Un miércoles al mediodía, como cualquier día de la semana, el CAP Jaume I de la calle Felip Pedrell es el centro de idas y venidas de gente. Para los usuarios consultados por el Diari, la visita al médico se ha vuelto como el evento del mes, ya que muchas veces, al pedir atención del doctor, la cita se les concede a cuatro semanas vista, si no más.
La opinión de los pacientes es clara: el CAP Jaume I «se ha quedado pequeño» hasta tal punto que le cuesta satisfacer las necesidades de los vecinos y se vuelve accesorio.
«Yo en realidad no me puedo quejar porque lo tengo debajo de casa pero para la gente del barrio el ambulatorio ya es pequeño, hay demasiada gente», dicen Pere Josep y Matilde, un matrimonio mayor que se dirige al CAP para una revisión de una prótesis.
Aseguran que no saben nada de la propuesta del cambio de las instalaciones y los servicios, por lo que se muestran sorprendidos. Temen que, con la ampliación, se lleven el CAP a otra parte de la ciudad y les quede más lejos.
«Si tenemos una urgencia no hay ningún problema, te atienden, pero no sabes nunca cuanto tiempo te vas a pasar esperando. Pero para que te vea la doctora, te dan hora dentro de un mes y ya te ha pasado todo», asume el matrimonio, que apunta a «las colas y el gentío» que convierten las instalaciones en «impracticables».
«Siempre está lleno, sobre todo la sala de espera de la planta baja, aunque después subes al primer piso y está vacío», denunciaba Isabel Jerez, otra vecina y usuaria del CAP Jaume I. Ella explica su experiencia reciente que, desde la pandemia, arrastra episodios frecuentes de catarros y malestar.
«Llamo para pedir cita para la rehabilitación pero para cuando quieren contestarme ya les digo que me he las he apañado sola yendo a la farmacia». El tiempo entre la petición y el día de la cita previa, aseguran los usuarios, ronda las tres o cuatro semanas, de media, una situación que definen como «contradictoria e insostenible».
La sala de espera, lo principal
Parece que «pequeño» es el adjetivo más habitual de los usuarios para denunciar las instalaciones del CatSalut, en especial cuando hablan de la sala de espera. «Necesita de todo, funciona muy mal y es diminuto», apuntaban Juana y Carmen saliendo del ambulatorio tras una visita.
«¿Pero dónde se lo van a llevar?», se preguntan ellas, que se apresuran a confirmar que les va bien cualquier ubicación «siempre que no sea muy lejos». De lo único que no se queja ningún usuario es de los profesionales del CAP, en especial de sus doctoras.
Por su parte, Jordi, vecino y usuario habitual, opina que las instalaciones son «las adecuadas y con el tamaño correcto» y que la cita previa funciona «correctamente» ya que él la pide a través de la aplicación móvil del CatSalut. Sin embargo, reconoce algunas aglomeraciones: «por eso lo mejor es venir al mediodía, hay menos gente».