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    Si Don Estanislao levantara
    la cabeza...

    13 diciembre 2022 19:14 | Actualizado a 14 diciembre 2022 07:00
    Alfredo Ramírez Nárdiz
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    Estaba yo el otro día aprovechando el festivo sin meterme con nadie, preocupándome de mis asuntos, tomando un café, viendo la playa y el mar al fondo, cuando, de pronto, sin aviso, sin anuncio previo, a lo bestia, esa máquina del horror que llevo en el bolsillo se puso a pitar como si el mismo demonio habitara dentro de ella, cosa que cada día, triste de mí, creo más. Se preguntarán ustedes que por qué no me deshago del cacharro. Muchas veces yo mismo lo pienso. Debería prenderle fuego. Lanzarlo por la ventana. Sacrificarlo en un altar azteca, no sé. Pero cada día tengo más claro que, si no acabo yo antes con él, el móvil pronto acabará conmigo.

    En fin, el caso es que la pitadera se debía a que me habían llegado cinco alertas del tirón (¡cinco!) en las que se me informaba, a modo de desenfadado recopilatorio, de todos los insultos, improperios y denuestos que nuestros próceres de la patria, nuestros queridos políticos, se habían arrojado unos a otros en la última semana.

    Que también digo yo que ya es mala leche amargarle a uno así el día de fiesta. No tenía ya bastante con Luis Enrique y sus reflexiones acerca de que su derrota es culpa de todos menos de él, para que ahora también me asalten las cuitas de estos otros.

    La primera de las alertas que me llegó era referente a una diputada de Vox (qué tiempos en que era sólo un diccionario) que insinuaba que la ministra de igualdad había llegado al cargo por enchufe y no por mérito. Toma.

    La segunda era la respuesta de la susodicha ministra llamando fascista a su interlocutora y, ya de paso, a todo aquel que la contradiga. Retoma.

    Otra alerta me avisaba de que Pedro Sánchez afirmaba que el PP tiene secuestrado el poder judicial. Casi nada.

    Estanislao Figueras dijo: «Señores, ya no puedo más. Voy a serles franco: ¡Estoy hasta los cojones de todos nosotros!». Sabias palabras

    A lo que una cuarta alerta me hacía saber que Feijóo había respondido que el PSOE es filoetarra, sedicioso y malversador, así, todo del tirón. Toma maroma.

    Antes de caer ahogado bajo semejante hemorragia de invectivas, aún pude leer como la ministra de igualdad contraatacaba y llamaba partícipe de la cultura de la violación a toda la derecha (más o menos 150 diputados), ante lo que los aludidos pateaban y gritaban como si la cámara baja fuera más un plató de televisión un sábado por la noche que la sede de la soberanía popular.

    Guardado de nuevo el teléfono, llevándome la taza de café a la boca y mirando el horizonte en silencio y con gesto circunspecto, no pude más que pensar en Estanislao Figueras. Sí, en Estanislao Figueras. El primer presidente de la Primera República. Catalán de Barcelona. Diputado por Tarragona. Hombre que pasó a la historia por proferir en reunión de Consejo de Ministros, desbordado por la zozobra, la legendaria frase: «Señores, ya no puedo más. Voy a serles franco: ¡Estoy hasta los cojones de todos nosotros!». Sabias palabras. A continuación, dimitió. Dijo que iba a dar un paseo. Se fue a Atocha. Se subió a un tren. Y no paró hasta París. Comprensible.

    ¿Acaso es que la sociedad española es mucho mejor que lo que se ve cada día en el Congreso o en el Parlament? Somos nosotros

    Similar sensación me invadió a mí aquella mañana y he de reconocerles que aún me dura. El problema es que yo ni siquiera puedo irme a Francia en tren porque, teniendo en cuenta cómo están los rodalies, con un poco de suerte me estrellaría o, peor aún, no llegaría nunca. Así que toca disfrutar de nuestra nunca suficientemente valorada clase política. Panda de anacolutos, que diría aquel califa rojo de Córdoba. Pero, al fin y al cabo, ¿qué esperamos? Sí, en serio, ¿qué esperamos? ¿Acaso es que la sociedad española es mucho mejor que lo que se ve cada día en el Congreso o, un poco más cerca, en el Parlament? Son nosotros. Somos nosotros.

    Si a Irene Montero la acusan de enchufe. ¿Acaso no conocemos nosotros mil y un casos? Si a la de Vox la acusan de facha. ¿Acaso no conocemos nosotros mil y un casos? Si al PP le acusan de utilizar la ley en su beneficio, al PSOE de hacer lo que sea con tal de sobrevivir, a todos de corruptos, ineptos e incapaces de ponerse de acuerdo en nada. ¿Acaso no conocemos nosotros mil y un casos? Lo que vemos en la telenovela de bajo presupuesto (que pagamos nosotros) en que se ha convertido la política es fiel reflejo de la sociedad que día a día construimos y de la que formamos parte. Posar de escandalizados está bien como estrategia para soportar a semejante caterva, pero, seamos sinceros, si son chusma, son nuestra chusma.

    Así pues, ¿no queda sino hacer como Don Estanislao y darse a la fuga? Qué quieren que les diga, yo me identifico más con la actitud de su sucesor, también catalán, Pi i Margall. O sea, quedarse y apechugar a sabiendas de que lo más probable es que todo acabe como le acabó a Don Francisco: con Cartagena izando bandera turca y la flota pirata de Antoñete desembarcando en Alicante y pidiendo veinte mil duros, oiga.

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