Marizan, colombiana residente en Florida, está más interesada en la Catedral de Tarragona que en el Procés. «No sabía lo que estaba pasando hasta que he llegado. En mi país no se está muy pendiente de este tema. Me sorprendió ver a tanta gente en Barcelona en la manifestación. Poco a poco me he ido enterando», dice. Está con su familia colombiana de visita en la Part Alta. «Creo que se están haciendo las cosas demasiado rápido. La reclamación de la independencia puede ser lícita pero habría que seguir los pasos correctos», cuenta.
Los turistas que estos días caminan por la ciudad se topan con un paisaje tuneado para la ocasión de unos días históricos: abundan las esteladas en los balcones, pero también las pancartas con el ‘sí’ de la ANC y, en contraposición, algunas banderas españolas.
A veces ese colorido en las fachadas y los balcones se convierte en el primer input que tienen los visitantes de lo que está sucediendo en Catalunya. En otras ocasiones, algún proceso similar cercano les ha servido para tener más datos. «Está pasando como en Escocia. Allí la votación estuvo muy igualada, aunque ganó el ‘no’. Aquí el ‘sí’ ha ganado con mucha diferencia, con un 90%. La situación es parecida, aunque en el Reino Unido el Gobierno central quiso negociar y pactar. Aquí no está siendo posible», cuentan Peter y Sue, un matrimonio inglés de Londres que camina por el Pla de la Seu.
A su lado, hay una pareja norteamericana que admite no saber mucho del conflicto. «No podemos opinar, no sabemos lo que está sucediendo con exactitud, sólo lo que dijo Donald Trump», confiesan. El presidente norteamericano tampoco pareció ser un experto en la cuestión, durante la visita de Mariano Rajoy.
‘El tema pasa desapercibido’
Xavier Jornet, presidente de los hoteleros en Tarragona, también confirma que el tema por excelencia de estos días no tiene gran repercusión entre los huéspedes: «Es una cuestión que pasa desapercibida. No tenemos constancia de que nos pregunten o se interesen. Quizás en Barcelona, cuando se encuentren con esas manifestaciones de tanta gente, interrogan más».
Aquí la situación ha dejado algunas escenas curiosas: turistas bajándose de un autocar en la Avinguda Lluís Companys y topándose con una multitud que se manifiesta y a la que empieza a fotografiar y otros, en plena calle Major, integrados en una concentración estudiantil. A veces, ante una muchedumbre, el instinto les lleva a tomar imágenes –incluso desde el ‘trenet’– y a retratar el momento, sea cual sea.
Hay quien encuentra paralelismos con la situación de Crimea, que también realizó un referéndum. «La gente de un pueblo tiene derecho a decidir cómo es su futuro. Yo estoy de acuerdo con que Catalunya pueda votar y con que pueda ser independiente», cuentan Dasha y Egor, dos jóvenes de Moscú. Los rusos proliferan por la ciudad, también este mes de octubre en el que el turismo familiar ha dejado paso a parejas más mayores y a unos visitantes más ligados a los negocios.
El propietario de un establecimiento de souvenirs diagnostica hasta qué punto el turismo está enterado o no de la convulsa situación política: «En general están desinformados. Se sorprenden. No entienden que en España pueda suceder esto. No comprenden muy bien lo que está pasando». Este comerciante señala un punto de inflexión: «Todo cambió en el momento en que salió el Rey a hablar. Entonces comenzaron a entender algo, porque el Rey en el exterior es una figura muy reconocida, popular en el extranjero, y comenzaron a comprender qué está pasando».
Hay quien sí entiende el Procés, a pesar de vivir al otro lado del Atlántico. Mariela Bedoya y Carlos Montoto son de Lima, en Perú, y están de turismo en Tarragona. Vienen de visitar el claustro de la Catedral. «Queremos ser cautos porque no conocemos a fondo el tema. No queremos posicionarnos mucho. Entendemos que hay una situación injusta con Catalunya, desde un punto de vista de los impuestos, pero quizás no están utilizando las formas correctas», apuntan.
Peruanos por la mediación
Estos peruanos precavidos apelan a la vía del diálogo, como tantas otras voces que reclaman dejar los extremos y acercar posturas. «Hay que decirles a los políticos que no jodan más, que se sienten y se pongan a hablar, que dialoguen y que cedan», cuenta Carlos Montoto. «Hemos visto que la situación se ha vuelto difícil. Queremos que se resuelva de forma pacífica», añade Mariela.
A Perú no llegan demasiadas noticias sobre el Procés y el referéndum, aunque ellos, con familia en España, se han interesado, a la espera de un desencallamiento. «Lo principal es que dejen de enrocarse y cedan en sus posturas. Al final, lo que queremos todos es convivir en paz. Tener un trabajo y una sanidad y vivir tranquilos», añade Carlos.
La sensibilidad con Catalunya es, salvo excepciones, ajena a muchos. «Llevo aquí más de 30 años vendiendo souvenirs y puedo decir que la idea que tienen la mayoría cuando vienen a Catalunya es de que están en España. No quiere decir que puedan estar a favor o en contra, pero creo que no tienen esa consciencia de estar en un sitio diferente a España», concluye el empleado de otra tienda ubicada en la Part Alta.