Tal vez la cercanía salve del cierre y del ‘ruido’ exterior en esta zona de Reus

Pese a la circulación constante de coches, no es extraño ver cómo la vida se ralentiza entre los peatones que disfrutan de un café o viven por la Riera d’Aragó

10 septiembre 2023 13:08 | Actualizado a 10 septiembre 2023 13:08
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Una estampa habitual de esta calle es ver a gente, sobre todo de la tercera edad, tomando algo en sus dos o tres bares o, incluso, compartiendo un rato de confidencias en los contados bancos que todavía mantiene. Ese ritmo tranquilo contrasta con la constante circulación de vehículos –a pesar de los numerosos semáforos y pasos de cebra, y la velocidad máxima de 30 km/h– que se da como punto de entrada y salida de Reus, pero también como consecuencia de una de las zonas de aparcamiento regulado más solicitadas de la ciudad.

A menudo, muchos olvidan la existencia de la Riera d’Aragó; al menos, su odónimo, pues la ‘unifican’ con la Riera de Miró. No están tan equivocados, pues el tramo que llega hasta la plaza de Antoni Villarroel, lleva su nombre actual desde 1939. Anteriormente, de hecho, la llamaron Rambla de Mazzini y, mucho antes, las distinguían como Riera Alta y Riera Baja.

Hacerse al ruido

Así, una de las características por excelencia, a día de hoy, de la Riera d’Aragó es el tráfico que abunda en ambos sentidos. Con todo, los vecinos de la zona y los negocios han aprendido a sobrellevarlo. Eso sí, la falta de aparcamiento sigue suponiendo un problema.

«Al tener cerca el Hospital y el Parque de Bomberos, es habitual escuchar las sirenas y, aunque es algo a lo que te acostumbras, también crea saturación de tráfico y al ruido se suman los cláxones», valora Isabel Cano, camarera en Tacos La Mexicanita. También, «es una zona céntrica y los aparcamientos se suelen llenar», añade, ejemplificando que muchos clientes deben desplazarse para poder aparcar en zona blanca. «Lo mejor es tener un párquing privado, pero no todo el mundo se lo puede permitir», expone Cano.

Aunque Esther López, propietaria de la cafetería La Casa del Llèpol, explica que «la mayoría de clientes son vecinos de los alrededores y no vienen en coche, al resto sí perjudica». A su vez, valora positivamente ese «clima familiar, aunque haya mucha gente de paso» a raíz del tráfico de entrada/salida y su ubicación relativamente céntrica. La cercanía es el ‘núcleo’ del vecindario: «todo el mundo se conoce y se preocupa si pasa algo», destaca López.

Por su parte, Isabel Cano observa que «la Riera d’Aragó está bastante ‘controlada’ en cuanto a limpieza y vigilancia, en comparación con los alrededores, donde las calles están más descuidadas». Apunta, de hecho, los recientes avistamientos de ratas en zonas de juego infantil próximas a esta vía. Asimismo, critica que «en noches de fin de semana, haya personas que paseen ebrias, rompiendo el descanso nocturno de los vecinos» y generando, ocasionalmente, algún conflicto. Un hecho que atribuye a estar cerca del centro y sitios de ocio.

Una peculiar ‘familiaridad’

Más allá de algunos inconvenientes, los negocios de la Riera d’Aragó cuentan con pequeñas ‘fortunas’. Esther López reconoce, por ejemplo, que «no ha pensado nunca en trasladarse porque si se va, perdería toda su clientela». Esa fidelidad pesa más que el riesgo de ganar nuevos -y más- clientes en un local más céntrico, ese trato cercano en La Casa del Llèpol se da porque «la mayoría son vecinos de la zona, gente mayor casi todos, además de gente que viene y va de los colegios», describe.

En el restaurante Tacos La Mexicanita es relativamente diferente porque cuentan con gente de distintas partes, si bien el turismo ha escaseado en los últimos meses. Aun así, Isabel Cano apunta sorprendida que «tienen clientes habituales que vienen desde Tortosa cada fin de semana» y que se suman a gente que viene desde Barcelona o, en periodos vacacionales, de Castellón, Zaragoza, Madrid o Andorra.

De este modo, la Riera d’Aragó aparenta un movimiento externo, pero se nutre de la proximidad, algo evidente en otros negocios como el centro ReusVet. Sin embargo, faltarían iniciativas comerciales que evitasen el cierre progresivo de locales que ha sucedido en los últimos años.

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