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Tarragona: la videovigilancia se amplía a Ponent, a la Plaça dels Infants y al Pont del Diable

La tramitación de las 28 cámaras de la Part Alta ha quedado paralizada por un requerimiento de la Generalitat. El ente autonómico pide que los dispositivos sean más pequeños

24 mayo 2024 14:54 | Actualizado a 25 mayo 2024 07:00
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Tarragona quiere luchar contra la inseguridad ampliando el número de cámaras de videovigilancia. Por el momento, las tenemos en marcha en dos puntos de la ciudad: en la Part Baixa y en las urbanizaciones de Llevant. La intención del gobierno municipal es extender las cámaras a otras zonas, como son los barrios de Ponent, la Plaça dels Infants y su entorno y el aparcamiento del Pont del Diable. El Diari ha hablado con dos representantes vecinales de las zonas donde hay cámaras y ambos coinciden en qué su función es simplemente disuasoria. «Ahora, los ladrones se lo piensan dos veces antes de entrar a robar», dice Josep Antón Solé, presidente de la asociación de vecinos Mas Vilà de Boscos de Tarragona.

La fiebre por las videocámaras empezó hace muchos años y los primeros en pedirlas fueron los vecinos del Barri del Port. A principios de los 2000, las calles de la Part Baixa eran punto de encuentro de la noche tarraconense. Los pubs y discotecas se concentraban en esa zona y los vecinos estaban hartos de vivir entre el incivismo y la inseguridad. Tras una tramitación un tanto difícil, en 2017 se instalaron 26 cámaras en la Part Baixa. Veinte en la vía pública y seis en el entorno del paso soterrado de la Plaça dels Carros.

A finales del 2022, también se autorizó la colocación de 40 cámaras –la mitad de ellas lectores de matrículas– en urbanizaciones de Llevant, principalmente en el entorno de Boscos. Los vecinos habían sufrido una oleada de robos, sobre todo al interior de sus viviendas, y pedían soluciones. El gobierno municipal optó por instalar lectores de matrícula en la entrada de las urbanizaciones, de esta manera quedaban registrados los vehículos que accedían.

Por otro lado, el Ayuntamiento de Tarragona y su entorno también disponen de nueve cámaras fijas, que enfocan a la vía pública: a la Plaça de la Font, a las calles Salines y Rera Sant Domènec y, finalmente, a la Rambla Vella.

Las de la Part Alta, al aire

Ahora hace un año, el Ayuntamiento adjudicaba también la instalación de otras 28 cámaras de videovigilancia en la Part Alta de la ciudad. De este lote, una iba a la fachada del Teatre Tarragona y otra en el ascensor del Parc del Miracle. La tramitación, en este caso, se ha visto paralizada por un requerimiento de la Generalitat de Catalunya, ente que ha vigilado de cerca el proyecto teniendo en cuenta que el casco antiguo exige de una protección especial. La Comissió Territorial del Patrimoni Cultural de Tarragona ha requerido el cambio de las cámaras por unas de más pequeñas y que se adapten mejor al entorno. Actualmente se está negociando un modelo de dispositivo que pueda ser validado por la comisión. Una vez se haya fijado el modelo, será el momento de evaluar si se puede ejecutar la instalación con la adjudicación vigente o si, por el contrario, es necesario iniciar nuevamente el proceso de licitación.

En 2017 se instalaron las cámaras en la Part Baixa, porque era donde había ‘pubs’ y discotecas

El Ayuntamiento cree firmemente que la videovigilancia es una de las mejores medidas para luchar contra la percepción de inseguridad que hay en las calles de Tarragona. Por eso, quiere ampliarlas a otros puntos de la ciudad, como los barrios de Ponent, la Plaça dels Infants y las escaleras de la calle Vapor y el aparcamiento del Pont del Diable.

Según la Guàrdia Urbana, las cámaras de videovigilancia son un mecanismo «oportuno». Según el registro interno del cuerpo policial, en 2023 se realizaron 133 peticiones para ver las imágenes y, en lo que llevamos de 2024, 72.

«Además de su carácter preventivo, es una herramienta muy útil para investigar hechos delictivos», dice el responsable de la Guàrdia Urbana de Tarragona, Manuel Vázquez, quien añade que «la normativa es muy estricta sobre el uso de las cámaras. Su instalación y visualización de las imágenes debe estar razonada y justificada, para garantizar la privacidad de la ciudadanía».

Por su parte, desde el Barri del Port aseguran que «la única función de las cámaras es disuasiva», dice la presidenta de la asociación de vecinos, Carmen Puig. En cambio, desde Boscos, el líder vecinal Josep Antón Solé, explica que «las urbanizaciones han ganado en tranquilidad desde que hay los lectores de matrícula. Ahora, los ladrones no lo tienen tan fácil para entrar con su furgoneta y robarnos. Se lo ponemos más difícil».

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