El agente de la Guàrdia Urbana de Tarragona que disparó hasta en tres ocasiones a un perro el pasado domingo en la autovía A-7 está en prácticas. Según fuentes de la Guàrdia Urbana, «la acción fue autorizada por un mando». Así también lo dice la minuta que la policía hizo in situ. El caso ha generado muchas dudas y preguntas entre algunas entidades y partidos políticos de la ciudad, quienes piden investigar y esclarecer los hechos.
La historia empezó cuando los Mossos alertaron a la Guàrdia Urbana de la presencia de un perro en la A-7 –cerca de Les Gavarres– que entorpecía la circulación y que ponía en peligro a los usuarios de la vía. Aquí podría surgir la primera pregunta. Tratándose de una vía rápida e interurbana, ¿porqué no fueron los Mossos, que son quienes realmente tienen la competencia en materia de tráfico? ¿Por qué solicitaron la colaboración de la Guàrdia Urbana?
Según ha podido saber el Diari, en ese momento, la unidad de tráfico de los Mossos estaba realizando un control en la rotonda de la Laboral.
Sobre las ocho y media de la mañana, tres dotaciones de la Guàrdia Urbana se personaron en el lugar. «La situación era de urgencia, el animal generaba riesgo inminente. En estos casos que hay una amenaza real para las personas o la circulación, la legislación permite actuar», explican desde la Urbana de Tarragona.
Cabe destacar que el perro no era de raza peligrosa y que, según los testigos, era pequeño e inofensivo. «Estaba desorientado y cansado», explican los mismos testigos.
Tras cinco intentos de coger al animal, el agente en prácticas lo abatió con tres disparos, utilizando su arma reglamentaria. Y aquí llegan las siguientes preguntas. ¿No había otra manera, que no fuera letal, para poder capturar el perro? ¿No hay un protocolo marcado en estos casos? ¿Y, finalmente, el Ayuntamiento de Tarragona no cuenta con un servicio de laceros para capturar estos animales? ¿Quién tiene que avisarles?
La primera pregunta es difícil de responder y, lo cierto, es que será el propio juez quien deberá contestarla. Mossos d’Esquadra y Guàrdia Urbana abrieron diligencias sobre los hechos y ya las mandaron al juez correspondiente. Protectoras de animales y expertos en derecho animal opinan que habría sido mejor utilizar dardos anestésicos o flechas tranquilizantes. Todo antes de matarlo.
De hecho, la Fundació per a l’Assessorament i Acció en Defensa dels Animals (FAADA) ya ha anunciado que denunciará la actuación de la Guàrdia Urbana para depurar responsabilidades.
La segunda y tercera pregunta, sobre los protocolos y el servicio de laceros, se puede responder de forma conjunta. El Ayuntamiento de Tarragona cuenta con un servicio de lacero internalizado, que trabaja de las ocho de la mañana a las tres de la tarde, de lunes a viernes. Por las tardes, las noches y durante los fines de semana, el servicio municipal está externalizado a una empresa que se llama L’Última Llar, a través de un contrato menor que asciende a unos 18.000 euros, con el IVA añadido.
Los laceros
El ente encargado de alertar a los laceros –ya sea el servicio internalizado o la empresa– es la Guàrdia Urbana de Tarragona. El Diari ha hablado con el responsable de L’Última Llar, quien ha confirmado que «a nosotros no nos llamó nadie. No nos enteramos». Desde la empresa aseguran que tienen su propia opinión sobre lo ocurrido, pero que prefieren no darla a conocer.
Por su parte, fuentes de la Urbana aseguran que no existe un protocolo para estos casos. «Son casos excepcionales y poco frecuentes. Los agentes deben actuar siguiendo los principios generales de la protección a la ciudadanía», dicen.
El asunto sigue generando polémica en las redes sociales y sigue suscitando dudas, tanto entre los expertos, los animalistas y la propia policía. Veremos si acaban investigándose y resolviéndose.