En los meses de julio i agosto de este año 2016 se cumplen 95 años del famoso Desastre del Annual.
El día 22 de julio de 1921 llegó a los hogares españoles la noticia que en Annual, han sido aniquiladas tropas españolas durante una trágica y desordenada retirada producida por un implacable acoso de los rifeños de Abd el-Krim.
Se trataba del famoso Desastre de Annual, que arrojó en líneas generales el siguiente trágico balance: 12.981 hombres muertos o desaparecidos, la pérdida de 14.000 fusiles, 100 ametralladoras y 115 piezas de artillería, la muerte del general Fernández Silvestre, Jefe del ejército en campaña, que temerariamente se introdujo con sus tropas en territorio enemigo y otro general llamado Navarro caído prisionero. En definitiva el macabro balance de una operación militar mal preparada y peor desarrollada.
De momento el Gobierno no informó al país de tan trascendente hecho, pero el acoso popular y el periodístico impelió a no poder esconder el trágico suceso. La consecuencia inmediata fue la caída del Gobierno Allendesalazar, encargando el rey Alfonso XIII a Antonio Maura la formación de nuevo Gobierno, con Juan de la Cierva ocupando la cartera de Guerra.
Entre tanto el socialista Indalecio Prieto, jefe de la Oposición, se despachó en las Cortes con un ofensivo discurso, declarando que la operación había sido una actuación insensata, arrogante y humillante del general Fernández Silvestre, también que el Ejercito estaba corrompido y “Melilla hecha un lupanar y una ladronera”.
Inmediatamente se encargó al general Juan Picasso González (tío segundo del famoso pintor Pablo Picasso) realizara una detallada información sobre el suceso. El informe se denominó “expediente instruido con motivo del abandono de posiciones en el Territorio de Melilla en los meses de julio y Agosto de 1921”. Es nada menos que el llamado Expediente Picasso, el cual, una vez concluido se envió al Ministro de la Guerra y al Consejo Supremo de Guerra i Marina. El general Picasso, contó con los antecedentes facilitados por el Ministerio de la Guerra, pero en principio se encargó para que sólo se tratase de una información previa; no podía establecer ni depurar responsabilidades y que el Consejo Superior, previo es¬tudio decidiría la formación o incoación de proceso [sorprendente]. Dos Reales Ordenes de 24 de agosto y 1 de septiembre de 1921 mermaban, las facultades investigadoras del general Picasso acotándosele su actuación.
Sin embargo, el instructor, insatisfecho se personó en el lugar de los hechos para tomar declaración y practicar las diligencias para el esclarecimiento del suceso, con el interrogatorio de militares y personas que habían intervenido en los hechos, con lo cual el expediente Picasso salió adelante.
El expediente consta de 19 capítulos, el primero es la introducción y el último las conclusiones. El 2º y 3º se dedican exclusivamente a la temeridad y falta de preparación de la operación de la toma del Monte Abarrán. El 4º, al estado orográfico del territorio entre Annual e Iaumar, que se estimó muy vulnerable. El 5º se refiere al estado y condición de las tropas; su pobre instrucción, la falta de espíritu de los soldados, la merma de efectivos, y, sobre todo, la deficiente conducta de la oficialidad, salvo en casos aislados, como la famosa carga de caballería del teniente coronel Fernando Primo de Riviera acudiendo a proteger la retirada de tropas de Dar Drius a Batel. El capítulo 6º explica la toma y caída de la posición de Iriguiben; el 7º, se centra en la caída de Annual, incidiendo profundamente en la desastrosa retirada, el 8º, sobre las repercusiones de la caída de Annual. En el 9º capítulo se repudia la actuación del general Navarro en la posición de Drius. El 10º se refiere a las consecuencias de la caída de Drius. En el capítulo 11º se estudia la retirada a la posición Arruit, defendido por unas tropas ya desmoralizadas. En el capítulo 12º la defensa de Kebdani, en el capítulo 13º las repercusiones de la caída de esta plaza, mientras el capítulo 14 analiza la retirada de Zoco el Telatza, en el capítulo 15º sobre la situación de varias posiciones colindantes con la anterior. El capítulo 16 cuenta la caída de Nador, con una guarnición de 444 soldados y 38 oficiales pasados a cuchillo por los moros conquistadores. El capítulo 17 detalla la actuación de la aviación: concretamente, en el aeródromo de Zuluan, que ni se enteró de lo que ocurría. El capítulo 18, presenta la situación de Melilla i acaba explicando la finalidad de dicho expediente.
Un aspecto importante del Expediente son las acusaciones personales que efectúa contra militares en concreto, militares relacionados con conocidas familias de estirpe y rango militar. En primera providencia: incoar la causa a los generales Fernández Silvestre, comandante general, a Dámaso Berenguer, general en jefe del Ejército de África y al general Navarro, segundo jefe de la Comandancia General; como posibles autores de un delito de abandono de posiciones injustificado y pérdida de las mismas.
Investigar si el general Silvestre murió a manos del enemigo o se suicidó.
Tomar declaración al alférez de caballería Fernández Silvestre, –hijo del comandante general–, que salió del Annual momentos antes del abando¬no de esa posición. Son acusados también entre otros los coroneles Riquelme (de la familia del general de la República), López Pozas, Sànchez Monge, Fontán, Fernández de Córdoba, (éste sería descendiente del Gran Capitan). Informe contra cinco comandantes por haber regresado a la plaza de Melilla habiendo dejado sus fuerzas en el campo, contra el comandante Armat, por no prestar atención al Ser¬vicio de la Aviación de Melilla, y del comandante Núnez de Prado, (de la familia del general de la República) Contra seis capitanes y también contra el capitán Alonso Estuingana, que pactó por dinero la rendición del puesto Reyen Guerruzo.
Contra seis tenientes entre ellos el teniente Vidal Cuadras, por no justificar su regreso a Melilla. También el teniente medico D’Harcourt (de la familia del defensor de Teruel durante la Guerra Civil) por abandono del cadáver del coronel Morales y contra el teniente Vara del Rey (de la familia del General del mismo apellido, héroe de Cuba), por haber dejado a un suboficial protegiendo la retirada en vez de hacerlo él, y contra el teniente Miralles, por no resultar suficientemente explicada su salida, huyendo por la puerta posterior de la Alcazaba de Zeluán.
Contra el alférez Ruiz Tapiador, por rendir el puesto de Dar Apuzaj y no tomar el mando del destacamento que le rescató a pesar de ser su único oficial.
También en ese capítulo se exhorta a la búsqueda del famoso telegrama que el Rey incitaba a Silvestre a avanzar en la tortuosa marcha que acabó en Annual y, que nunca se halló ni se ha hallado.
Con todo y ese laborioso trabajo, finalmente el Expediente Picasso fue definitivamente retirado durante la dictadura del General Primo de Rivera.