Ellas lo tienen claro. Meridiano. «Cuando no tengan que destacarse este tipo de cosas significará que lo hemos normalizado». Fueron pioneras en lo suyo, y ahora son mentoras de las nuevas generaciones. Muchas quieren ser como ellas, porque son una inspiración y han allanado el camino a las que están por venir.
Antonia Collado es jefa del Centro Operativo de Servicio de la Comandancia de la Guardia Civil de Tarragona. De Albacete, lleva en Tarragona desde 2010 y entró en el cuerpo en 1998.
«Lo hice por vocación. Fui a la academia con un desconocimiento brutal; me preguntan que cómo afronté el hecho de ser una mujer y yo respondo que en muchas ocasiones el machismo empieza en casa, y en la mía siempre tuve apoyo total».

María del Pilar García es comisaria del Cuerpo Nacional de Policía en la comisaría de Reus. Ingresó en la academia el año 1996. Ha pasado por Madrid, Huesca y Zaragoza, donde ascendió a inspectora jefa. A finales de 2023 llegó a comisaria en Reus: «Entré casada a la Policía. El principal apoyo fue mi marido, que ya era agente, y mi padre, que fue guardia civil». Los ascensos han sido una parte compleja: «Te hacen cambiar de puesto de trabajo y también de domicilio».
Ester Vidal es la jefa de sector de Trànsit de la Regió Policial Camp de Tarragona de los Mossos d’Esquadra: «Yo también me presenté sin saber mucho de la profesión ni de nada interno, pero previamente había llevado a cabo un interinato en la policía local de Cambrils. Como en Tarragona no estábamos desplegados en materia de seguridad ciudadana, opté por entrar en la especialidad de tráfico», comenta. Uno de los mayores problemas a los que se enfrenta la mujer es la conciliación familiar: «Cuando ascendí a caporal ya tenía una niña y cuando ascendí a sargento estaba a punto de tener al niño, y eso te genera desequilibrio y un problema de logística familiar. Siempre he podido gestionarlo».
María Reina es agente de la Guàrdia Urbana de Tarragona desde hace 34 años. Entró con 20. «En un principio, fue como un paso previo para la Guardia Civil, porque yo me crie entre cuarteles: mi padre, tíos y primos eran guardias civiles. Un día, mi madre apareció en casa con una portada del Diari de Tarragona donde decía que había oposiciones para la Urbana, y pensé ‘¿por qué no?’; entré en el cuerpo y estuve tan cómoda que ya nunca pensé en ir a la Guardia Civil».

Su momento fue muy diferente al actual. Por el nivel de seguridad pública y la integración de la mujer en los cuerpos policiales: «Cuando yo ingresé, nos llamaban ‘Unidad de Mujeres’, y eso que ya llevábamos diez años en el cuerpo», admite Collado. «Yo tenía claro, desde los siete u ocho años, que quería ser Guardia Civil; me he sentido muy arropada por los compañeros y, además, al principio siempre intentaba dar el primer paso».
Pioneras
Aparece natural la pregunta de si la mujer, por el simple hecho de serlo, se ve forzada en ocasiones a demostrar más que los hombres.
Vidal explica que esta profesión, como muchas otras, ha estado históricamente dominada por hombres. «Igual nosotras nos esforzamos más por demostrar, pero yo nunca he sentido ningún tipo de rechazo de mis compañeros, aunque también es cierto que a veces pasamos por delante por aquello de que no piensen que y porque había un cierto paternalismo que ha evolucionado mucho».
María Reina admite que sí que notó este tipo de situaciones cuando entró en la Guàrdia Urbana: «Había compañeros que no querían ir con mujeres. El día que me asignaron el arma, en ese momento era un revólver, me dijeron ‘mujer y zurda’. Poco a poco, todo eso ha ido desapareciendo».
Todas coinciden en que, cuando entraron a sus respectivos cuerpos, no pensaron en el porcentaje de mujeres que habría. «Sientes incertidumbre tanto si eres hombre como si eres mujer», analiza la comisaria García, que puntualiza que, en la Policía Nacional, las mujeres ocupan el 18,4% de la plantilla.
El sentimiento general es que las situaciones machistas se daban en contacto con la ciudadanía. «Íbamos a entrevistar a testigos y siempre se dirigían al hombre, nunca pensaban que la responsable del servicio pudiera ser una mujer y además que fuera más joven que el hombre», comenta García.
La sargento Vidal lo reitera: «La gente se sorprendía y se dirigía siempre al hombre». Otra anécdota de Reina: «En la unidad de tráfico, en un accidente muy grave y en el que yo estaba de instructora, el juez me preguntó ‘¿la instructora es usted sola?’».
Conciliación
Aunque las cuatro admiten que todavía existen prejuicios, remarcan que todo ha evolucionado mucho: «Vivimos en una sociedad en la que se ha normalizado ver a una mujer policía; la gente busca que la entiendas y que la protejas, independientemente de que seas hombre o mujer», reconoce Vidal.
Es algo que antes no era así, y que incluso ha cambiado en diversas maneras de hacer de los cuerpos: «Nos daban el uniforme de hombre y nosotras teníamos que arreglárnoslo», recuerda Reina. Collado también añade que «en la Guardia Civil, los uniformes ya no son unisex».
¿Qué consejos darían a las mujeres que piensan ser policías? «Que no se lo piensen», comenta Reina. «Que no se pongan límites», agrega Collado. «Que se animen porque es una profesión muy bonita», apunta García.
Todas coinciden en que ahora llegan an mujeres decididas, muy preparadas y con más información de la que tenían ellas. Por eso, los cuerpos policiales están llevando a cabo charlas en colegios e institutos para divulgar y explicar su labor: «Vamos a centros cívicos y demás y muchas niñas me dicen que quieren ser como yo y qué tienen que hacer».

También explican su trabajo en casa: «Yo tengo una hija de 21 años y seguramente lo vivo diferente que una madre que no es policía», admite Vidal, algo que García comparte: «Como vemos lo peor que pasa, tenemos un sesgo de decir ‘no pases por aquí’ o ‘no hagas esto’...». Es algo que pasa con hijas, hijos y padres, reconocen las cuatro.
Uno de los retos ahora es incrementar la presencia femenina en puestos directivos de los cuerpos y fuerzas de seguridad. Ante eso, comenta Collado, hay un ‘obstáculo’: la conciliación familiar.
«Lo que yo veo en el cuerpo es que, si un hombre asciende y cambia de domicilio, la mujer se queda en casa con los hijos, y creo que algo así, pero al revés, no acaba de asimilarse».
Las cuatro coinciden que sus cuerpos policiales están tomando medidas de conciliación tanto para hombres como para mujeres. «No obstante, está claro que los ascensos están condicionados por la edad de los niños, pero yo creo que nos afecta a todos», apunta García.
Lo bueno de ser Guàrdia Urbana, comenta Reina, es que, en su caso, no hay traslados: «Es una de las cosas que me hizo quedar en Tarragona». La sargento Vidal comenta que «evidentemente, una promoción siempre tiene un coste, y para nosotras es la conciliación familiar. En los Mossos tenemos las mismas opciones, seamos hombre o mujer, pero es cierto que, como más aumentas la escala, menos presente está la figura de la mujer».
Dentro de diez años
Si esta charla sucediera dentro de diez años, les gustaría «tener una fotografía global con más caras femeninas, ya que pienso que las mujeres enriquecemos muchísimo el ambiente laboral. Aportamos mucha sensibilidad y aire fresco; otra visión, ni mejor ni peor», añade Reina. «Somos necesarias en muchas de las especialidades», indica Collado.

Ese reto, compartido en todos los cuerpos policiales, es el punto de llegada durante los próximos años, para llegar a conseguir la normalización completa y la ocupación de puestos de mando en sus cuerpos. Ellas lo tienen claro.