Después de los beneficios récord que las empresas petroquímicas han estado presentando a lo largo de los últimos años, esta industria se encuentra hoy en un período de profunda transición. Hasta la caída de los precios del petróleo, el éxito de la industria petroquímica en su conjunto se había basado en marcadas asimetrías regionales. Eso ya no va a seguir siendo así.
En estos últimos años, las multinacionales químicas han prosperado en mercados emergentes de rápido crecimiento como China, igual que lo han hecho en regiones como Oriente Medio y América del Norte. Esta última área geográfica ha aprovechado la ventaja del shale gas o gas de esquisto para convertir esta materia prima en productos petroquímicos y plásticos que luego se exportan hacia China y otros mercados en crecimiento.
Pero, de cara al año 2030, es probable que la combinación de un crecimiento más lento de la demanda en las economías emergentes y unas materias primas menos abundantes socaven estas estrategias de creación de valor. ¿Cuáles son los retos y las estrategias principales que tendrán que afrontar las empresas petroquímicas ante esta coyuntura?
Digitalización
En el listado de acciones a acometer está, según analistas como McKinsey&Company, el uso de analítica digital y avanzada para alcanzar un nuevo nivel de productividad y lograr un mayor retorno de capital en los proyectos a gran escala de la industria. Las empresas también deben trabajar para reinventar la interfaz con el refino de petróleo a medida que la era impulsada por el gas se está reduciendo. Al mismo tiempo, deberán gestionar la transición de una economía esencialmente lineal, donde los productos a base de plásticos se utilizan solo una vez antes de la eliminación, a una economía circular.
Desde organizaciones como Cefic (European Chemical Industry Council), la patronal europea de la industria química, hace tiempo que están trabajando para reinventar la rentabilidad en esta industria cambiante, impulsando acciones como el programa ‘Chemistry Can’, que promueve una economía baja en carbono, una mayor eficiencia de los recursos y políticas respetuosas con el planeta.
No se trata de acciones de ‘Green Washing’ (algo que se podría traducir como un ‘lavado de cara ecológico’ o ‘maquillaje verde’), sino que avanzar en conceptos como la sostenibilidad o la economía circular tiene pleno sentido económico en esta reinvención hacia nuevas fórmulas de rentabilidad. Los retos están ya hoy claramente a la vista, y los cambios en los modelos de negocio, las estructuras y las disrupciones que se avecinan no han hecho más que empezar.