Arte
Descubriendo a Jaume Huguet en Tarragona: el pintor de Valls presente en el Louvre
La Catedral de Tarragona guarda decenas de secretos e historias, entre ellas la del maestro del gótico catalán. Una visita familiar invita a explorar la trayectoria del artista de Valls entre las maravillas y pinturas del templo

Momento de la visita frente a la ‘Anunciación de la Virgen’, una de las grandes obras de Huguet, en la pinacoteca del Museu Diocesà
Cuando pensamos en las maravillas de la historia del arte, nuestra mente suele llevarnos a los maestros del renacimiento toscano, iconos de la escuela flamenca o genios del barroco italiano. Pero, probablemente, desconocemos los grandes artistas que nos ha dejado nuestro territorio. Jaume Huguet (1412-1492), oriundo de Valls y maestro del gótico catalán, es uno de ellos. La Catedral de Tarragona ofrece una visita guiada familiar que permite adentrarse en la trayectoria del pintor que cambiaría la historia del arte nacional, además de todas las ‘joyas’ que alberga el templo.
Visitar la Catedral siempre es un lujo, tantas épocas y estilos, tantos mitos y relatos, encapsulados entre su fría y luminosa nave y sus magistrales rosetones y vitrales. Pero aún más lo es cuando te guían entre tanto caótico orden y te revelan sus detalles en cada rincón, como hace hoy Laura. «Es enorme, impone mucho desde dentro», se asombran Eva y Luis, que descubren el interior del templo por primera vez. Durante toda su estancia les acompañarán las melodías del gran órgano. ¡Qué fortuna! Solo imagínense las graves frecuencias y las armonías de 2.700 tubos reverberando entre los arcos apuntados del transepto.
Uno de los coloridos rosetones del transepto
De pupilo a ‘magister’
«Y vosotros, ¿qué sueños tenéis?», pregunta Laura, la guía, a los visitantes más pequeños. Valentina quiere ser enfermera. Beltrán también lo tiene claro: «Quiero ser futbolista». No son los únicos jóvenes que no dudan de su futuro. Como ellos, Jaume Huguet tampoco tenía ni que pensárselo en 1412, cuando aún era ayudante en un taller tarraconense. Su sueño era ser pintor. Y así empieza su relato.
Caminando por las naves laterales seguimos conociendo la historia del artista vallense. Al mismo tiempo, Laura revela también los secretos ocultos en las capillas: frescos, tumbas, espléndidas arcadas flamígeras. También de sus pinturas, que viajan de la austeridad románica al esplendor barroco. Eva y su familia, aficionada al arte, quedan constantemente boquiabiertos: «Es impresionante».
«La moraleja que nos dejó Huguet es clara: uno debe trabajar duro y luchar para poder cumplir sus sueños», Laura y Valentina
Huguet era un joven aprendiz en el taller de Mateu Ortoneda –relevante pintor del gótico internacional catalán–, donde trabajaba con su tío, oficial de Ortoneda. Ambicioso y apasionado, no se conformaba con limpiar pinceles o comprar pigmentos y barnices, como cuenta Laura, «él ansiaba ser maestro de su propio taller».
Para continuar este relato, salimos de la nave central hacia qué mejor lugar que la pinacoteca del Museu Diocesà, que aguarda una privilegiada colección de obras góticas. Allá se encuentra una de las ‘magnum opus’ de Ortoneda: el Retablo de la Virgen de Solivella. Los visitantes admiran cada detalle de esta pintura de madera con pan de oro y pintada con Lapislázuli de Afganistán. Laura cuenta algunas curiosidades de este que asombran a grandes y pequeños: «Jamás adivinaríais con qué se hacía la pintura blanca. Con huevo y plomo». ¿Sabían que el pigmento rojo se hacía con caparazones de insectos y el púrpura con caracolas de mar?
Es una obra magistral. Probablemente, Jaume Huguet colaboró de algún modo u otro. Jamás sabremos si llegó a pintar o dibujar alguna figura o solo limpiaba las paletas de su tío. Pero él no se quedó atrás. Su esfuerzo, talento y dedicación llevaron al pupilo a superar a su maestro. Era un joven con muchas ganas de seguir aprendiendo, de llevar el arte a otro nivel, impresionado por la innovación de las corrientes flamencas que llegaban a la península Ibérica. «Jaume quería avanzar, que la pintura se modernizara», narra la guía.
Junto a la Gioconda
Y así fue. Finalmente, con los años, se convirtió en el gran maestro, como se le recuerda. Era el ‘magister’ de su propio taller, tal y como soñaba desde chico. Sus obras son reconocidas internacionalmente, pese a que no seamos conscientes: una quincena de sus pinturas se exponen en el Museu Nacional d’Art de Catalunya (MNAC). Y por si no fuera poco, la obra del artista vallense está presente también en el emblemático Museo del Louvre de París. El Lamento sobre el cuerpo de Cristo, fragmento del Retaule de Vallmoll, está expuesto a escasos metros de la Mona Lisa.
Termina la visita frente a una de las grandes obras de Huguet –que permanece en la ciudad–, la Anunciación de la Virgen. Ni Da Vinci, ni Fra Angélico, ni Botticelli. Tarragona también presume su propia Anunciación, la del Maestro Huguet (también es parte del Retaule de Vallmoll).
«¿Qué moraleja nos deja Jaume Huguet?», pregunta Laura. Valentina le arrebata la respuesta de la boca: «Hay que trabajar duro y luchar para poder cumplir nuestros sueños». Ahora, con la lección aprendida y «encantados» con la visita, su familia se dirige a seguir descubriendo otros secretos y rincones que aguarda la Catedral.