«Estamos ante un desafío como sistema sanitario, y tenemos que responder de la mejor manera posible», admite el doctor Antoni Castro, director del servicio de medicina interna del Hospital Sant Joan de Reus. Con la pandemia bajo control, la sanidad se enfrenta ahora al tratamiento y la investigación de la ‘long Covid’ o Covid persistente. Cerca de cumplirse tres años de los primeros casos en la provincia, aún hay gente que se infectó, en ocasiones de forma leve, y que años después todavía sigue con síntomas incapacitantes.
La atención primaria pero también los hospitales intentan abordar esta patología herencia de la pandemia. «A principios de 2021 ya empezamos a ver casos de Covid persistente y pusimos en marcha una consulta para atender a pacientes derivados de Primaria», explica la doctora Teresa Auguet, jefa del servicio de medicina interna del Joan XXIII. El hospital hizo 132 visitas a pacientes por esta enfermedad en 2021, una cifra que se triplicó (447) durante el año pasado. Las primeras visitas prácticamente se han duplicado, al pasar de 81 a 139.
El Sant Joan también ha impulsado una unidad específica que el año pasado atendió a alrededor de 130 personas. Son iniciativas para luchar contra los síntomas duraderos del coronavirus.
Una prevalencia del 9%
Un informe realizado por el Comitè Científic Assessor de la Covid-19, que orienta al Departament de Salut, radiografía el estado actual de la investigación al respecto. Indica que los resultados preliminares del estudio Covicat, realizado por IS Global con más de 7.000 personas, muestran una prevalencia del 9%, algo más alta en mujeres que en hombres.
Teniendo en cuenta que en la provincia ha habido más de 260.000 casos de SARS-CoV-2, eso quiere decir que hay unos 23.000 tarraconenses que padecen este nuevo mal reconocido por la OMS. Una buena parte de ellos denuncian un nivel elevado de desesperación por la falta de respuestas de la ciencia a su sufrimiento y por la desatención del sistema. Solo una pequeña parte se tratan, ya sea a través de los CAP o en hospitales.
El informe también señala el alto grado de infradiagnóstico. Según datos de la historia clínica de los servicios de Primaria en Catalunya, a noviembre de 2022 había 13.437 personas con registro de Covid-19 persistente. Pero este estudio, en función de la literatura médica existente y de la investigación en curso de Covicat, apunta a que en Catalunya habría unos 240.000 afectados, 20 veces más de lo que reflejan esos registros.
Años y años con síntomas
«Son situaciones complicadas, en las que a veces el paciente tiene muchas limitaciones, con síntomas diversos. Tenemos un circuito para derivar a especialistas en función de los síntomas», expone Auguet. En Joan XXIII hay alrededor de 300 enfermos en seguimiento. «Lo que es muy importante es seguir haciendo investigación para conocer más de la enfermedad. Hay personas que llevan años con síntomas, algunos se quedan en Primaria y otros llegan a la consulta de especialista. Por ejemplo, trabajamos con neuropsicología. También es importante la cuestión mental, porque toda esta situación pasa factura. Procuramos derivar desde el hospital al psicólogo, y no que el paciente tenga que volver a Primaria e ir desde allí», dice Auguet.
En el Sant Joan a partir de la segunda oleada, en otoño de 2020, ya se detectan casos. «Elaboramos un protocolo asistencial y un proyecto de investigación porque vimos la necesidad. Reorganizamos el servicio de medicina interna. Lo primero que hacemos es valorar que no haya otra dolencia, porque a veces el paciente atribuye lo que le pasa a la Covid y puede ser que no sea así. En función de lo que le sucede se deriva al especialista», indica la doctora de medicina interna Sandra Parra.
En Reus es vital el papel de la unidad de medicina del deporte. «Hacemos una valoración de la tolerancia al esfuerzo y eso nos sirve para empezar a tratar al paciente», explica Antoni Castro. Se procura una atención transversal en función de los síntomas.
El informe de Salut indica algunos factores predictores: el sexo femenino, la gravedad inicial de la enfermedad, la edad avanzada o el nivel social bajo están asociados a más susceptibilidad de Covid persistente. También la obesidad y el tabaquismo influyen.
Los síntomas más frecuentes son fatiga, dolor o malestar general, alteraciones neurocognitivas y del sueño, dificultad para respirar, disfunciones intestinales y ansiedad o depresión entre el 20 y el 50% de los pacientes, según las revisiones sistemáticas publicadas.
El informe de los expertos señalas carencias en la atención y el despliegue de recursos, desigual en el territorio. El estudio admite que «hay unidades específicas de Covid persistente en el Hospital Joan XXIII y en el Sant Joan, con participación de profesionales médicos y de enfermería» pero «en el Camp de Tarragona no hay circuitos asistenciales específicamente trabajados para esta situación».
Más difícil es la situación en las Terres de l’Ebre, donde «no hay unidades específicas, equipos multidisciplinares constituidos ni circuitos de derivación trabajados, se han hecho puntualmente charlas o sesiones informativas específicas para profesionales de medicina de atención primaria y hospitalaria». El colectivo de afectados por Covid-19 persistente ha denunciado abandono. Lamenta que «los circuitos no funcionan y muchos pacientes no han sido visitados».
«Hay que reforzar mucho más la atención primaria y hacen falta unidades realmente multidisciplinarias, no que te vayan derivando de un especialista a otro», recalca Sílvia Soler, coordinadora del colectivo de afectados. «Me siento muy abandonado por la sanidad. Me contagié a finales de 2020 y sigo mal. Tengo 39 años y estoy en un cuerpo de 80», dice Jordi Nogués, un vecino de Tivissa.
Científicos y sanitarios reclaman abordar de forma global la Covid-19 persistente, que impacta a nivel respiratorio, motriz, circulatorio, digestivo, cognitivo o neurológico.