«La Llar de Jubilats me da la vida, no sabe la ilusión que me hace que abra de nuevo»

Los catorce casales de mayores de la ciudad, cerrados desde el estado de alarma, se preparan para la reapertura. Los usuarios insisten: su papel para paliar la soledad es crucial

05 septiembre 2021 06:30 | Actualizado a 05 septiembre 2021 15:52
Se lee en minutos
Participa:
Para guardar el artículo tienes que navegar logueado/a. Puedes iniciar sesión en este enlace.
Comparte en:

En la Llar de Jubilats i Pensionistes de L’Albada un calendario anclado en el mes de marzo de 2020 recuerda como aquí, igual que en todos los catorce casales de mayores de la ciudad, ese mes la pandemia acabó con las partidas de cartas, los cafés, los bailes, las confidencias...

Ahora, casi 18 meses más tarde, se preparan para su reapertura. Así lo confirma Maria José López, concejal Relacions amb Associacions i Entitats Ciutadanes, quien prefiere no dar fechas, pero asegura que será en un plazo muy breve. Estos días se está reuniendo con los responsables de cada una, junto a los técnicos de Gent Gran, para establecer cómo será la ‘nueva normalidad’ y ver qué necesidades tienen. Se está calculando el aforo de cada sala, informando de cómo deberá ser la ventilación de los espacios (deberá ventilarse incluso en invierno), el uso de mascarilla, el gel hidroalcohólico...

«No estamos todos»

Cristina Villar, usuaria asidua de la Llar de l’Albada, se acerca a la pizarra que está justo al lado del calendario detenido en el tiempo. Está repleta de fotos de grupos de gente mayor en comidas, cantando, haciendo manualidades... Pero «no estamos todos», se lamenta cuando repasa las imágenes.

Aunque el curso pasado, apenas se pudo, el equipo de Gent Gran Activa organizó actividades al aire libre; con las llars cerradas fueron muchos los mayores que pedieron su punto de socialización.

Villar recuerda que aquí, además de los cafés de cada tarde, se celebraban cumpleaños, santos... Y también había una especie de red informal en la que siempre había alguien para echarte una mano con los pequeños problemas del día a día.

Cree que con las medidas que habrá que imponer «no será lo mismo que antes, pero al menos será mejor que estar toda la tarde pegados a la tele... Están suspirando para que abra».

Maria Angeles Marín, presidenta de la llar de Sant Salvador, reconoce que verla cerrada «me ha supuesto mucha tristeza. Ves a los abuelos sentados en un banco por aquí y por allá... Piense que hablamos de gente que cobra 500 y 600 euros de pensión y no es lo mismo los precios del café en la cafetería de la llar que en un bar».

Pero, sobre todo, porque la llar es el único sitio donde algunos mayores que viven solos hablan con alguien en todo el día. Justamente, para paliar la soledad en fechas señaladas, hace unos años montaron la cena de nochevieja, «así la gente que tenía a los hijos lejos no se sentía sola», recuerda. Al final se convirtió en todo un fenómeno para el barrio, aunque habrá que esperar para repetirla.

Ella también es un ejemplo, dice de lo que la Llar supone en la vida de muchos mayores. En su caso, aunque es muy activa en las entidades del barrio (coció miles de mascarillas en el confinamiento) no había ido hasta que se quedó viuda hace ocho años. «Estaba en un pozo, mi doctora me dijo que estaba en mis manos hacer algo más allá tomar la medicación para la depresión... A mi la Llar me da la vida, ha sido mi refugio. No sabe la ilusión que me hace que abra de nuevo», comenta.

«Que la gente se lo pase bien»

A Francisco Soria, presidente de la llar de Bonavista, tampoco han dejado de preguntarle con insistencia cuándo abrirían. Tantas eran las ganas que desde el año pasado, y por su cuenta, ya había comprado termómetros y geles hidroalcohólicos, preparado el listado para relacionar los que entran y los que salen....

Inquieto donde los haya, él también ha estado preocupado por los mayores que ve desperdigados en bancos por el barrio. Se teme que aquí, cuando vuelvan, «también faltará gente». Aunque enseguida cambia de tercio: «Ahora lo que queremos es que la gente se lo pase lo mejor posible, estamos preparando un pen drive con las veinte mejores actuaciones que hemos hecho en la llar», explica.

De momento la llar está siendo usada puntualmente como centro de vacunación, algo de lo que tampoco se han querido quedar al margen. Han elaborado unas pulseras para obsequiar a los que reciben la inyección y así, de paso, promover la vacunación.

Necesidad de hablar

No obstante, pese a que las condiciones sanitarias impedían abrir las llars, el programa municipal Gent Gran Activa se las ingenió para contactar con todos los usuarios y seguir trabajando durante el curso pasado. Adaptaron todas las clases que pudieron (gimnasia, baile en línea, pintura, yoga, pilates...) a sitios al aire libre como plazas, parques, jardines y patios de centros cívicos.

Cèlia López, coordinadora del programa, explica que tuvieron que trabajar para vencer los miedos de los mayores que estuvieron meses sin salir. Pese a todo, dice que fueron muy valientes. «Tenías que ver a las señoras sin complejos haciendo su clase de baile en medio de la plaza», recuerda. Además consiguieron «el principal objetivo que era el contagio cero».

La actividad eso sí, tuvo que reducirse, no solo porque cambiaron los espacios, sino porque los grupos tenían que ser más pequeños. Si de normal llegan a 2.500 plazas, el curso pasado fueron unas mil.

Este año han notado como se multiplica la demanda, en especial de actividad física, porque muchos usuarios han visto mermadas sus capacidades después del confinamiento. También han visto como crece la necesidad de compañía «la gente llama para interesarse por las actividades pero te encuentras que las llamadas cada vez son más largas, que tienen necesidad de hablar».

La pandemia, además, les ha demostrado la importancia de manejar herramientas digitales. Es por eso compraron una serie de tablets con las que están ofreciendo talleres para aprender a acceder a intenet. La idea es que sepan al menos cómo revisar un correo o acceder a la ¡aplicación de La Meva Salut. El Facebook del grupo, además, ha crecido de una manera exponencial.

La apertura de las Llars también implicará que se puedan retomar muchas de las actividades del programa sin la complicación de estar pendientes del clima.

«Éramos conscientes de que teníamos que abrir las llars porque muchas personas mayores habían perdido su espacio de relación.... Es un colectivo con el que vamos a tener que trabajar mucho y tener las llars abiertas también nos va a ayudar a detectar sus necesidades» concluye la concejal Maria José López.

Comentarios
Multimedia Diari