Nombres como la ‘Dieta del sirope de arce’ o la ‘Dieta de los colores’ (que sólo permite comer alimentos de un mismo color un determinado número de días) no parecen presagiar, a priori, ninguna forma de alimentación saludable. Y así es. Álvaro Araujo, médico residente del CAP Salou, se dio a la tarea de estudiar las diez dietas más populares que, como las anteriores, circulan por la web, para analizar el número de calorías y su composición.
El trabajo ‘Dietas en internet, soluciones o magia’ es una de las 112 comunicaciones que se presentan entre ayer y hoy en el XXV congreso de atención primaria organizado por la Societat Catalana de Medicina Familiar i Comunitaria, CAMFIC, que se celebra en el Palau de Congressos.
Lo primero reseñable sobre estas dietas, explica Araujo, es que el 80% tenía sólo 800 calorías al día, una restricción extrema si se tiene en cuenta, por ejemplo, que la dieta con menos calorías recomendada por los médicos es de 1.200 calorías y sólo se aconseja a pacientes con obesidad mórbida y para momentos muy puntuales. Las necesidades de una persona adulta sana rondan las 1.800 a 2.100 calorías.
Lo otro que era fácil de suponer, además de la restricción extrema de calorías, es el desbalance nutricional. Ninguna de las dietas estudiadas llegaba a la composición ideal: un 60% de carbohidratos, 20% de grasas y 20% de proteínas.
Todas estas restricciones calóricas y supresión de alimentos pueden acarrear problemas renales y hepáticos y, en general, sólo se pierde líquido. Es por ello que Araujo apunta que hay que hacer entender a los pacientes que, aun en los casos en los que se busca adelgazar por un tema estético, lo mejor es pedir consejo al médico.
Peor alimentados
Otra de las comunicaciones del congreso relacionadas con la nutrición fue la presentada por Lydia Prieto, del CAP de L’Arboç, que realizó una encuesta a 106 pacientes sanos de 18 a 39 años para evaluar su alimentación y hábitos de ejercicio.
Uno de los hallazgos es que los encuestados tienen una percepción muy optimista de su forma de alimentarse. Un 78% dijo llevar una alimentación saludable, cuando en realidad sólo llega a los parámetros un 16%. Valga decir, por ejemplo, que el 40% no consume frutas y verduras a diario. Una de las consecuencias es que un 29% tiene sobrepeso.
También se encontró que un 24% se clasificaba como sedentario. Curiosamente, no encontraron relación entre la actividad y la dieta, es decir, los más activos no eran los que tenían la dieta más saludable.
A juicio de Prieto, es importante poner la atención en este grupo de pacientes que rara vez pasan por el consultorio pero que está desarrollando factores de riesgo de cara al futuro.
