Casado y Santiago Abascal con el fin de llegar en algún punto del espacio y extender el país. No obstante, todo quedó en sueño frustrado, como sucede año tras año. ¿Habrá más suerte el 2020?

La liebre y la tortuga

Paralelamente, una liebre y una tortuga gigantes corrían por las calles de Reus. Esta era la propuesta de la compañía Teatre Nu. «¡Reviviremos la gran carrera de la liebre y la tortuga!», exclamaba el árbitro de la competición, vestido con camiseta de rayas negras y granate.

«¿Estáis preparados?», preguntaba, y los más pequeños, reunidos en la plaza Prim afirmaban enérgicamente. Pero faltaban los protagonistas. De entre las columnas apareció la liebre, «más rápida que el caballo de Prim», decía el árbitro. Al cabo de un rato, aparecía la tortuga desde la calle Sant Joan, lentamente, a su ritmo. Los niños hacían ver también que corrían para poner más emoción a la competición.
El espectáculo, itinerante, empezó a las siete de la tarde y se fue repitiendo en deistintos puntos de la ciudad.

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