Bien se sabe que la comida suele estar muy arraigada a una cultura, y prueba de ello, son los conocidos blaiets, un dulce histórico que sigue cautivando a los vecinos de la comarca del Baix Camp. Con el peso de una creencia a sus espaldas, esta típica tradición, cuyo origen se desconoce, sigue dando de qué hablar y llenando los escaparates de las pastelerías reusenses.
El blaiet es una galleta que se come, tradicionalmente, alrededor del día 3 de febrero, el día de Sant Blai. Aunque no se lleve a cabo ninguna celebración especial, excepto en L’Aleixar cuyo patrón es precisamente Sant Blai, es tradición hacerse con estas galletas durante los días que preceden la fecha marcada. Antaño, y según mandaba la costumbre, el día 3 de febrero se llevaban los blaiets y algunas frutas como manzanas o naranjas a la iglesia para que se bendijeran, ya que se decía que de esta forma se prevenían y curaban los resfriados y los dolores de garganta.
«Durante la vigilia o el día de Sant Blai la gente mayor viene a comprar los blaiets porque tienen por costumbre ir a las parroquias con su cesto de galletas para que las bendigan», explica Xavier Pàmies, quien, junto a su hermano, gestiona el famoso Forn Sistaré de Reus.
Además, comenta que la costumbre de llevar a bendecir las galletas es algo que los jóvenes no suelen hacer, pero que conocen muy bien porque sus abuelos y abuelas se lo explican, «todo ello forma parte de la tradición, quizás en unos años nosotros también haremos lo mismo que nuestros abuelos».
Elaborar los blaiets en el Forn Sistaré es una costumbre que lleva viva desde sus inicios y que sigue siendo parte esencial de las ventas durante estas fechas. «Las cocinamos con una buena mantequilla, harina de calidad, azúcar, huevo y harina de almendra y, bueno somos de Reus, así que quizás se nos caen un par de gotas de vermut en la masa», dice riendo Pàmies.
Sin embargo, algo que no puede faltar en las galletas es su distintivo principal, el famoso sello de Sant Blai, hecho con un molde considerado casi un tesoro hoy en día, por la dificultad que supone encontrar uno. «Tenemos guardado un molde antiguo de madera que tiene muchísimos años, pero utilizamos uno de aluminio que tiene más de 30 años; para conseguir uno ahora tendrías que buscar en el ‘mercado negro’».
El blaiet ha adoptado distintas formas con el pasar de los años y cada pastelería se toma sus licencias para modificar la receta de la prestigiada galleta. «Algunos la hacen más básica, otros echan más vainilla o limón, en nuestro caso, hace un par de años, decidimos añadir chocolate porque es algo en lo que nos especializamos», explica Ramón De la Fuente, presidente del gremio de pasteleros de Reus y dueño de la conocida pastelería Huguet. Sea como sea, el blaiet sigue siendo un dulce muy característico de la zona del Baix Camp y conforma una tradición muy querida entre la población.
Una costumbre que perdura
Pese a que el último año ha estado marcado por la pandemia, parece que la tradición de los blaiets sigue teniendo la misma influencia. Según De la Fuente, «las ventas están muy animadas; es una galleta que funciona siempre porque se trata de una tradición de toda la vida».
Aunque las restricciones de movilidad entre municipios puedan influir en las ventas, De la Fuente se muestra optimista y considera que fechas señaladas, como esta, ayudan mucho a las pastelerías porque es un «paso más» dentro de una situación no muy favorable.
Pero aparte de las ventas, tal y como expresa Pàmies, «con todo lo que está pasando la gente está más sensible con este tipo de costumbres». Ambos coinciden en que la tradición de los blaiets seguirá teniendo una larga vida y que no se perderá porque «está muy arraigada en la cultura de Reus».